Para Conchita García, el cuidado médico de los mayores es una vocación y un reto. «Siempre me ha gustado trabajar con ancianos en el ámbito de las residencias; disfruto con la cercanía del trabajo del día a día», confiesa esta doctora gerontóloga, secretaria del Área de Asistencia Sanitaria en Residencias de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Sin embargo, esta amante de los libros y los viajes, también admite en la siguiente entrevista que «no todas las residencias de ancianos son iguales», que lograr plaza en un centro público no siempre es fácil y que los precios de las residencias privadas pueden resultar «caros» para demasiadas familias.
El reto esencial al que nos enfrentamos es mejorar la calidad de vida de todos ellos.
“Las familias deben hacer una buena búsqueda para estar seguros de que centro escogido ofrece los requerimientos específicos que necesita el anciano”
Las residencias de ancianos en España son centros donde médicos y otros especialistas en geriatría y gerontología nos dedicamos a cuidar, atender e intentar mejorar la calidad de vida de los ancianos. En mi opinión, realmente creo que las residencias de ancianos funcionan muy bien. Pero, claro, no todas son iguales: cada centro tiene una impronta muy característica. Por eso, mi recomendación para las familias es hacer una buena búsqueda para estar seguro de que centro escogido ofrece los requerimientos específicos que necesita el anciano.
La familia debería primero consultar a un médico especialista en geriatría. Este paso siempre es recomendable, ya que podrá informar y orientarles de cuáles son las necesidades concretas y los requerimientos de su familiar. A partir de ahí, hay que encontrar la opción y el centro más apropiado.
Existen, como dice, ayudas económicas para acceder a una residencia pública. Respecto a las residencias privadas, el precio puede ser elevado, en especial si lo comparamos con las pensiones actuales.
“El coste de las residencias puede parecer elevado, pero hay que valorar todas las prestaciones y servicios que ofrecen”
El coste de las residencias puede parecer elevado, pero hay que valorar todas las prestaciones y servicios que ofrecen. Los centros cada día mejoran su atención especializada, con un equipo de cuidados y especialistas que incluye médicos, atención de enfermería, vídeoconsultas hospitalarias que previenen muchos problemas de salud, trabajo de terapia ocupacional, fisioterapia, psicología, podología…; además de los servicios básicos.
(Ríe) No, por supuesto que no. En las residencias los recursos siempre son pocos; siempre hay mucho en lo que invertir para poder mejorar.
Las puntuaciones para entrar en una residencia pública incluyen la valoración de la pensión, los inmuebles que el mayor posee y la situación familiar. Pero esta valoración se realiza desde el área de trabajo social de las comunidades.
No más de un año, aunque la espera varía según la comunidad autónoma.
Suelen ser los hijos y otros familiares los que añaden dinero a la pensión para pagar su entrada en una residencia privada, al menos hasta que al mayor se le concede la plaza en un centro público. Otras privadas anuncian la posibilidad de una plaza a cambio de alguna propiedad inmobiliaria; pero desconozco cómo funciona esta última opción.
“Lo primero que debemos saber son las necesidades específicas de nuestro mayor y, en función de ellas, buscar la residencia más apropiada”
Lo primero que debemos saber son las necesidades específicas de nuestro mayor y, en función de ellas, buscar la opción apropiada. Una consulta con el geriatra puede ayudar en este paso. Si busca una residencia por una fractura de cadera, la familia debe escoger un centro que cuente con un servicio de fisioterapia muy potente. Pero si el ingreso en una residencia es debido a alteraciones de la conducta, hay que escoger una residencia que tenga personal especializado e instalaciones apropiadas para ello. Este es el caso de un mayor con una demencia incipiente, que requerirá entrenamiento psicológico y de memoria. Mientras que un mayor con una demencia más avanzada, precisará un centro con unidades de promoción de la autonomía.
Esto es complicado. Creo que actualmente uno de los estándares de calidad es que sea un centro que no use sujeciones físicas y utilice de forma racional los neurolépticos (fármacos antipsicóticos).
La señal general para decidir que un mayor debe ingresar en un centro es que requiera unos cuidados inviables de recibir en un domicilio. Entonces, la residencia es necesaria.
Es difícil acertar, pero creo que siempre el mejor sitio para cualquier mayor es su casa, por lo que la primera opción puede ser intentar contratar a un cuidador a domicilio, siempre con atención individualiza. Si vemos que esto no funciona o no es viable, entonces se puede recurrir a una residencia. Entre una residencia o un cuidador a domicilio, no hay una opción que sea mejor o peor: solo podemos hablar de qué es lo más adecuado para cada paciente.