Las pruebas de medicina nuclear están muy bien implantadas en el sistema sanitario y gozan de cierto recorrido, pero en los próximos años se ampliarán, gracias al avance en nuevos radiofármacos. Para los pacientes, la disponibilidad de estas exploraciones tiene como principal ventaja que permite detectar alteraciones funcionales en el organismo antes de que las variaciones o lesiones estructurales se desarrollen y se hagan visibles, según explica en esta entrevista Isabel Freile, médico especialista de Medicina Nuclear de la compañía Iba-Molypharma.
Las exploraciones de medicina nuclear consisten en la administración, de forma habitual por vía intravenosa, de un radiofármaco, que una vez en el interior del organismo se distribuye por él y alcanza los órganos, tejidos o sistemas que tenemos que estudiar.
Son agentes que, en general, constan de dos partes fundamentales: una molécula trazadora, que va a determinar la ruta metabólica de ese radiofármaco dentro del organismo, y un isótopo radioactivo ligado a la molécula, que emite una pequeña cantidad de radiación y que puede ser detectado desde el exterior mediante unas gammacámaras, que transforman esa información en imagen.
“El radiofármaco se distribuye por el organismo y alcanza los órganos, tejidos o sistemas que se quieren estudiar”
Los radiofármacos son medicamentos y están autorizados. Si no fueran seguros, las autoridades sanitarias no habrían dado esta credencial. La cantidad de radiación que se administra a un paciente es muy pequeña y asumible. En la vida diaria recibimos radiaciones muy superiores a las que se reciben con un radiofármaco. La mayor cantidad de radiación que se recibe con una exploración de medicina nuclear es igual o incluso inferior a la recibida por una exploración radiográfica convencional.
Sí. Por poner otro ejemplo: en un viaje de avión transoceánico se recibe una dosis similar de radiaciones que en una prueba de medicina nuclear.
“La mayor cantidad de radiación que se recibe con una exploración de medicina nuclear es igual o inferior a la de una radiografía convencional”
Los radiofármacos son una molécula unida a un isótopo radioactivo. Los isótopos radioactivos se pueden producir en tres tipos de tecnología: en un ciclotrón, en generadores o en reactores de fisión nuclear. El radioisótopo más utilizado en medicina nuclear convencional es el tecnecio 99m metastable y se produce en un generador, que es un aparato tan sencillo, que está disponible en cualquier servicio de esta especialidad.
Es una tecnología punta donde se producen la mayor parte de los radiofármacos que se utilizan en la tecnología PET (o Tomografía por Emisión de Positrones). Aparte de la tecnología que supone, se requieren unos laboratorios equipados de manera especial que deben cumplir dos tipos de normativas: la requerida a todos los medicamentos por parte de las autoridades sanitarias y, por tratarse de un producto radioactivo, la exigida por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Son sustancias sujetas a una doble regulación y muy controladas.
La medicina nuclear es útil a casi todas las especialidades clínicas: la cardiología, la neurología, la endocrinología, la urología o la oncología. Se dedica a estudiar la función, mientras que el resto de las tecnologías de estudio mediante la imagen evalúan las estructuras (anatomía).
“Los radiofármacos son medicamentos sujetos a una doble regulación y muy controlados”
En la mayoría de las patologías se origina, de manera precoz, una alteración funcional antes de que ocurra una alteración estructural. La medicina nuclear es capaz de detectar alteraciones antes de que ocurran. Esto permite instaurar el tratamiento precoz, que va a incidir de forma positiva en los resultados. Además, ahora mismo casi todos los aparatos de PET (tomografía por emisión de positrones) también están equipados con TAC (tomografía axial computerizada). Son aparatos híbridos PET-TC, con los cuales se puede captar a la vez las alteraciones en un plano bioquímico molecular y localizar de manera afinada la lesión.
No son el futuro, sino el presente. Los aparatos de PET-TC ya están en muchos servicios de medicina nuclear, aunque sí será una novedad en el mercado la fusión del PET con la resonancia magnética (RM).
También serán capaces de estudiar las alteraciones funcionales junto con las estructurales, al igual que con la exploración de PET-TC. No obstante, la TC está enfocada a estructuras distintas a las que se estudian con la RM.
“La preparación previa del paciente es mínima, solo en algunos casos debe acudir en ayunas”
La preparación previa del paciente es mínima. En algunos casos, según la exploración, debe acudir en ayunas. Es habitual que la mayoría de radiofármacos se eliminen por vía renal, por lo que se les pide a los pacientes que acudan a estas exploraciones bien hidratados y que beban hasta que eliminen el radiofármaco.
Depende del radiofármaco administrado. Una vez que el paciente ya está preparado, se le administra por vía intravenosa. Después se requiere cierto tiempo para que se distribuya por el organismo y llegue al lugar deseado para la adquisición de imágenes con la gammacámara. Este tiempo medio varía entre 30 y 60 minutos, es muy variable. Hay exploraciones que exigen varios pasos o toma de imágenes en diferentes días.
No, son las llamadas exploraciones no invasivas. La mayor molestia que puede tener un paciente es la derivada del pinchazo por la administración intravenosa del radiofármaco. Pero no son pruebas dolorosas, en absoluto. La otra molestia que tiene es la de permanecer inmóvil en la camilla durante el tiempo que dura la exploración, necesario para evitar que se aprecien artefactos en la imagen.
“Se prevé que la PET ayudará al diagnóstico, evolución y valoración de la eficacia terapéutica en distintas patologías”
Antes de aprobar cualquier prueba, siempre se debe valorar el riesgo-beneficio. Están contraindicadas, por razones obvias, en embarazadas. Por eso, en edades fértiles, antes de aplicarlas, primero hay que indagar un posible embarazo. También hay limitaciones en mujeres que amamantan y en niños, por prevención. Pero no significa que no se administre, sino que las dosis del radiofármaco deben adaptarse al peso y talla de los niños.
Sí, está muy extendida y tiene un recorrido de años. Ello no quiere decir que no se siga con la investigación. De hecho, en los últimos años se han desarrollado nuevos radiofármacos. Además, se prevé que la PET ayudará al diagnóstico, evolución y valoración de su eficacia terapéutica en distintas patologías.
El desarrollo de nuevos radiofármacos permitirá ampliar el abanico de aplicaciones de la medicina nuclear. Un ejemplo es el de la enfermedad del Parkinson. Para realizar su diagnóstico ya ha sido autorizado un nuevo radiofármaco PET, Dopacis®, producido por Iba-Molypharma. Consiste en una solución inyectable de fluorodopa, que es capaz de detectar de manera muy precoz las alteraciones funcionales de esta patología neurodegenerativa crónica, valorar su evolución y la eficacia terapéutica del tratamiento, que también se puede utilizar en el diagnóstico de tumores neuroendocrinos, informa Isabel Freile.
“Es una sustancia que va a permitir diferenciar el temblor esencial de los síndromes parkinsonianos, relacionados con enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad del Parkinson de otras alteraciones, como la atrofia multisistémica o la parálisis supranuclear progresiva”, expone esta experta.
En cuanto a los radiofármacos que la compañía Iba-Molypharma tiene previsto comercializar en los próximos años figuran el Redectane® (124I-cG250) para diagnóstico precoz del cáncer renal; el Aposense® (18F-ML10), para diagnosticar la apoptosis o muerte celular programada; la 18F-fluorocolina, para el diagnóstico de las recidivas de cáncer de próstata; la 18Ffluorometionina, para la determinación de tumores cerebrales; el fluoruro sódico (18FNa), para metástasis óseas; y una sustancia para el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer.