La violencia de género es un problema social difícil de combatir y erradicar. Por este motivo, los médicos de atención primaria también se han embarcado en esta cruzada con iniciativas impulsadas para mejorar su formación en los distintos problemas de salud mental que atienden en sus consultas, para una mejor detección y tratamiento, según informan responsables de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.
Descubrir el maltrato es esencial para evitar que sus víctimas lleguen a los servicios de urgencias con graves lesiones o, lo que es peor, que ni siquiera lleguen. Por más campañas y divulgación que se hace sobre este asunto, los mensajes parecen no calar, puesto que nada más iniciarse 2008, en poco más de una semana, han muerto tres mujeres víctimas de la violencia de género en España. Los médicos de atención primaria son conscientes de este problema y de que pueden cumplir un importante rol en su identificación y abordaje.
Prueba de esta preocupación es que la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, SEMERGEN, incluido dentro de un programa de formación, bautizado como ‘Psicopíldoras formativas de Salud Mental’, un caso clínico para ilustrar a los médicos del primer nivel asistencial sobre cómo pueden descubrir y tratar los casos de maltratos. El programa ha consistido en formar a los médicos de primaria a partir de un total de dieciocho casos clínicos de problemas de salud mental que pueden encontrarse en el día a día en sus consultas.
Maltrato y enfermedad mental
Algunos de los más importantes, puesto que «desgraciadamente hay una mayor incidencia en la sociedad», son la anorexia nerviosa, el ‘mobbing’ o acoso laboral y el ‘burnout’ o estrés laboral, el síndrome de Ulises, que ha crecido debido a la llegada de inmigrantes y, por supuesto, la violencia de género o familiar, a juicio de Rafael Rodríguez, vocal de Relaciones Comunitarias de SEMERGEN, y uno de los directores científicos del programa.
El papel del médico, al identificar un caso de maltrato, es tratar simultáneamente el problema del agresor y de la víctima. Ambos pueden sufrir una enfermedad mental relacionada con la violencia de género. En este sentido, Rodríguez ha recordado que la mayoría de agresores han sido maltratados durante su infancia y que, entre éstos, también hay psicópatas. En algunos casos, aunque no en todos, es posible reeducar a los maltratador.
El papel del médico, al identificar un caso de maltrato, es tratar simultáneamente el problema del agresor y de la víctima
Las víctimas de maltratos continuos presentan un gran estrés, conductas de evitación, depresión y tentativas de suicidio. Las conductas de evitación consisten en intentar evitar todas aquellas situaciones que provocan al agresor, lo que puede llevar a la víctima a evitar el contacto familiar y a encerrarse. Esto refuerza la dependencia de la víctima hacia el agresor y, al mismo tiempo, el aislamiento del círculo familiar y de amistades, ha explicado Rodríguez.
El médico ante el maltrato
El médico de atención primaria tiene cierta ventaja para sospechar de un caso de maltrato, puesto que trabaja con el entorno familiar. Puede conocer ante qué tipo de familia se encuentra, quién la compone, cuál es la situación económica y laboral de sus integrantes. Parte con cierta ventaja respecto a otros servicios, como los de urgencias, para sospechar de un caso de maltrato. Su misión en la lucha contra la violencia de género (y familiar) es descubrirlo para prevenir lesiones graves e, incluso, la muerte a consecuencia de las agresiones. «La violencia de género siempre empieza por la violencia psicológica», afirma Rodríguez.
Para identificar un caso de maltrato es crucial que el médico «desarrolle una sensibilidad especial ya que, a menudo, la paciente está diciendo, aunque no sea con palabras, que es víctima de un maltrato», añade el experto. Que la paciente sea hiperfrecuentadora sin presentar una patología clara, que no mejore con el tratamiento que se le indique o que sufra de apatía, tristeza o ansiedad, son algunas de las pistas que pueden poner en sobreaviso. Y a partir de aquí, si el médico hurga un poco sin miedo a preguntar acerca de las relaciones en casa, puede que consiga descubrir una situación de maltrato.
Protección y apoyo emocional
Sin embargo, es esencial que el facultativo se gane la confianza de la víctima y, para lograrlo, debe mostrar apoyo y garantizar confidencialidad. «Lo primero que debe ofrecer el médico de atención primaria a la paciente es seguridad en el secreto profesional y proporcionarle toda la protección que pueda, así como apoyo emocional», según Rodríguez. Hay que tener en cuenta que, a menudo, la paciente no explica a nadie, ni siquiera a su familia -ni a miembros tan allegados como su madre o su hermana- que es objeto de maltratos por parte de su pareja.
Además, tampoco es probable que le confiese al médico su situación en la primera visita, sino que hagan falta varias hasta que se gane su confianza, detalla Rodríguez. Una vez se logra esa confianza, se garantiza la seguridad a la víctima y, siempre que ésta dé su consentimiento, el médico de primaria puede alertar a los servicios sociales y, si es pertinente, a las Fuerzas de Seguridad. Además, en el manejo del maltrato, el médico no trabaja aisladamente, «el nuestro es un trabajo en equipo, pluridisciplinar», explica Rodríguez, «con enfermeras y psicólogos».
Todas estas consignas se han divulgado a la comunidad de médicos de atención primaria no sólo a través del programa de las ‘psicopíldoras formativas’, sino también con un curso sobre lesiones psicopatológicas, talleres con actores y un libro que, ya hace dos años, recogió un amplio abanico de aspectos que se deben tener en cuenta desde el ámbito de la atención primaria para sospechar, identificar y abordar las situaciones de maltrato.
Los problemas de salud mental representan en torno al 20% de las consultas diarias de la atención primaria. Si se incluyen trastornos somatoformos y enfermedades asociadas, este porcentaje es mayor. Por lo tanto, es obvio que el médico no sólo debe formarse en ellos, sino también reciclarse, ha explicado Rafael Rodríguez. Las ‘Psicopíldoras formativas en Salud Mental’ forma parte de una iniciativa de SEMERGEN, patrocinada por Novartis, que, precisamente, persigue ese objetivo de reciclar al médico.
El programa se ha configurado como curso con dieciocho casos clínicos que incluyen los últimos avances diagnóstico-terapéuticos y que se han remitido por correo al médico para que los estudie y resuelva. Los casos se han elaborado a partir de preguntas sobre problemas de salud mental que aparecen en las consultas de atención primaria en la vida real.
El caso de mujeres que preguntan al médico por la disfunción sexual, de la madre que acude preocupada por la anorexia de su hija, del paciente que se levanta confuso porque al despertarse se equivoca y confunde a su hijo con otra persona o de los pacientes con depresión que incumplen el tratamiento, que conduce a recaídas y el riesgo de tentativa de suicidio, son algunos de los motivos de consulta.