Cada año, más de 50.000 españolas deciden remoldear sus pechos a golpe de bisturí. Sin embargo, las técnicas y materiales están cambiando. Un ejemplo de ello, son las inyecciones de gel de ácido hialurónico, una sustancia mucho más maleable para intervenciones discretas.
Imagen: Stefan Hellwig
Más por iniciativa del propio género femenino que por presiones masculinas, según argumentan los cirujanos plásticos, los pechos se intervienen para ganar volumen a la par que autoestima. Alrededor de 300 cirujanos de 15 países se han congregado en Zaragoza con motivo del XLIII Congreso de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) para pasar revista a los últimos avances en esta especialidad médica. «El objetivo principal de estos congresos es intercambiar conocimientos, recomendaciones y protocolos terapéuticos, con la intención de conseguir una correcta actualización científica», explica el Miguel Ángel Rodrigo Cucalón, presidente del certamen.
Aumento sin cirugía
Hasta ahora, el número de mujeres operadas de pechos se calculaba según el cómputo del total de prótesis mamarias consumidas; pero este recuento tiene sus días contados, puesto que en la actualidad la cirugía ofrece a cada paciente un abanico de posibilidades que contempla, incluso, técnicas no quirúrgicas. Antonio Bazán, cirujano plástico y profesor adjunto de cirugía plástica de la Universidad de Navarra, subraya que existe la posibilidad de conseguir cambios en el tamaño de las mamas a través de inyecciones de gel de ácido hialurónico, diseñadas especialmente para un remodelado del contorno corporal muy a medida.
«Este tipo de tratamiento no requiere hospitalización; es un procedimiento poco invasivo, el periodo de recuperación es corto y se consiguen resultados inmediatos. En principio, estaría indicado especialmente para aquellas mujeres que no quieren un aumento importante de las mamas y no tienen tampoco la intención de someterse a una cirugía», añade Bazán. El ácido hialurónico es una sustancia que presenta una elevada biocompatibilidad y su tasa de reacciones alérgicas o de hipersensibilidad es muy baja al no mediar la acción de ninguna proteína.
El ácido hialurónico es una sustancia que presenta una elevada biocompatibilidad y su tasa de reacciones alérgicas es muy baja
Además, es un compuesto que está presente de forma natural en diferentes tejidos del cuerpo y que cumple funciones de hidratación, lubricación y mantenimiento del volumen. El experto puntualiza que el volumen que se utiliza depende de la zona que va a ser tratada y que la máxima cantidad de gel de ácido hialurónico inyectable en un mismo sitio no supera en ningún caso los 120 mililitros. «Por éste y otros muchos motivos el procedimiento en cuestión no sustituye del todo a la cirugía de aumento mamario, sino que supone una alternativa para aquellas mujeres que, de otra forma, no verían satisfecho su deseo de superar un complejo».
La intervención
Para quienes se resisten a la prótesis clásica y desean probar fortuna con la inyección, el tratamiento empieza con un pinchazo, con una aguja especial, que aloja el compuesto en la dermis para incrementar el volumen y la sujeción de los tejidos sin dejar cicatrices. «Generalmente basta una sola inyección en una intervención que no sobrepasa los 30 minutos, bajo anestesia local, tras los cuales la paciente puede llevar una vida completamente normal. Sólo por precaución, aconsejamos no realizar ejercicio físico intenso durante las cinco semanas inmediatas a la inyección», aclara el experto.
Bazán también admite que el efecto del producto no es permanente: «su efecto hidrófilo conserva en gran parte una capacidad de elevación de los tejidos, pero el organismo lo biodegrada progresivamente y, para mantener los resultados, se recomienda una aplicación anual». Sin embargo, en las ulteriores sesiones de mantenimiento se requiere siempre una menor cantidad de producto. Asimismo, este procedimiento se puede llevar a cabo en otras partes del cuerpo, bien restaurando volúmenes, bien rediseñando contornos en glúteos, músculos pectorales o pantorrillas.
El tratamiento permite incluso corregir asimetrías en glúteos, mamas, piernas o brazos sin utilizar ninguna prótesis; corregir pérdidas de volumen o asimetrías tras determinadas enfermedades o traumatismos, o afrontar correcciones de simetría o volumen resultantes de tratamientos quirúrgicos previos, como cicatrices deprimidas y demás secuelas.
Del ácido a la grasa
Más allá de las modas estéticas, estos procedimientos cumplen también con un cometido clínico. Desde la aparición del gel de ácido hialurónico, los resultados en cuanto a cirugía reconstructiva han sido brillantes y las inyecciones han servido para tratar atrofias grasas en brazos y piernas provocadas por accidentes o intervenciones quirúrgicas y deformidades congénitas.
Al ácido, sin embargo, le ha salido un rival: la grasa. El equipo de cirugía plástica del Hospital Clínic de Barcelona ha dado a conocer sus primeros resultados con una técnica de cirugía mínimamente invasiva que permite reconstruir mamas a partir de injertos de grasa, lo que supone un cambio de paradigma en este tipo de intervenciones, gracias al efecto regenerador de la grasa injertada sobre la piel.
El protocolo de reconstrucción mamaria mediante injertos de grasa es fruto de un trabajo multidisciplinar en el que han participado oncólogos, ginecólogos y radiólogos, entre otros profesionales. Hasta ahora, en cirugía plástica, la reparación de un miembro dañado implicaba obtener tejido de otras zonas, para lo cual había que destruir en una zona para reconstruir en otra. La alternativa era el recurso de las prótesis, materiales sintéticos que simplifican el tratamiento pero que en ocasiones pueden presentar problemas de biocompatibilidad.
Los investigadores del Hospital Clínic de Barcelona señalan que con esta técnica basada en la aplicación de injertos de grasa a mujeres intervenidas por cáncer de mama, ya es posible hablar de regeneración de tejidos ausentes o dañados. Se trata de un método quirúrgico sencillo, parecido a la liposucción. Con la ayuda de unas cánulas especiales el cirujano obtiene los injertos de grasa de debajo de la piel, en cualquier zona del cuerpo. Una vez extraída, la grasa es procesada en el mismo quirófano con el fin de purificarla e inyectarla en el pecho afectado por la mastectomía, y sin necesidad de realizar ninguna nueva cicatriz.
Asimismo, el daño en la zona donde se extraen los injertos también es mínimo, con cicatrices de menos de tres milímetros. La operación dura dos horas y el tiempo de recuperación respecto a las técnicas tradicionales es mucho menor, lo que supone además una ventaja desde el punto de vista de gasto sanitario. De hecho, los beneficios que se obtienen van más allá del restablecimiento del volumen mamario, pues no sólo mejora la calidad de la piel alterada por la radioterapia y las cicatrices previas de mastectomía, además permite refinar los resultados obtenidos con otras técnicas de reconstrucción mamaria.
Transcurridos unos meses puede ser necesario de repetir el proceso, según el volumen que presente el pecho sano. Desde el 2001, el equipo de cirugía plástica del hospital barcelonés realiza injertos de grasa en la cara, aplicando la experiencia del equipo quirúrgico de Sydney Coleman en Nueva York (EE.UU.). Tras los resultados obtenidos, los especialistas catalanes pusieron en marcha un proyecto de investigación financiado por el Fondo de Investigación Sanitaria sobre la aplicación de este método en la regeneración de las secuelas faciales de los pacientes con sida. Concluyen estos expertos que los injertos de grasa tienen un gran potencial regenerador y sus efectos se mantienen de forma duradera en el tiempo.