Julio Zarco es lo que se podría denominar un renacentista moderno. En su vertiente científica, médico de formación y presidente de la Sociedad Española de Medicina Rural y Generalista (Semergen). En la humanista, sigue los pasos de su maestro Pedro Laín Entralgo, escritor, estudioso de la literatura y la filosofía, explorador de los misterios de la esencia humana y profesor del Departamento de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Zarco cree que la medicina debe abrir su horizonte y que la relación entre el médico y el paciente va a experimentar una importante evolución en los próximos años.
Enfermar, entre otras muchas cosas, supone un importante movimiento interior en forma de motivaciones, sentimientos, deseos, con elementos que tienen que ver con la personalidad. Todos ellos tienen asociadas imágenes. Se sabe que estas imágenes tienen una potencia enorme para la resolución y la evolución de las enfermedades. La medicina actual es cartesiana y desde el siglo XVI ha evolucionado de una forma muy mecánica y, evidentemente, no ha contemplado el mundo subjetivo del paciente. Se sabe que cuando el médico maneja ciertos elementos que tienen que ver con el imaginario del individuo, también actúa sobre las emociones y las creencias. De este modo la resolución de la enfermedad se hace de una forma mucho más efectiva.
«Los médicos hemos pasado de ser considerados los chamanes de la tribu a miembros de una profesión devaluada»
Es verdad que los médicos pagamos el que en la universidad no se enseña la medicina desde una perspectiva más cercana al paciente. Sin embargo, desde finales de los 80 existen muchos movimientos en el mundo anglosajón que la contemplan de una forma más holística. Se sabe que si tienes una enfermedad en un órgano no hay que ir sólo a resolver el problema de este órgano, sino a solucionar el conjunto. La enfermedad siempre es el síntoma de una disfunción más general. Por ejemplo, quizá hay problemas de relación interpersonal, insomnio, un alto nivel de estrés, falta de confianza. En definitiva, tratamos de poner orden en lo que tiene que ver con la estructura de la personalidad y con la relación con el mundo. Hay métodos concretos para ayudar a restablecer la situación que van desde las terapias de relajación o las visualizaciones hasta la psicoterapia.
Yo he sido y sigo siendo un gran detractor de los programas de estudio porque los estudiantes de medicina salen con mala formación. La universidad tendría que servir para formar hombres y mujeres con una actitud universal, como indica el nombre de la institución, pero formamos especialistas con una visión muy limitada de la realidad. En esta cátedra se pretende inculcar una visión más amplia, un concepto humanista de la enfermedad donde todo tiene que ver con todo.
Efectivamente hay poco tiempo, pero también es cierto que el médico de atención primaria ha caído en una situación victimista. En este momento es prácticamente incapaz de encontrar soluciones creativas en su ejercicio porque está atrapado en ese victimismo. El médico primero tiene que creerse su importancia porque su papel no es sólo profesional sino también social. Además debe aprender a organizar su agenda y desde asociaciones como Semergen tenemos que demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera. Por otro lado deberíamos tener más consideración por parte de la sociedad porque hemos pasado de ser considerados los chamanes de la tribu a ser miembros de una profesión devaluada.
Efectivamente, pero se ha producido el efecto péndulo. Desde luego, el paternalismo no debe existir y el paciente debe tomar las decisiones, pero es muy difícil escapar porque cuando alguien está muy enfermo delega las decisiones. En cualquier caso, estamos asistiendo a una situación en la que está girando la forma de entender la medicina, al paciente y la relación entre médico y enfermo. Dentro de 10 o 15 años van a comenzar a emerger cosas interesantes porque el modelo paternalista no funciona.
Siempre el dolor del alma porque tiene difícil manejo. Existe un arsenal muy importante de fármacos o de métodos para eliminar el dolor físico, pero no ocurre lo mismo con la angustia, con la crisis existencial, con la desesperación. Para esto no existe una medicina y es ahí donde se tiene que hacer algo fuera de lo convencional. En ese caso el médico tiene que ser terapeuta, consejero, amigo y, como decía Pedro Laín Entralgo ‘sobretodo ser humano’. La distancia terapéutica entre el paciente y el médico se difumina y es necesario ponerse en el pellejo del otro porque de lo contrario es imposible llegar a entender determinadas cosas. Es duro para el profesional porque eliminar la distancia hace que él sufra también, pero la mayor parte de las veces hay que zambullirse en el paciente y tratar de implicarse hasta límites que van más allá de lo que está establecido.
Julio Zarco tomó posesión de la presidencia de la Sociedad Española de Medicina Rural y Generalista (Semergen) en 2004. Desde entonces, la sociedad, que cuenta en la actualidad con algo más de 5.000 miembros, ha impulsado distintas actuaciones con el objetivo de «mejorar la competencia profesional» y la relación con instituciones sanitarias autonómicas y estatales. Del mismo modo, Zarco ha puesto en marcha programas específicos destinados a potenciar «la investigación y la formación en todos los ámbitos de la atención primaria». El presidente de Semergen, además de médico de en los primeros niveles asistenciales, es profesor en la Universidad Complutense de Madrid.
Fruto del espíritu renovador que propugna es el libro «La sombra del dolor», editado con la colaboración del Grupo Grünenthal. El libro recoge experiencias personales de Zarco en las que priman el interés por propiciar el «encuentro de los profesionales médicos y el paciente» con el objetivo de «conocer mejor» las realidades de ambos colectivos. El dolor, «ya sea físico o emocional», señala el especialista, es el nexo que propicia la aproximación.
En opinión de Zarco, el encuentro con los pacientes define «una galaxia de experiencias» que puede ser enriquecedora para el profesional si se logra suparar las «barreras y obstáculos» que a menudo se interponen entre el profesional y el médico. «Los médicos debemos aprender continuamente de los pacientes», resume el experto en relación con lo que trata de expresar a través de su libro.