En los hospitales públicos de España haría falta el doble de geriatras de los que hay en la actualidad. Esta situación puede agravarse con la crisis y repercutir de forma negativa en la salud y longevidad de las personas mayores. Según los expertos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), esta desatención debe combatirse con un Plan Nacional de Atención al Paciente Mayor, en lugar de con planes parciales sobre las distintas enfermedades que les afectan. En este artículo se describe cuál es en concreto el déficit de geriatras en los hospitales públicos y por qué está en peligro la longevidad de la población, además de la necesidad de un Plan Nacional de Atención al Paciente Mayor.
En 2025 habrá 15 millones de personas con más de 65 años en España, es decir, el 32% de la población. En nuestro país el número de ancianos sigue en aumento, pero los recursos que se les destinan menguan. Y esta paradójica situación no solo no se corregirá en los próximos años, sino que parece que empeorará, debido al actual impacto de la crisis económica, según declaraciones de Pedro Gil, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, presidente de la Fundación SEGG y, hasta junio de 2013, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), cargo que ostenta hoy en día José Antonio López Trigo.
Escasez de geriatras en la atención sanitaria pública
El primer déficit importante que afecta a los ancianos es el del número insuficiente de geriatras en los hospitales públicos españoles, mientras que en el ámbito privado sí que se puede encontrar a estos especialistas. Esto significa que este déficit repercute, sobre todo, en la calidad de la atención sanitaria que se dispensa a los mayores con menos recursos económicos. La SEGG calcula que, en España, hay entre 450 y 500 geriatras en los hospitales públicos, cuando harían falta por lo menos el doble, entre 900 y 1.000 geriatras.
En España, hay entre 450 y 500 geriatras en los hospitales públicos, cuando harían falta por lo menos el dobleCabe tener en cuenta que los problemas de salud en el anciano tienen características particulares que hacen necesaria una formación específica, la del geriatra, para atenderlos de forma conveniente y que es necesario implementar la presencia de este profesional en los hospitales.
Aun así, hay dos comunidades autónomas (Andalucía y el País Vasco) que no reconocen esta especialidad y que, por lo tanto, no tienen a ningún geriatra en el sistema sanitario público, según la SEGG. En el resto de autonomías, el déficit de este profesional se manifiesta de forma desigual. Así, en la Comunidad Valenciana, Galicia, Extremadura e Islas Baleares, el déficit es muy importante; en otras, la presencia del geriatra es poco representativa, como en Murcia; aceptable, en Castilla La Mancha, Castilla y León, Aragón, Navarra o La Rioja; avanza poco a poco en Canarias; y es buena en Asturias. Pero, sin duda, las comunidades mejor dotadas de geriatras son Madrid y Cataluña.
La longevidad del anciano en peligro
Esta situación deficitaria de la geriatría en España «tiene visos de empeorar aún más con la crisis, porque no parece que se vaya a implantar un sistema de atención al anciano de forma especializada. Las crisis siempre afectan a los grupos más debilitados, los ancianos y los niños. Sin embargo, los pequeños tienen quienes velan por ellos: sus padres. Pero los ancianos no; por ello son la parte de la sociedad más desprotegida desde el punto de vista sanitario y social», ha recordado Gil.
La tendencia al incremento de la esperanza de vida de los españoles durante décadas, por primera vez, ha decrecido
Los gestores sanitarios contemplan al anciano como el más gravoso de sus pacientes, a juicio de Gil. A menudo no tienen en cuenta que «no hay fármaco caro ni barato, sino bien indicado y mal indicado. El más barato puede resultar fatal por sus efectos adversos y, por lo tanto, acabar resultando más caro. Hoy sabemos que el 20% de los ingresos hospitalarios de la población anciana se debe a reacciones adversas de los fármacos, debido a errores de dosificación, administración y diagnóstico. El descenso del consumo de fármacos pasará factura a la salud de los ancianos y la esperanza de vida que se tenía, que crecía de año en año. Y no solo se estabilizará, sino que bajará», augura este experto.
De hecho, la tendencia al incremento de la esperanza de vida de los españoles durante décadas se ha interrumpido por primera vez y ha decrecido, aunque ligeramente, según los últimos datos que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado este año. La media de la esperanza de vida en España de una persona nacida en 2012 se situó en 82,2 años (79,3 años para los hombres y en 85 para las mujeres), 2 décimas menos que en 2011. Aunque todavía es pronto para saber si se trata de una tendencia, esta ligera caída de la esperanza de vida ya ha sorprendido de forma negativa a demógrafos y profesionales de la salud.
En los últimos años han prosperado, en el Sistema Nacional de Salud, iniciativas que afectan a las personas mayores, como la Estrategia Nacional del Ictus, la Estrategia en Cardiopatía Isquémica, la Estrategia en Diabetes o la próxima elaboración (ya anunciada) de la Estrategia Nacional de Enfermedades Neurodegenerativas, a las que cabrían sumar reivindicaciones específicas como la petición de que se haga un Plan Nacional de Alzheimer.
Pero cualquiera de ellas es solo una parte del todo, ya que cada una aborda un problema de manera parcial, mientras que la SEGG es partidaria desde hace mucho tiempo de un Plan Nacional de Atención al Paciente Mayor. “Así se formalizaría un aspecto fundamental, que es la atención central a las personas, y no a las enfermedades. Además, hay que pensar que España es uno de los países más envejecidos de Europa y del mundo, y con mayor esperanza de vida, por lo que sería pertinente exportar al resto del mundo un plan centrado en el paciente mayor, que es complejo, crónico, pluripatológico, dependiente y frágil”, ha explicado Pedro Gil, presidente de la Fundación SEGG.
Otros planes que se han llevado a cabo, como el Libro Blanco de la Gerontología o el Libro Blanco del Mayor, tratan los problemas y necesidades de la ancianidad desde el punto de vista social. Pero la propuesta de la SEGG va más allá, ya que postula que el Plan Nacional de Atención al Paciente Anciano debería abordar la atención al mayor tanto desde el punto de vista sanitario y social, basado en la ciencia, en vez de parcelar la atención y en función de intereses partidistas, sindicalistas y gregarios.
Como España es el país más longevo de Europa, sería razonable que llevara a cabo ese plan que, según este especialista, es técnicamente posible, pero para el que falta voluntad.
Otros países se han adelantado: Reino Unido es la madre de la geriatría y tiene un buen desarrollo de la atención geriátrica sanitaria y social integradas, así como Canadá y Japón en otros continentes. Los países que se dotan de estos planes elevan la calidad de la atención en el trecho final de la vida.