Los últimos datos suministrados por el Instituto Nacional de Estadística hablan de tres millones y medio de extranjeros residentes en España, una población que, en términos generales, es joven y sana, según aseguran los expertos. Sin embargo, en la fase inicial de su asentamiento, presentan problemas sanitarios vinculados a su condición (procedencia de países en desarrollo, o situación de vida precaria), especialmente parasitosis, hepatitis víricas, tuberculosis o complicaciones sexuales y reproductivas.
Es en este primer momento cuando cobra mayor importancia recibir atención sanitaria de calidad, que es accesible en las mismas condiciones que para la población española. Sin embargo, no siempre es fácil poder suministrarla ya que existen barreras que dificultan esta labor, como el idioma, las desigualdades de género y la distinta percepción que tiene este colectivo acerca de la enfermedad. En opinión de los expertos sanitarios consultados, es necesario realizar una labor de concienciación entre la población inmigrante para que vigile su salud y, especialmente, la de sus hijos.
Enfermedades psicosomáticas
Los inmigrantes gozan de buena salud. Son una población joven y sana, con pocos achaques y que padece las mismas enfermedades que los españoles, si bien es cierto que en hospitales y consultas también se atienden patologías poco frecuentes en España. Estas enfermedades vienen derivadas de su lugar de origen o de las condiciones socioeconómicas en las que viven a su llegada a nuestro país. Las más frecuentes son diversas parasitosis (paludismo, esquistomatosis o enfermedad de Chagas) y hepatitis víricas. Además, es posible la aparición de tuberculosis, sida, así como complicaciones reproductivas y sexuales, a lo hay que sumar una elevada incidencia de accidentes laborales y de problemas psicológicos derivados del desgaste psíquico al que están sometidos. De hecho, este último factor es fundamental, y Rogelio López Vélez, de la Unidad de Medicina Tropical y Parasitología Clínica del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, señala que la raíz de muchos de los problemas de salud de esta población son de naturaleza psicosomática, producto de su propia situación.
La población inmigrante suele ser joven y sana, aunque no son raros los casos de parasitosis, enfermedades infecciosas y psicosomáticas
Teniendo en cuenta los datos del INE, que señalan que en España viven tres millones y medio de extranjeros, cuando según el censo de 1981 no llegaban a los doscientos mil, la salud de los inmigrantes se ha convertido en un aspecto fundamental para el sistema asistencial sanitario. Pero ¿cómo abordar la atención sanitaria a estos pacientes? ¿Es fácil llegar a este colectivo cada vez más numeroso?
Aunque el sistema sanitario español ha adoptado el principio de universalidad y el inmigrante recibe la misma atención que la población española, no son pocas las dificultades a las que se enfrentan los profesionales de la salud para atenderlos. Entre otras razones, porque su percepción de la salud y de la enfermedad, así como de la asistencia sanitaria, difiere por completo de la de un español debido al menor desarrollo socioeconómico de su sociedad de origen y a la falta de atención sanitaria que existe en tales lugares. Otros escollos que deben sortearse a diario en los centros de salud son el idioma o las desigualdades de género.
Adaptación mutua
La asistencia médica que reciben los inmigrantes en España es, en general, de una elevada calidad, pero lo más importante para atender correctamente a estos pacientes, según señala López Vélez, y reconoce también Francisco Martos, gerente del hospital Punta de Europa, de Algeciras, es tener en cuenta no sólo los aspectos médico-sanitarios, sino también los psicológicos, socioeconómicos y culturales porque lo que determina el estado de salud de la población inmigrante son las condiciones socioeconómicas en las que viven al llegar a nuestro país.
Debido precisamente a estos condicionantes, se entiende como fundamental que la población reciba una atención especial en sus primeras etapas de estancia, cuando tienen que adaptarse a un mundo desconocido, un mundo que también debe adaptarse a una realidad que cambia a marchas forzadas. La llegada masiva de inmigrantes a España hace necesario replantearse el funcionamiento de los servicios asistenciales, entre los que destaca el servicio sanitario.
El sistema de salud español viene adaptándose poco a poco a los nuevos tiempos, aseguran los expertos consultados. También a las necesidades planteadas por este colectivo, con programas de atención especial a su problemática, puesta al día de calendarios vacunales para niños y adultos.
Diversos centros incluyen servicios de asistencia específicos para este colectivo, como el Hopital Niño Jesús, de Madrid, cuya sección de Pediatría Social cuenta con programas de atención a las minorías étnicas que comprende también la atención temprana de los inmigrantes en el nuevo contexto social, la evaluación médica de los niños procedentes de adopción o inmigración internacional, que a veces presentan determinadas patologías que requieren especialización y suficientes recursos para ser diagnosticadas.
También los recién llegados a España deben adaptarse al funcionamiento del servicio de atención sanitaria, sistema que la mayor parte desconoce ya que provienen de países en los que el acceso a los sistemas de salud les estaba prácticamente vedado. Por este motivo, según señala López Vélez, los inmigrantes no suelen utilizar correctamente los servicios de salud que tienen a su alcance y desconocen la posibilidad de acudir a médicos de atención primaria, por lo que habitualmente recurren a las Urgencias de los hospitales, donde se les informa de las prestaciones médicas a que tienen derecho. Además, les resulta complicado realizar trámites con los que no están familiarizados, como la petición de cita médica o la solicitud de diversas pruebas. El objetivo del sistema de salud español es que los inmigrantes acudan a los médicos de primaria para que éstos puedan realizar su adecuado seguimiento, que utilicen el sistema de salud y se beneficien de éste del mismo modo que la población española.
Se ha hablado mucho de las enfermedades reemergentes, de si la población inmigrante puede introducir patologías que habían disminuido su incidencia en los países desarrollados, como la tuberculosis o el paludismo. ¿Qué hay de cierto en todo ello? Según un estudio de la Universidad de la Medicina de la Inmigración y Tropical del Hospital de Mataró, en los inmigrantes que hace menos de tres años que residen en España se detecta un mayor número de enfermedades importadas de su país de origen, pero el riesgo de transmisión a la población española es poco probable, ya que estas patologías están ligadas a la pobreza y la marginación en la que vive este colectivo.
No son de la misma opinión los servicios de salud de la comunidad autónoma de Canarias, desbordado por la llegada de cientos de inmigrantes casi a diario, una población que en ocasiones padece enfermedades y patologías diferentes. Según las autoridades sanitarias, se han detectado casos de sida, sífilis, enfermedades tropicales, tuberculosis y hepatitis B y C en el 30% de los inmigrantes a los que se ha sometido a análisis.
Sin embargo, según los datos del Instituto Universitario sobre migraciones de la Universidad Pontificia de Comillas, no puede hablarse de introducción de nuevas enfermedades en España o del rebrote de otras que ya se daban por desaparecidas, puesto que los inmigrantes que llegan a nuestro país son, por lo general, «sanos y jóvenes».