Desde que comenzó la crisis por la COVID-19, según la Sociedad Española de Cardiología, “las angioplastias primarias han pasado de 429 semanales (antes de la epidemia) a 258 (durante una semana de epidemia)”. Es decir, se redujo en un 40 % el número de tratamientos referidos a una de las afecciones coronarias más habituales en nuestro país: el infarto de miocardio. ¿Esto significa que los ciudadanos padecen menos del corazón que hace solo unos meses? En absoluto. Lo que sucede es que muchos, como otros pacientes, han tenido más miedo a ir a urgencias y arriesgarse al contagio del coronavirus que a la posible dolencia que estaban sufriendo. Pero en algunos casos no hay ni un minuto que perder: nuestras vidas corren peligro. Te contamos en cuáles.
Lo mismo que les ha ocurrido a los pacientes cardíacos les ha pasado a otras personas con cuadros clínicos como apendicitis, problemas neurológicos y nefríticos o afecciones oncológicas. Y los más pequeños de la casa tampoco han escapado a este temor, saltándose los padres incluso su calendario de vacunas con tal de no llevarlos a un centro sanitario. Sin embargo, de atender a tiempo muchas enfermedades depende que se resuelvan con final feliz. ¿Cuándo es imprescindible llamar al 112 o recurrir a las urgencias hospitalarias?
Si sientes dolor, ardor o presión en el pecho
Según indica la Fundación Española del Corazón, el síntoma habitual de un infarto de miocardio es «dolor tipo peso en la zona del esternón que no se modifica con los movimientos ni con la respiración, bastante intenso y, en ocasiones, se irradia hacia mandíbula, cuello y espalda, brazo izquierdo y, en algunos casos, brazo derecho». Sin embargo, no es la única señal: «También se puede asociar a sudor frío y mareo. Otras veces se manifiesta con dolor en la parte alta del abdomen, dificultad para respirar, ganas de vomitar y pérdida de conocimiento».
En caso de presentar estos síntomas, la Sociedad Española de Cardiología recomienda llamar urgentemente al 112 para comprobar, a través de un electrocardiograma, si se trata de un ataque al corazón y activar el llamado Código Infarto: «Es clave que la población sepa que los servicios de cardiología siguen preparados para atender a los pacientes, a pesar del coronavirus».
Si se paraliza un lado del cuerpo, hablas incoherentemente o tienes intenso dolor de cabeza
Esos síntomas pueden evidenciar que se está sufriendo un ictus o infarto cerebral, tal como indica la Sociedad Española de Neurología. Pero según esta no son los únicos: el ictus puede provocar un trastorno del lenguaje, que se manifiesta en la incapacidad de hablar de forma coherente o de entender lo que dicen los demás; pérdida brusca de la visión, que suele afectar a un lado del campo visual, como si viéramos la televisión y la mitad se apagara; o un dolor de cabeza repentino y de una intensidad que pocos han sentido antes.
Una de las comprobaciones que hacen los médicos para saber si están ante un trastorno de circulación cerebral es levantar las manos del paciente y soltarlas al mismo tiempo; si solo una de ellas cae, hay motivos para sospechar. Otra prueba definitiva es pedir al paciente que sonría: si solo puede levantar una parte de la comisura de los labios, es momento de llamar a las urgencias del 112. Porque las tres primeras horas de un infarto cerebral resultan cruciales.
Si sufres una hemorragia
Sabemos que la sangre siempre resulta alarmante, pero no en todos los casos es motivo para ir a urgencias, ya que las hemorragias pueden variar desde algo leve hasta algo muy grave, dependiendo de muchos factores: por ejemplo, la cantidad de sangre perdida, la velocidad a la que se pierde o la procedencia del sangrado. Sí debemos considerar su importancia cuando hablamos de vómitos y esputos con sangre, sangrados rectales o ginecológicos (mucha atención a las embarazadas) o a hemorragias causadas por una herida en cualquier zona del cuerpo. ¿Otros signos y síntomas de alarma cuando alguien sufre una hemorragia? Según informa Cruz Roja, hay que activar también las alarmas cuando quien está sangrando tiene «sensación de mareo, debilidad o inestabilidad; disminución del nivel de consciencia, palidez y sudoración fría, dificultad para respirar, abdomen duro o pulso rápido».
Si sientes dolor brusco e intenso desde la región lumbar hacia el pubis
Puede tratarse de un cólico nefrítico, según informa la Sociedad Española de Medicina Interna. Esta dolencia está causada por la obstrucción por una piedra formada en la orina y que bloquea el flujo de esta desde el riñón hacia la vejiga. «A veces el dolor parece como un latido. Y puede acompañarse de dolor al orinar, necesidad de orinar con frecuencia, a veces de forma imperiosa», comenta.
Ante estos síntomas, hay que acudir a urgencias, ya que será preciso realizar una radiografía de abdomen, analizar la orina para ver si hay cristales en ella y quizá otras pruebas diagnósticas como una urografía intravenosa, una ecografía o un TAC. «Además, para que no se dañe el riñón, puede ser preciso una sonda uretral o colocada en el riñón», explica.
Si eres un paciente oncológico
Hay muchos tipos de cáncer, estadios de la enfermedad y tratamientos que pueden dar lugar a una bajada de defensas de los pacientes. Esta pandemia y el miedo que origina entre los enfermos oncológicos hacen que muchos de ellos se sientan reticentes a acudir al hospital a recibir quimio y radioterapia e, incluso, por una emergencia de otro tipo. «Ante cualquier duda concreta de su caso o tratamiento, el paciente debe consultar con su médico, que es quien conoce su historial clínico y la situación de su enfermedad en ese preciso instante», aconsejan en la Asociación Española Contra el Cáncer.
Y, si se trata de alguna otra patología, lo más acertado sería llamar al 112 identificándose en todo momento como paciente oncológico e indicando el tratamiento que tienen prescrito. Un dato más: todas las unidades de oncología (cirugía incluida) permanecen abiertas en todos los hospitales.
Si sufres una fractura traumatológica
Cualquier golpe o contusión no significa necesariamente haber sufrido una fractura. Ahora bien, hay señales que podrían hacer saltar nuestras alarmas, como la imposibilidad para movernos tras ese accidente, una inflamación excesiva o una deformación en la zona afectada.
En esos casos, hay que recurrir a urgencias para que nos hagan un diagnóstico radiológico acertado para evitar males mayores. Según la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología, debemos considerar «una cita urgente aquella cuya demora puede producir secuelas permanentes en el paciente», y en esa urgencia incluye «las fracturas, el control de operaciones recientes, los yesos o la patología oncológica no controlada».
En cuanto a la comunicación de resultados de pruebas diagnósticas que no influyan en la evolución de la enfermedad, así como controles anuales de cirugías ortopédicas, podrán realizarse por vía telemática sin necesidad de acudir a la consulta. En caso de que la consulta en remoto no pueda realizarse, «la cita pasará a considerarse urgente».
Si te mareas o pierdes el conocimiento
Según explica la Revista Española de Cardiología, en un desmayo o síncope se produce una pérdida total de conciencia de forma transitoria, con recuperación espontánea y sin secuelas posteriores. Y ocurre por una disminución temporal del flujo sanguíneo cerebral, aunque las causas para que esto ocurra pueden ser diversas. El síncope más común se origina por algunos tipos de emociones o situaciones, como estrés, ansiedad, exceso de calor… Ese mareo también puede producirse por un cambio postural: por ejemplo, al levantarse de la cama o el sofá de forma brusca. Una crisis epiléptica, una alteración del metabolismo como las bajadas de azúcar o una intoxicación son, asimismo, causas frecuentes.
Todas ellas, por más que llamen mucho la atención, suelen ser algo transitorio y sin mayores consecuencias. Sin embargo, puesto que la pérdida de conocimiento o el síncope puede asociarse a otras patologías neurológicas o cardiacas, «siempre que se sufra es aconsejable acudir a un centro de salud o a urgencias hospitalarias para recibir una valoración médica».
¿Y cuándo llevamos a los niños a urgencias?
Teniendo en cuenta que los más pequeños no son capaces de expresar claramente lo que les sucede, los adultos deberán tomar buena nota de las señales que presentan. Tal como indica la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP), estos son síntomas que deben tener en cuenta para llevarlos de inmediato a urgencias:
- Si la piel presenta mala coloración (palidez, piel moteada, coloración azul o grisácea).
- Si se produce aparición súbita de manchas, hinchazón de labios o párpados (sospecha de alergia) con dificultad para respirar, vómitos o mareo.
- En caso de que tengan dificultad para respirar (se les marcan las costillas, respiran muy rápido, hay pausas en la respiración o esta presenta una especie de pitido).
- Si el niño tiene vómitos o salivación constante.
- En cuestión gastrointestinal, también hay que acudir a urgencias si se trata de un bebé menor de un mes que rechaza tomas de lactancia.
- Si el niño presenta vómitos persistentes o diarrea abundante y frecuente durante más de 24 horas, si orina poco; tiene dolor de barriga fuerte y continuo; y, por supuesto, si se ha tragado algún tipo de objeto, sobre todo pilas o imanes.
Los padres deben prestar también mucha atención al comportamiento de los pequeños pacientes, según la SEUP, considerando una emergencia «que no respondan a estímulos, que presenten irritabilidad o somnolencia excesivas, que tengan convulsiones o movimientos anormales o que se muestren mareados o con pérdida de fuerza».
Por supuesto, los accidentes son motivo para llamar al 112: sobre todo, «si hay herida profunda con sangrado abundante que no cede tras aplicar presión durante 10 minutos y que precise sutura; si se produce una fractura abierta (se ve el hueso); si se da un golpe en la cabeza con pérdida de conocimiento; o si ingiere productos tóxicos o medicamentos».
Una razón más para activar las alarmas e ir a urgencias, la fiebre: en los bebés menores de tres meses, si la temperatura alcanza o supera los 38 ºC; y en niños más mayores, los 40,5 ºC.
Ante la actual situación de estado de alarma debido a la COVID-19, y teniendo en cuenta la recomendación general de las autoridades sanitarias de evitar salidas innecesarias del domicilio y las visitas a los centros sanitarios, ¿qué vacunas no puede saltarse la población?
- Si de niños hablamos, Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP), sostiene que deben mantenerse “las vacunas de los menores de 15 meses ya sean financiadas o no financiadas como las del rotavirus, meningococo B y meningococos ACWY; con especial atención a las vacunas de los 2 y 4 meses y a la triple vírica”.
- Por su parte, según el Ministerio de Sanidad, se considera también prioritaria “la vacunación de mujeres embarazadas, así como la vacunación en poblaciones con riesgo elevado, especialmente personas en tratamiento con Eculizumab y trasplantados (se valorará el riesgo-beneficio de acudir al centro sanitario específico priorizando las medidas de aislamiento físico)”. Tampoco se puede saltar “la vacunación en brotes epidémicos y post exposición no demorable”.
- El resto de vacunas incluidas en el calendario, tanto en la etapa infantil como en la adulta y en mayores, “pueden posponerse hasta que se recupere la actividad normal. En el escenario actual, un retraso del resto de las vacunaciones no supondrá problemas y podrá reanudarse en cuanto se recupere la actividad sanitaria habitual”.
- El Ministerio de Sanidad dicta que las vacunas se administrarán siempre que los centros de vacunación tengan capacidad y puedan cumplir con las medidas de seguridad oportunas. “Para asegurarse de ello, las personas contactarán por teléfono con los centros de salud o asistenciales que haya determinado cada comunidad autónoma como centros de vacunación operativos, para solicitar cita y, de esta manera, mantener el distanciamiento físico recomendado”, apunta.