Tras culminar su etapa de residente de medicina interna en el Clínic barcelonés, Xavier Bosch inició en 1990 una trayectoria como internista que le llevó a frecuentar enfermos con pluripatologías de gravedad que demandan siempre un diagnóstico certero y precoz para hacer más favorable su pronóstico.
Desde hace siete meses, Bosch compagina la identificación precoz de procesos graves en una unidad de diagnóstico rápido con labores docentes y la elaboración de artículos para las más acreditadas revistas internacionales del sector.
En cierto modo ésta es la justificación de las unidades de diagnóstico rápido. Se trata de agilizar el diagnóstico a través de diversas exploraciones sin tener por ello que ingresar al paciente en el hospital, concentrando en una o dos visitas aquellas pruebas necesarias para identificar el proceso que se sospecha.
La medicina interna es, en realidad, una especialidad de especialidades. Visitamos pacientes con cuadros algo complejos, generalmente personas de edad avanzada, y debemos atinar a la hora de explicar qué sucede, por qué sucede y cómo podemos curar o paliar lo sucedido. La experiencia de haber tratado con muchos cuadros, como rutina en nuestra actividad hospitalaria, y el hecho de tener que lidiar con problemas que afectan a distintas partes del organismo nos hace especialmente sensibles y específicos a la hora de diagnosticar.
El de discriminar y profundizar sobre los síntomas que han originado la consulta. Pongamos que un paciente ingresa con una anemia. Debemos prestar atención a todas sus posibles causas. Hasta hoy, ese paciente era ingresado y sometido a un rosario de pruebas hasta dar con la causa. Mediante las unidades de diagnóstico rápido, lo que hacemos es evitar el ingreso ‘protocolario’ que puede no estar justificado, posibilitar que el paciente vaya a dormir a su casa (siempre y cuando no se trate de un cuadro muy agudo que requiera el ingreso) y vuelva al día siguiente o una semana después para verificar distintos parámetros y, de este modo, dar con un diagnóstico preciso sin agobiar al paciente con un ingreso ni agobiar al médico de urgencias con pruebas diagnósticas de eliminación que consumen mucho más tiempo y más recursos.
Algo parecido. Con más calma que en una consulta de urgencias (siempre, insisto, que la condición del propio paciente lo permita), tratamos de averiguar por qué le ocurre al paciente, o qué se esconde tras ese cuadro sintomático que ha motivado un ingreso en urgencias. Avanzamos más deprisa, aunque de manera paulatina y ahorrando tiempo y recursos. El paciente, además, colabora de forma más relajada. Es como una vía intermedia entre urgencias y consultas externas…Al final, hallamos un poco de todo, pero predominan los procesos oncológicos.
Por supuesto. Estos pacientes antes ingresaban en urgencias, porque era la manera más rápida de someterlos a determinadas pruebas diagnósticas para enfermedades graves que, en consultas externas, no tenían aún una razón de ser. Pero no se trataba de pacientes que necesitaran un ingreso en toda regla; era, más bien, un criterio práctico… Hoy, en cambio, las administraciones buscan precisamente descongestionar las urgencias y los ingresos no justificados, fomentar los hospitales de día y las unidades de hospitalización corta; al mismo tiempo, quieren evitar que los pacientes con procesos presuntamente graves tarden siglos en ser diagnosticados a través de consultas externas. La clave está en la coordinación.
«Se quiere evitar que los pacientes con procesos presuntamente graves tarden siglos en ser diagnosticados»
En este caso sí, porque le resuelven puntualmente el síntoma que le ha llevado hasta urgencias, le evitan el trauma de un ingreso para pasar por un rosario de pruebas y le posibilitan una serie de visitas concertadas que un médico con experiencia en su situación valorará para emitir un diagnóstico rápido y empezar tratamiento. Todo el mundo gana.
Hay un protocolo instaurado. Pongamos por caso que ingresa un paciente con una pérdida de peso progresiva desde hace varios meses, con síntomas de cansancio y muy pocas ganas de comer. Si no tiene fiebre alta o una anemia muy grave que aconsejen el ingreso en urgencias, se le administra un tratamiento paliativo y, ante la sospecha de que pueda estar perdiendo sangre oculta en heces, se lo deriva a la unidad de diagnóstico rápido para discriminar si padece una úlcera o un cáncer gástrico.
Contando desde enero de este año y a fecha de 31 de mayo habíamos diagnosticado de forma rápida a un total de 270 pacientes; desafortunadamente, la mayoría de los diagnósticos confirmaron la presencia de un cáncer.
Muchas veces, pero no siempre. En esos 270 pacientes se cuentan individuos de más de 80 años, pero también de 18.
No. La filosofía de las unidades de diagnóstico rápido nació de un artículo publicado a finales de la pasada década por la revista The Lancet. No tuvo una respuesta inmediata, pese a que se objetivaba la rentabilidad de este tipo de unidades en los centros e incluso en el seno de un servicio hospitalario. A lo largo de la presente década varios hospitales españoles se han acogido a la idea. En Cataluña, el centro piloto fue el Hospital General de Granollers.
Desde mi etapa de residente cultivo la afición a escribir artículos de análisis sobre temas médicos. No necesariamente estudios científicos, sino aspectos de plena actualidad en la profesión. Un buen día me enteré de que The Lancet ofrece a sus lectores (creo que es la única revista que lo hace) la posibilidad de escribir artículos para ser publicados entre sus páginas, y probé con una información sobre los profesionales que prescriben más medicamentos de los necesarios, tratando de analizar ese hábito en profundidad… Mi inglés oral no es académico, pero me defiendo bien con el idioma escrito. Me lo publicaron y luego siguieron más. Con cierta regularidad, escribo artículos para Science, Nature, The British Medical Journal, JAMA o The Lancet.
Un artículo sobre la ley de universidades en nuestro país, que intenta adaptarse a la normativa europea sobre autonomía de los centros universitarios pero que fomenta una especie de endogamia perniciosa. No creo que sea bueno para la ciencia.
En Cataluña son ya unos cuantos los hospitales que han incorporado unidades de diagnóstico rápido (UDR) a su cartera de servicios. El Pius Hospital de Valls, por ejemplo, llevó a cabo un estudio retrospectivo y descriptivo de 173 pacientes diagnosticados en una UDR a lo largo del 2002. La edad media de estos pacientes fue de 61,3 años. Derivaron los servicios de urgencias (39%), consultas externas (30%), atención primaria (18%) y otros (9%). Los motivos de consulta más frecuentes fueron dolor precordial, síndrome tóxico, fiebre, anemia y fibrilación auricular. La media de visitas por paciente fue de 2,1; la demora media en la primera visita fue de 3,5 días y la del diagnóstico de 5. Los facultativos descubrieron que la UDR logró evitar el ingreso de 89 pacientes (51%) sin comprometer su estado de salud.
En las conclusiones de este estudio, se subraya que las UDR disminuyen los ingresos inadecuados en el centro, mejoran la efectividad y la satisfacción profesional de los sanitarios. Con todo, se recomienda evaluar mejor los resultados de los primeros programas piloto y poner mayor énfasis en aquellos aspectos que permitan su mejora.
En atención primaria, por ejemplo, la efectividad de estos programas podría aumentar si se incorporaran guías de práctica clínica sobre los diferentes signos y síntomas de sospecha de cáncer y si se investigara cómo aumentar la capacidad de predicción de todos sus signos, síntomas y asociaciones.