Salud sexual, prioridad médica

Las alteraciones en la esfera sexual suelen encubrir problemas de salud como la hipertensión, diabetes o trastornos de la conducta
Por Jordi Montaner 28 de noviembre de 2007

La sexualidad configura hoy la conducta social y de pareja de forma muy distinta a como lo hizo en tiempos de nuestros padres o abuelos. Se le ha echado en cara a la medicina que no haya sabido adaptar su guión asistencial a uno de los temas cada vez menos íntimos de la salud. Sin embargo, en su reciente congreso anual de Valladolid, los médicos de familia han adoptado un protocolo para abordar las disfunciones sexuales desde los ambulatorios.

ImgImagen: Matthew Bowden

La frustración sexual es poco llevadera. Los médicos lo saben y han decidido desterrar las consultas sobre sexualidad del ocultismo clínico. La comercialización del primer fármaco administrado por vía oral capaz de combatir la disfunción eréctil disparó en su día las consultas y reveló un ámbito en el que la sanidad pública apenas intervenía si no era con fines reproductivos. Sin embargo, José Zarco, coordinador del Grupo de Atención al Adolescente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria , semFYC, asegura que la disfunción eréctil no es la principal causa de consulta sexual en los ambulatorios.

Salud sexual, elemento fundamental

«La falta de deseo es la disfunción sexual más planteada por parte de las mujeres, y la eyaculación precoz es el problema que más agobia a los hombres que consultan en los centros de salud», explica Zarco. Admite este especialista que las consultas sobre sexualidad en el ambulatorio no son fáciles: «vergüenza e incomodidad son los factores que más dificultan el diagnóstico de problemas sexuales en la consulta». En cambio, asegura que un interés del médico por la salud sexual puede catapultar otros problemas de salud subyacentes.

«Sabemos que uno de cada tres pacientes con disfunción eréctil suele presentar otra patología oculta, como hipercolesterolemia, diabetes, hipertensión arterial o ansiedad, lo que ha reforzado que los médicos de familia consideremos la esfera sexual un elemento fundamental en la salud de los ciudadanos», dice el experto. Zarco amplía que también son comunes las dudas relacionadas con la solicitud de la píldora del día después, las enfermedades de transmisión sexual (ETS) y las estrategias de planificación familiar.

La disfunción eréctil suele acompañarse de alguna patología oculta, como hipercolesterolemia, hipertensión arterial o ansiedad

«Aunque algunas cuestiones relacionadas con el sexo preocupen y casi obsesionen a los pacientes, en la mayoría de los casos se limitan a consultar de forma nada explícita sobre estos problemas y es el médico de familia quien, de forma indirecta, debe detectar una posible disfunción sexual», añade. Acepta también que «la incomodidad a la hora de tratar temas relacionados con la sexualidad surge tanto por parte del paciente como del médico. De ahí la necesidad de que los médicos aprovechemos nuestras habilidades de comunicación y de que contemos con la formación específica para dar la mejor respuesta posible a las necesidades de los ciudadanos en materia de sexo».

Zarco hace un guiño a las administraciones públicas y subraya la necesidad de que, por medio de campañas educativas, los propios pacientes tomen conciencia de que un abordaje integral de su salud no puede pasar por alto un aspecto tan fundamental como la sexualidad.

Alteraciones ocultas

«El abordaje de la sexualidad en la consulta, la competencia sobre salud sexual, tanto en su vertiente orgánica como en la conductual, es tan importante para el médico como cualquier otra problemática de salud», reitera Zarco. Lo cierto es que, tras una disfunción sexual se ocultan, no en raras ocasiones, otro tipo de patologías como la hipertensión arterial, la diabetes o trastornos mentales. «La necesidad de una atención integral de los pacientes con alguna alteración sexual cobra aún mayor importancia si se tiene en cuenta que en estudios epidemiológicos llevados a cabo sobre disfunción eréctil se han detectado múltiples problemas asociados: colesterol elevado (27%), diabetes (22%), hipertensión arterial (20%) y ansiedad (18%)», explica.

Para empeorar las cosas, las disfunciones sexuales son, en ocasiones, el efecto secundario más lacerante de un tratamiento administrado para dolencias de otra índole. Zarco critica que aún haya médicos que no incluyen datos relativos a la sexualidad del paciente en su historia clínica, aspecto que, insiste, debe corregirse. «El tratamiento clínico de la sexualidad debe introducirse en la práctica profesional».

Tan cierto como que las consultas sobre sexualidad incomodan es que faltan estudios e investigación clínica. «Urge aprovechar la situación del médico de familia en la puerta de entrada al sistema sanitario, en una situación privilegiada para prevenir o resolver las alteraciones sexuales, con intención de profundizar en lo médico y en lo científico», insiste el experto.

FORMACIÓN ADECUADA

La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria persigue en su formación de postgrado para médicos de familia, explica Julio Zarco, que estos adquieran conocimientos acerca de la historia de la sexualidad humana y sus implicaciones psicológicas y sociales. No se trata sólo de detectar disfunciones y derivarlas a sus especialistas, sino de sentar las bases de una buena salud sexual, de una conducta sexual unida a sentimientos de apego y emociones.

Se acometen los problemas de pareja, las causas más frecuentes de crisis, la variabilidad en la expresión de la sexualidad, fuente de falsos mitos de anormalidad o de locura, con aspectos relacionados tanto con la expresión individual (autoestimulación, sueños, juguetes eróticos) como compartida (heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, sexualidad en grupo y otras formas de expresión).

La programación insiste en la importancia de la salud sexual como referente de la persona, al amparo de la definición de la OMS [aquél estado de bienestar físico, emocional y mental relacionado con la cualidad sexual del ser humano], y divulga una serie de conceptos relativos a las enfermedades de transmisión sexual, planificación familiar (con la gestión de los embarazos no deseados) y los tratamientos farmacológicos aplicados a diversas disfunciones.

Todos estos conocimientos -observa Zarco- se enmarcan en una promoción singular de la igualdad de género y el abordaje correcto de los problemas sexuales femeninos, una reivindicación del lugar de la sexualidad en el enfermo crónico y en el proceso de envejecimiento.

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