Las arrugas y cicatrices dan carácter, son un recuerdo perenne de los distintos episodios que han ido jalonando nuestra vida. Sin embargo, el número de adeptos a este modo de pensar disminuye con la misma velocidad que crece el de quienes se apuntan a corregir sus imperfecciones o a borrar, en lo posible, el paso del tiempo. En el mundo de la cirugía estética entra con fuerza la prevención, que no es más que la corrección de los defectos en el mismo momento en que empiezan a dar señales de vida
Según los expertos, la edad media de quienes acuden a sus consultas y deciden intervenirse ha bajado en el último lustro y las operaciones se realizan ya a mujeres (y cada vez más hombres) a partir de los 40 años, mientras que hace cinco años acudían a sus servicios a partir de los 50. Una de las claves para el aumento de la demanda de cirugía estética está en la aparición de técnicas cada vez más sofisticadas y eficaces, que ofrecen resultados naturales y sin apenas cicatrices, a lo que se une la reducción del tiempo de postoperatorio y recuperación.
No envejecer
Sin una arruga, pero con expresividad y naturalidad. Las mujeres, y también los hombres, pretenden ganar la lucha contra el tiempo y si bien no pueden evitar que pasen los años, al menos sí intentar que no deje huella en su rostro. Pero para conseguir tal fin no vale cualquier tratamiento sino que es esencial utilizar aquel en que los resultados sean naturales y poco evidentes para su entorno. Lo que busca un paciente en la actualidad en opinión de Josep María Palacín, cirujano plástico del centro médico Teknon de Barcelona, no es tanto rejuvenecer como no envejecer: «conseguir tener buena cara y buen aspecto, no parecer quince años más joven», señala.
La manera de encarar este tipo de intervenciones ha cambiado radicalmente desde hace unos años y ya nadie espera a que las arrugas hayan hecho su aparición, sino que se adelantan al enemigo. Según el experto, esta mentalidad puede convertirse en un buen aliado para los pacientes porque, al no esperar a que los signos de envejecimiento sean demasiado evidentes, el defecto a corregir no es tan grave. ¿Y qué ventaja supone esto? Significa poder hacer realidad los principales deseos de todo paciente: se reducen los efectos de la cirugía y tanto el postoperatorio como la recuperación resultan mucho más rápidos.
Los especialistas opinan que es esencial personalizar el tipo de cirugía a los rasgos genéticos y las necesidades de cada paciente
La edad más temprana y el hecho de corregir los defectos cuando están en un estado incipiente son grandes ayudas para un paciente pero su principal aliado son las actuales técnicas y tratamientos de rejuvenecimiento facial. Cada vez más sofisticados, han logrado resultados tan espectaculares como conseguir que las cicatrices apenas sean visibles (técnica impulsada por el cirujano Patrick Tonnard) o realizar liftings verticales, en los que se recolocan los tejidos en sentido contrario a la gravedad que los hace descender. El lifting es la operación más conocida pero, ¿es la operación estrella?
Cara, cuello y párpados
El lifting o estiramiento (facial y cervical especialmente) tiene un serio competidor. Le supera en cifras y aunque su nombre sea desconocido por muchos, es la operación estética facial que más se demanda actualmente, tanto por mujeres como por hombres (es la intervención que más se practica al género masculino). Se trata de la blefaroplastia, la cirugía de los párpados, que representa según datos del centro Teknon, el 46% de las intervenciones. Esta intervención, que consiste en retirar el exceso de grasa y piel del párpado inferior es sencilla y rápida, según aseguran los expertos. Además, es una de las más agradecidas, ya que borrar las huellas de cansancio y tristeza en la mirada rejuvenece por completo a la persona, como indica José González Vidal, especialista en Cirugía Plástica y Estética Ocular.
Si hace unos años esta cirugía se iniciaba a partir de los 50 años, la edad ha descendido en la actualidad hasta los 46 años. Pero el lifting (que representa el 33% de las intervenciones faciales que se realizan) sigue siendo una de las operaciones más demandadas, especialmente con técnicas mínimamente invasivas, como la implantación de hilos subcutáneos, que consiste en la inserción de hilos de polipropileno bajo la piel para retensar los tejidos y acabar con la flacidez y descolgamiento de la piel. Se realice una intervención u otra, es esencial a juicio de los especialistas, personalizar este tipo de cirugía adecuándola a los rasgos genéticos y las necesidades de cada paciente.
¿Y cómo debe ser este paciente, según los expertos? El paciente tipo debería ser una persona que presentara una buena elasticidad en la piel, tuviera una edad comprendida entre los 35 y los 55 años con fotoenvejecimiento leve o moderado y que estuviera exenta de problemas de coagulación o de cualquier tipo de patología facial. Pero, además de cumplir estos requisitos físicos, todos los especialistas están de acuerdo en señalar la importancia del factor psicológico, ya que un paciente no debe acudir a la cirugía buscando resolver un conflicto emocional. En este tipo de intervenciones es muy importante también que los cirujanos informen de manera pormenorizada sobre los resultados y los efectos de la cirugía para evitar falsas expectativas y que los resultados cuadren con la idea que el paciente llevaba al acudir a la consulta.
Una nueva técnica ha aparecido en el universo de los liftings. Y parece tener visos de quedarse durante mucho tiempo ya que consigue aunar elementos estéticos y de salud: proporciona un efecto natural sin alterar un ápice la estructura ni la fisonomía de quienes se someten a tal intervención. La técnica RARE (Reserve And Repositioning Effect), que tal es su nombre, parte de un análisis profundo de los efectos que tiene la gravedad, efecto que se consigue contrarrestar de una manera natural a través de fuerzas verticales. Es la última alternativa en la cirugía estética especializada en el rejuvenecimiento de la cara y el cuello.
Se trata de una técnica ideada por el cirujano plástico y estético francés Thierry Besins y está basada en la premisa de que el rejuvenecimiento de la cara y el del cuello son dos procesos completamente autónomos. Besins propone una división facial vertical opuesta a la horizontal clásica y considera que en las zonas medial (procara) y lateral (metacara) de la cara la piel tiene bastante fijación, en el primer caso a estructuras óseas y en el segundo, a estructuras ligamentosas. Entre ambas existe una tercera zona (mesocara), una porción vertical que recorre desde el área temporal con la cola de la ceja hacia el ocular externo, pómulo, mejilla y tercio externo de los labios hasta llegar a la barbilla. Esta zona es la única que se encuentra expuesta a la acción de la gravedad, por lo que para reposicionar sus tejidos sólo habría que actuar sobre ella, evitando dañar las zonas vecinas que de por sí no sufren alteración de ningún tipo. La técnica de lifting vertical, que sólo afecta a la mesocara, se realiza con hilos o bien con elementos de fijación osteo-galear.