El síntoma depresivo más frecuente entre las personas mayores de 80 años es la apatía, que se caracteriza por la pérdida de interés por los demás, por el propio cuidado personal, por actividades que antes eran placenteras… Además, se trata de un síntoma muy común entre las personas que sufren algún tipo de enfermedad neurodegenerativa, como el Alzheimer o el Parkinson. En este artículo se puntualiza los factores de riesgo de sufrir apatía, su relación con las enfermedades neurodegenerativas y cómo ayudar al anciano afectado.
La apatía es un estado de completa indeferencia en el que la persona que la sufre siente que no tiene ganas de realizar actividades cotidianas o actividades que antes le producían satisfacción. Y siente, además, que es incapaz de realizarlas. Una persona apática no puede plantearse metas, manifiesta indiferencia afectiva, tiene problemas de rendimiento cognitivo y pierde la motivación, el interés y la iniciativa. Es decir, disminuyen la cognición, la conducta y la emoción.
Según un estudio realizado por la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, semFYC, hasta un 20% de las personas de más de 80 años sufre apatía. Es el síntoma depresivo más frecuente. Es importante señalar que la apatía puede producirse en el contexto de una depresión, pero también hay muchas personas que sufren esta patología sin apatía; en estos casos, el síntoma con más peso es la tristeza o la ansiedad.
La apatía en las enfermedades neurodegenerativas
Para que el anciano se recupere, es importante la presencia de una persona que lo estimule y lo anime a realizar actividades
La apatía es muy frecuente en personas con otros trastornos y que no padecen, necesariamente, depresión. Es muy habitual en quienes han sufrido traumatismos craneoencefálicos, infecciones cerebrales o que padecen enfermedades neurodegenerativas, como Parkinson, la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. En estos casos, la apatía está producida por lesiones cerebrales que alteran ciertos circuitos cerebrales en los que interviene fundamentalmente el lóbulo frontal.
Según algunos estudios, la apatía se da en el 72% de los pacientes con Alzheimer (es el síntoma más común, seguido de la agitación, con un 60%). Por otro lado, se estima que la mitad de los pacientes de Parkinson en sus estadios iniciales sufren apatía.
Apatía asociada a una enfermedad neurodegenerativa
En España, se calcula que unas 600.000 personas sufren Alzheimer y, unas 150.000, Parkinson. La mayor parte de ellas son mayores de 65 años. Además, estas enfermedades están ligadas a la edad: cuanta más edad se tiene, más riesgo hay de padecerlas. Por este motivo, la apatía es tan frecuente en las personas mayores de 80 años. Y, a medida que la enfermedad se agrava también es más grave este estado de indiferencia.
Como se ha señalado con anterioridad, este síntoma puede darse en una depresión o en el contexto de una enfermedad neurodegenerativa. Por ejemplo, en la depresión, la apatía a menudo se acompaña de tristeza o dificultad para disfrutar. En el Alzheimer, sobre todo, la suele provocar la pérdida de memoria. Aunque es habitual que las personas ancianas que sufren una enfermedad de este tipo también estén deprimidas, con o sin apatía.
Cómo estimular al anciano apático
Como señala Román Alberca, neurólogo miembro de la Sociedad Española de Neurología, SEN, «el enfermo apático pierde iniciativa e interés y tiene embotamiento emocional. No hay actividad espontánea o está muy disminuida, de manera que, si se le deja, puede permanecer sentado de forma indefinida, sin hablar»… El anciano apático es el anciano que se abandona: no hace las labores de la casa o no se preocupa por sus ocupaciones habituales, ni tampoco tiene interés en la vida social.
«En formas graves puede incluso abandonar la higiene personal. No obstante, si se le estimula se consigue, por lo general, que desarrolle la actividad solicitada». Por eso, los expertos señalan que es fundamental animarle de forma continua a que realice actividades placenteras. Es frecuente que familiares y cuidadores se estresen y frustren con la conducta de un anciano apático. Pero, para su recuperación, es importante que el anciano cuente con la presencia de una persona que le estimule y le anime a realizar actividades.
Como explica Román Alberca en su libro Manifestaciones psicológicas y conductuales de la enfermedad de Alzheimer, “conviene recordar que ya en el anciano normal la apatía se asocia a una afectación cognitiva mayor y a un peor rendimiento funcional, lo que sugiere que es un signo precoz de declinar cognitivo. Cuando existe apatía aumenta la probabilidad de que el deterioro cognitivo leve se convierta en demencia”. Por tanto, la apatía puede ser un síntoma centinela, es decir, un síntoma que avisa de que se está produciendo otra enfermedad que aún no está diagnosticada.