La covid-19 es una enfermedad joven. En apenas un año, científicos de todo el mundo han aunado fuerzas para saber cómo actúa, qué tratamientos funcionan y cómo se puede evitar su propagación. Incluso han conseguido desarrollar vacunas efectivas que ya se están administrando a la población. Con el paso del tiempo, algunas de las teorías iniciales han demostrado no ser tan efectivas. El contagio por aerosoles y por tocar superficies contaminadas son planteamientos que ahora se revisan. Lo contamos en este artículo.
Un año da para mucho, sobre todo en lo que a combatir un virus desconocido se refiere. Pocos planteamientos permanecen inalterables 365 días después. En este tiempo, las comunidades científica y médica han variado directrices, corregido medidas y modificado recomendaciones. Y los responsables de sanidad de cada país han hecho lo propio en sus respectivos territorios.
Según ha avanzado el combate contra la covid-19 han ido apareciendo nuevos datos que han desmantelado teorías iniciales, a la par de que han permitido construir nuevas. Sin embargo, todavía hay enfoques que no han cambiado… Al menos de momento. Las formas de transmisión del coronavirus es uno de los puntos calientes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha mostrado bastante reticente en cambiar sus hipótesis iniciales, pese a que cada vez hay más estudios científicos que ponen en tela de juicio si siguen siendo válidas.
Reconocer que los aerosoles desempeñan un papel primordial en la propagación del virus y que el contagio por tocar superficies contaminadas es apenas inexistente son los próximos puntos a revisar por la OMS. En las últimas semanas, esta institución ha dejado entrever la posibilidad de reconsiderar su postura.
Aerosoles, claves en la propagación del coronavirus
La Organización Mundial de la Salud considera que el coronavirus se propaga principalmente “a través de pequeñas partículas líquidas expulsadas por una persona infectada por la boca o la nariz al toser, estornudar, hablar, cantar o resoplar”. El tamaño de esas partículas es muy variable pero, para la OMS, las importantes —hasta ahora— son las más grandes, las gotículas respiratorias.
Distintos estudios confirman justo lo contrario: las verdaderamente peligrosas son las partículas más pequeñas, los aerosoles. Investigadores y especialistas médicos consideran que estas micropartículas quedan flotando en el aire durante más tiempo, pudiendo transportar el virus a distancias más largas. Por ello, si el espacio no está ventilado, el riesgo de contagio es muy alto.
A pesar de que la OMS sigue considerando que “la transmisión por aerosoles puede producirse en entornos específicos, sobre todo en espacios interiores, abarrotados y mal ventilados en los que personas infectadas pasan mucho tiempo con otras (por ejemplo, restaurantes, prácticas de coro, clases de gimnasia, clubes nocturnos, oficinas o lugares de culto)”, algo está cambiando. María Van Kerkhove, epidemióloga y jefa del grupo anticovid de la Organización Mundial de la Salud ha reconocido en una rueda de prensa reciente que el coronavirus “se transmite por el aire por partículas de diferentes tamaños. Hay gotas, hay aerosoles”.
Este medio reconocimiento supone aceptar las demandas que un grupo de 239 científicos de todo el mundo plasmaron en el manifiesto ‘Covid is airborne‘ el pasado verano. El objetivo de esta manifestación era transmitirle al organismo de Naciones Unidas que los aerosoles eran determinantes en la transmisión del virus, por lo que instaban a la organización a formular unas recomendaciones claras y concisas a la población.
Este aparente cambio de postura de la OMS también supone estar más cerca de dar por válidos informes como los publicados en las revistas Nature y Science, que confieren a los aerosoles un gran protagonismo en la propagación del virus.
¿Limpiar y desinfectar superficies para poder tocar?
El contagio por contacto con objetos contaminados (fómites) es otra de las teorías sobre las que la Organización Mundial de la Salud parece haber cambiado de opinión. Según el último informe publicado por la agencia de la ONU, no hay pruebas concluyentes de que el coronavirus pueda contagiarse de esa manera. La OMS ha reconocido que los ensayos que les condujeron a considerar que el riesgo de contagio era alto fueron realizados en un laboratorio, no en un entorno real. No obstante, sigue recomendando a la población la desinfección de superficies y objetos siempre que sea posible, ya que pueden alojar otro tipo de virus.
Por su parte, el Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología Acuáticas (Eawag) ha publicado un estudio dando a conocer la probabilidad real de contagio al tocar objetos públicos, como puertas de tiendas, tapas de contenedores de basura, cajeros automáticos, mangueras de gasolineras o pulsadores de semáforos. Tras analizar 350 muestras, concluyeron que menos de cinco de cada 10.000 personas se infectaron; solo el 8 % de las muestras recogidas contenía material genético del virus.
Los científicos suizos también valoraron cuánto de efectiva era la desinfección de superficies en comparación con el lavado de manos. El resultado fue que, mientras la utilidad de la desinfección depende de muchos factores, el lavado de manos ofrece una protección universal.
Y entonces, ¿cómo actuamos?
Esta mudanza de opiniones puede provocar más incertidumbres que certezas entre la población. A medida que el mundo cambia, la ciencia también lo hace. El avance en el conocimiento de la covid-19 provoca la revisión de algunas teorías que antaño se consideraban incuestionables y, en consecuencia, la modificación de ciertas costumbres que, más que efectivas, generan una falsa sensación de seguridad.
En cualquier caso, hay tres medidas que sí son eficaces y deben seguir aplicándose conjuntamente y siempre:
- Utilizar correctamente la mascarilla (deben ser homologadas y quedar bien ajustadas a la cara).
- Mantener la distancia social y física.
- Ventilar y hacer recircular el aire en los espacios cerrados.