El baile, en todas sus disciplinas y niveles, incluso el practicado en el salón de casa, es una manera muy saludable de mantenerse en forma. Pero, además, es divertido y proporciona una sensación de satisfacción y alegría, entre otras ventajas. En este artículo se explican cuáles son algunos de los beneficios del baile en la salud y cómo el ballet ayuda al desarrollo de los más pequeños de la casa.
Salsa, disco, reguetón, electrónica o clásica. Dan igual las preferencias musicales. Bailar, sea cual sea el son, aporta innumerables beneficios para la salud. Pero hay que ser constante, como si de una disciplina deportiva se tratara. Bailar no deja de ser una actividad aeróbica y por ello mejora la salud cardiovascular, ayuda a perder peso y aumenta el rendimiento físico. Además, incrementa la flexibilidad, la fuerza y la resistencia muscular. Pero sus bondades no se quedan en el plano físico. Los especialistas y quienes lo practican aseguran que bailar es un ejercicio maravilloso que proporciona diversos beneficios en la esfera psicológica y emocional.
Los beneficios del baile
La danza ayuda a conectar con uno mismo: a la par que uno se mueve, se van despertando emociones, a veces, reprimidas, facilitando su expresión de forma natural. Como fomenta la espontaneidad, es una buena manera de dejar salir la creatividad que uno lleva dentro.
Cuando se practica en compañía, el baile ayuda a socializarse y a evitar el aislamiento que sufren muchas personas mayores
Otros dos aspectos relacionados con el baile son sensación de felicidad y alegría. No hay nadie que baile y no esgrima, poco o mucho, una sonrisa en su rostro. Y es que esta es una actividad placentera y relajante, que ayuda a apartar los problemas por unos momentos y, en consecuencia, disminuye los niveles de estrés. Algunos estudios señalan que bailar reduce los niveles de dopamina y aumenta los de serotonina, principal neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo, lo que se traduce en una sensación de bienestar. Estas mismas hormonas están relacionadas con el estado de ánimo, motivo por el cual podría ser eficaz para prevenir cuadros de depresión leve.
Además, cuando se practica en compañía, ayuda a socializarse y evitar el aislamiento, este último asunto, muy importante para las personas mayores que están solas. Asistir a clases de baile contribuye a mejorar las relaciones interpersonales, tanto en pequeños como en mayores, y favorece el desarrollo de habilidades sociales y hacer amigos.
De la misma manera, experimentar progresos en el baile aporta confianza en uno mismo y sube la autoestima, aspectos que se trasladan a todos los ámbitos de la vida de una persona. Ello genera ilusión, clave para vivir mejor.
En el plano cognitivo, los bailes estructurados, que requieren de determinados pasos y movimientos, ayudan a mantener la agilidad mental, a tomar decisiones, a fomentar la memoria y a crear conexiones alternativas en el cerebro. Así, el baile es un ejercicio cognitivo estimulante que permite al cerebro compensar la pérdida cognitiva y enfrentarse mejor a los problemas del envejecimiento.
El ballet en los más pequeños
Para los más pequeños, la danza clásica o ballet no es solo una actividad física donde a través de la cual pueden adquirir elasticidad, equilibrio o consciencia corporal, sino que los ayuda a «desarrollar su personalidad». Así de categórica es Mònica Espàrrach, profesora de la Royal Academy of Dance del Reino Unido, que tiene más de 13.000 miembros repartidos por todo el mundo.
A través del baile, los más pequeños desarrollan capacidades físicas e intelectuales que influirán en su crecimiento como persona
A través del juego, explica esta especialista, el niño desarrolla capacidades físicas e intelectuales que influirán directamente en su crecimiento como persona y que le ayudarán en la toma de decisiones en las distintas situaciones de su vida diaria. «La danza, al ser una actividad física que requiere mucho control, hace que el alumno desarrolle capacidad de análisis, observación, experimentación, tenacidad, actitud positiva hacia el aprendizaje, capacidad de esfuerzo y concentración, y a tener disciplina», concreta. Además, es de gran ayuda para los menores con dificultades para exteriorizar sentimientos, quienes sufren timidez o los que tienen una baja autoestima.
Iniciarse en el ballet pronto (sobre los 4 años), cuando el sistema locomotor tiene gran facilidad para adquirir el movimiento y la técnica, es muy provechoso. Pero a cualquier edad aporta innumerables beneficios. «A partir de los 12 años, coincidiendo con el inicio de la adolescencia, las niñas sufren muchos cambios físicos que hacen que, a menudo, deban volver a establecer aspectos aprendidos, como el equilibrio. Es una etapa donde experimentan un crecimiento muy rápido y donde la musculatura se alarga muy velozmente. El ballet aporta fuerza y elasticidad, lo que ayuda a sufrir menos lesiones», expone esta profesora.
En resumen, esta experta afirma que, a cualquier edad y en cualquier nivel, la práctica del ballet favorece la circulación sanguínea y el sistema respiratorio, la eliminación de grasa, la corrección de malas posturas, la elasticidad, la coordinación, la agilidad y el equilibrio, el fortalecimiento y alargamiento de la columna, los reflejos, la musicalidad y la expresión corporal, la corrección de problemas físicos como los pies planos, la exteriorización de sentimientos, la concentración y la autoestima.
Sin embargo, «es muy importante iniciar la sesión con calentamiento gradual y movimientos suaves de todas las articulaciones, seguido con una parte más aeróbica, para que glucosa y oxígeno lleguen a los músculos, aumente la temperatura corporal y la velocidad de transmisión de información de las terminaciones nerviosas, para mejorar la coordinación y evitar lesiones. Solo así se prepara el cuerpo de manera adecuada para empezar una clase», puntualiza Espàrrach. De igual modo hay que hacer un paulatino enfriamiento de la musculatura y bajar el ritmo cardiaco antes de dar por finalizada cada sesión.
Esta experta anima a los progenitores a hacer una reflexión: «Estamos en una sociedad en la que los hijos tienen que ser los mejores en todo y, en una actividad como la danza, no todos tienen las mismas condiciones físicas e intelectuales. Los profesores de baile trabajamos con el objetivo de resaltar al máximo las cualidades de nuestros alumnos y de conseguir que mejoren en aquellos aspectos donde presentan más dificultades. Sin embargo, es fundamental que el aprendizaje sea evolutivo, con más o menos rapidez, que disfruten del ballet y que tengan mucha seguridad en ellos mismos». También les sugiere que, en el momento de escoger escuela de baile, se estudien bien las ofertas de las distintas academias y no se opte solo por el precio o la proximidad, sino que les invita a ser un poco más críticos al hacer la elección.