A pesar de los buenos niveles de control conseguidos y de la elevada concienciación del personal sanitario, las infecciones nosocomiales, las que se contraen en el hospital, siguen siendo un problema relevante en los centros sanitarios de nuestro país. Los principales factores son la mayor frecuencia de pacientes con alta susceptibilidad a los microorganismos resistentes a los antibióticos y el aumento de la complejidad en las intervenciones realizadas. Con todo, la sanidad española ha reducido el número de episodios desde que en la década de los 90 se comenzara su contabilización. En este artículo se explica qué son las infecciones nosocomiales, qué consecuencias tienen para los pacientes ingresados y qué se hace para luchar contra ellas.
Un 6,3% de los pacientes hospitalizados en España sufre una infección durante su ingreso, es decir, una infección nosocomial. Es el índice más bajo de los últimos 20 años, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. El estudio lo realiza cada año la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) y en la última edición participaron 287 hospitales de agudos españoles y se estudiaron más de 61.000 pacientes. Los índices de los primeros trabajos, llevados a cabo en la década de los 90, registraron cifras del 8,5%. Desde entonces, los números han caído más de dos puntos.
Según los especialistas, el informe pone en evidencia la mejora en los indicadores de infección intrahospitalaria como respuesta a todos los programas de actuación que se han adoptado en el Sistema Nacional de Salud. Pero aún queda mucho por hacer, porque estos episodios nosocomiales se resisten.
Prevalencia de las infecciones nosocomiales
El estudio nacional también señala que estas infecciones son más frecuentes entre los hombres, mientras que la comparativa con años anteriores muestra también un incremento en la edad de los pacientes infectados: se ha pasado de los 57,1 años de media (2001) a los 60 años. Las más frecuentes siguen siendo las respiratorias (22,2%), seguidas de las urinarias (20,6%), las quirúrgicas (19,4%) y las bacteriemias (13,7%). Asimismo, el índice de infecciones es mayor en hospitales grandes (8,2% de los pacientes ingresados), frente al 5,4% registrado en los hospitales pequeños.
Otros datos epidemiológicos, extraídos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), indican que los índices de prevalencia son más altos en pacientes con mayor vulnerabilidad por edad avanzada, con una enfermedad subyacente o bajo quimioterapia.
Objetivo: conocer las infecciones nosocomiales
Además de ser uno de los motivos principales de fallecimiento, estas infecciones pueden ocasionar trastornos que reducen la calidad de la vidaLa OMS define infección nosocomial como la contraída en el hospital por un paciente internado por una razón distinta de ese contagio. Aunque comprende las adquiridas en el centro sanitario, también incluye las que se manifiesta después del alta hospitalaria y las del personal del centro.
En realidad, son frecuentes debido al propio ambiente hospitalario. Dicho medio favorece el desarrollo de todo tipo de microorganismos, que no solo ponen en peligro a los pacientes, sino también a las visitas. El lugar preferido de estos organismos son las unidades de cuidados intensivos (sobre todo de bebés prematuros), las salas de postoperatorio de cirugía y las zonas de ingreso de ancianos. Los pacientes ingresados en estas unidades tienen el sistema inmunitario muy debilitado, por lo que los patógenos se pueden multiplicar con toda libertad.
Una de las grandes dificultades para erradicar las infecciones nosocomiales es la resistencia de los microorganismos a los antibióticos, provocada por el uso generalizado de estos fármacos para combatirlas. Esta barrera ha obligado al desarrollo de medicamentos de nueva generación aunque, a la larga, vuelven a generar resistencia.
La resistencia a los antibióticos, el aumento de pacientes susceptibles de contraer una infección, nuevos microorganismos y el incremento de hospitalizaciones de larga estancia han provocado que la lucha contra estos contagios sea aún una ardua tarea. Todo ello a pesar de las importantes medidas que se están llevan a cabo en los sistemas de sanidad de muchos países (en España, desde 1970, hay comisiones especializadas en cada hospital). La buena noticia es que también ha aumentado el grado de formación del personal, las iniciativas y el número de implicados que desean intervenir o participar de forma más activa contra ellas.
Consecuencias de las infecciones nosocomiales
Las infecciones nosocomiales agravan la discapacidad funcional y la tensión emocional del paciente, pueden ocasionar trastornos que reducen la calidad de la vida y, además, son una de las principales causas de defunción. Los costes económicos son enormes, sobre todo porque suponen una estancia prolongada en el hospital: los derivados directos de la estancia, el trabajo perdido del paciente, el mayor empleo de medicamentos, la necesidad de aislamiento y el uso de más estudios de laboratorio y otros con fines de diagnóstico también elevan el gasto.
La edad cada vez más avanzada de los pacientes hospitalizados, la mayor prevalencia de enfermedades crónicas en pacientes ingresados y la mayor utilización de procedimientos terapéuticos y de diagnóstico que afectan las defensas del huésped constituirán una presión constante en las infecciones nosocomiales en el futuro.
Las principales premisas que se tienen en cuenta para combatir contra las infecciones nosocomiales son las políticas de buena higiene, una buena limpieza de manos en trabajadores sanitarios y la identificación y seguridad de los pacientes. Otros centros hospitalarios han elaborado también un mapa con las bacterias más frecuentes y el tratamiento antibiótico más efectivo. Disponer de estos datos permite aplicar los tratamientos más idóneos con mayor antelación, lo que mejora de forma notable la evolución clínica del paciente afectado.
En muchos hospitales de España se han implantado una serie de programas que potencian la cultura de seguridad en los centros sanitarios como Bacteriemia Zero, relacionado con las infecciones provocadas a partir de los catéteres centrales en las unidades de cuidados intensivos; Neumonía Zero, aplicado para prevenir la neumonía asociada a la ventilación mecánica; y varias campañas de higiene de manos. Todos estos programas han sido financiados y promovidos por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y han contado con la colaboración de las comunidades autónomas, que también han puesto en marcha programas específicos de seguridad del paciente y de vigilancia y control de infecciones.