Donar el cuerpo para la investigación y docencia en las facultades de medicina no sólo es un enorme acto de generosidad y altruismo. También es una gran contribución a la ciencia y la formación de los futuros médicos. La solidaridad de los españoles al menos en ese sentido no se cuestiona, si bien predomina la donación de órganos. El culto a la muerte en algunas regiones, según explican los expertos, impide que esta práctica sea más extendida. Los pasos a seguir para hacerse donante son rápidos y sencillos. En algunas universidades se exige la presencia del donante para cumplimentar el carné y en otras basta con responder un formulario por correo.
Mayor donación de órganos que de cuerpos
A finales del siglo 19 y principios del 20 la Ley de Policía Mortuoria obligaba al traslado de los cadáveres de los indigentes a las facultades de medicina. Si no se producía un entierro de beneficencia, los cuerpos sin vida de muchas personas que no eran reclamadas iban a parar a los departamentos de anatomía de las universidades. Con el paso de los años, sin embargo, esta práctica desapareció y la donación de cuerpos se convirtió en un acto meramente voluntario y altruista.
En España, según explica el doctor Fermín Viejo, director del Departamento de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad Complutense en Madrid, la donación de órganos está mucho más extendida que la de cuerpos. España, insiste, “es mejor donante de órganos que de cadáveres”. Ello se debe a que en algunas zonas del país todavía persiste un cierto culto a la muerte que de alguna manera rechaza la posibilidad de donar el cadáver para que sea estudiado y para que sirva de práctica en el aprendizaje de la medicina.
Eso se nota en algunas zonas más que en otras: las regiones menos proclives a la donación de cadáveres son Valladolid, Salamanca y muchas zonas del mediterráneo. Por el contrario, en las grandes ciudades la reticencia es mínima. Barcelona, por ejemplo, es la ciudad donde más cuerpos se reciben, seguida de Madrid. Aunque las Universidades del País Vasco, Cantabria y Navarra son consideradas punteras a nivel mundial.
Las cifras varían de una zona a otra. Desde dos o tres cuerpos donados al año en facultades de medicina de ciudades como Salamanca o Valladolid, hasta los 70 u 80 que se pueden recibir anualmente en la Universidad Autónoma de Barcelona, según comenta el doctor Fermín Viejo. En la facultad de medicina de la Universidad Complutense existen dos departamentos que trabajan con cadáveres para la docencia. Al año se recibe en cada uno de ellos un promedio de 18 ó 20 cuerpos. En la Universidad del País Vasco la cifra se fija entre 10 y 12 cadáveres anuales. Tanto en la Complutense como en la Universidad del País Vasco existen más de mil donantes inscritos.
En la actualidad hay cerca de una veintena de facultades de medicina en todo el país que reciben donantes. Por lo general, las campañas de sensibilización sobre este asunto son más bien esporádicas, pero cada día, según explican profesores consultados, crece más el número de donaciones. En la Universidad del País Vasco, asegura Francisco Doñate, director del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina de esa institución, las campañas son constantes. Tanto, que inclusive algunos miembros del cuerpo de profesores y personal de servicios se han hecho donantes.
El doctor Doñate es uno de ellos. Y como anécdota cuenta que en alguna ocasión recibió la noticia del fallecimiento de un amigo que trabajaba en la Universidad y que era donante. “Es una situación un poco problemática. Yo comía con esta persona casi todos los días y nos unía una gran amistad”. Ante tan desafortunada situación la familia decidió, entonces, cremar el cuerpo, pero los restos permanecen en el recinto que la Universidad ha creado para los donantes. “Supongo que en mi caso preferirán trasladarme a otra universidad o también me cremarán. Con el cuerpo de una persona desconocida puedo trabajar con su cuerpo, pero si es alguien cercano me niego”, señala el catedrático Doñate.
Como ventajas de la donación de cuerpos los catedráticos Doñate y Viejo señalan la posibilidad de formar mejores profesionales. “Los cuerpos son materiales preciosos que están fuera del alcance de los hombres, pues nadie puede pagar por un cadáver. Estos son fundamentales para los médicos del mañana”, afirma Doñate. “Donar un cuerpo a la larga tiene la misma consideración que donar un riñón o un hígado. Un cirujano en formación podrá ensayar nuevas técnicas si practica con un cuerpo”, añade el profesor Fermín Viejo.
Proceso rápido y sencillo
Hacerse donante es un proceso sencillo que debe efectuarse en la Comunidad donde se reside. Sólo existen algunos matices de una universidad a otra. Lo primero que hay que tener claro es que se trata de un acto absolutamente altruista, un acto desprovisto de cualquier tipo de compensación económica. En algunas universidades se exige la presencia del donante como requisito fundamental para elaborar el carné. En otras, basta con rellenar un impreso que puede ser enviado por correo. La universidad de Málaga pertenece al primer grupo, es decir, al de los que exigen la presencia del donante. El interesado se puede personar en horario de mañana en el campus universitario de Teatinos, en el área de anatomía y embriología humana de la facultad de medicina. Una vez allí, deberá llenar un sencillo formulario que recoge sus datos personales y que se firmará en presencia de dos testigos, bien propios, o bien de la misma facultad.
En la universidad Complutense el interesado puede llamar por teléfono y solicitar que le envíen por correo un formulario. Si está de acuerdo, lo reenvía y después se le entregará el carné oficial de donante. En el formulario se piden datos básicos como nombre, apellidos, dirección, fecha de nacimiento y algún aporte relevante sobre su historia clínica. El procedimiento es similar en la Universidad del País Vasco.
Una vez firmado el documento y concedido el carné de donante las universidades se comprometen a encargarse de todo lo que tenga que ver con el traslado del cuerpo. Si, por ejemplo, una persona adscrita como donante a una universidad de Madrid fallece en otra ciudad de España, la facultad preferirá que el cuerpo sea entregado a la universidad más cercana para evitar los costes del traslado.
Por lo general, los departamentos que se encargan de estos asuntos tienen acuerdos con los servicios funerarios de sus respectivas ciudades. Estos se encargan de recoger el cuerpo y trasladarlo a la universidad sin que ello suponga ningún coste para los familiares.
¿Y qué ocurre si la familia se opone? “Si cuando se produce el fallecimiento la familia no nos lo pone en conocimiento, no podemos saberlo. Y tampoco podemos hacer nada para evitarlo”, afirma el profesor Fermín Viejo, de la Universidad Complutense. Algunas veces se da la circunstancia de que el donante se encarga de que su última voluntad sea recogida en el testamento, pero aún así no se garantiza que ésta se cumpla, pues los testamentos se abren cuando ha fallecido la persona y cuando ya se ha producido su sepelio.
Cualquiera puede ser donante
En términos generales, puede decirse que cualquier persona está en condición de convertirse en donante. Sin embargo, existen algunos motivos de rechazo. Son básicamente dos: Enfermedades infecto contagiosas (Sida y hepatits C), y cuando se producen intervenciones judiciales a causa de muerte por accidente o cualquier otra causa violenta. En circunstancias así, cuando el cuerpo llega a la facultad no se procede a su preparación, sino que se envía directamente al crematorio. En ese sentido el doctor Doñate señala como motivo de rechazo algunas otras causas, como por ejemplo una muerte por meningitis. En cambio, no se rechaza a los fallecidos por cáncer o neumonía. También hay que tener en cuenta que la donación de cuerpos no es compatible con la donación de órganos. Siempre tiene prioridad ésta última.
Una vez ingresa en la facultad de medicina, el cuerpo es convenientemente desinfectado y se procede a un tratamiento especial con formaldehído (formol) para su conservación. Es común que en las universidades españolas el promedio de conservación sea de unos cuatro años. En ese lapso los profesores y los alumnos trabajarán directamente sobre el cadáver, que se convierte así en una pieza clave para la formación de los futuros médicos.
El tratamiento de los cadáveres en la sala de disección es una preocupación constante de la Sociedad Anatómica Española. La causa principal es el uso del formaldehído, un elemento de riesgo. Fermín Viejo, que también pertenece a esta Sociedad, explica que en los últimos años se ha intentado moderar el uso de este producto. “Estamos utilizándolo en menos dosis y en menor concentración, aunque de todas maneras conviene aclarar que el riesgo es más marcado para los profesores que para los alumnos”, señala.
Una vez se ha agotado el grado de utilidad de un cuerpo se procede a su cremación. Antes, la universidad organiza una pequeña ceremonia de agradecimiento. En ese sentido, la Universidad del País Vasco ha dado un paso más. El pasado mes de septiembre inauguró el Foresta Vitae- Bizitzaren Basoa Bosque de la Vida, un monumento con el que la Universidad ha querido homenajear a todos los que donan su cuerpo a la ciencia. Este recinto alberga las cenizas de los donantes. La Universidad del País Vasco se convierte así en la primera de España en llevar a cabo un acto semejante. “Somos el primer monumento funerario de arte moderno del mundo. Algunas universidades tienen una placa o monumentos más pequeños, pero no la pieza escultórica tan tremenda que se ha diseñado aquí”, señala Doñate.
El bosque de la vida consta de 20 árboles de acero corten, un acero que se oxida sólo en la superficie y que es de larga duración. Entre ese bosque reposan las cenizas de medio centenar de donantes. Se trata, en definitiva, de un homenaje a la vida, pues, como explica Francisco Doñate: “Siempre hay que darle prioridad a la vida sobre la muerte”.