Con las altas temperaturas apetece tomar una ducha de agua bien fresca. El agua fría estimula y despeja por la mañana, activa la circulación y deja el cabello más brillante. Pero, ¿es recomendable para todo el mundo? ¿Tiene efectos adversos? En este artículo se describen algunos de los beneficios del agua fría para el organismo y también se explica por qué hay que ser cuidadoso con los cambios bruscos de temperatura.
Utilizar agua bien fría puede resultar muy apetecible en verano, tanto como el agua muy caliente en invierno, aunque desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) advierten de que si está demasiado caliente puede desintegrar algunas moléculas del manto ácido y favorecer una excesiva sequedad de la piel.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que una ducha de agua muy fría, que produce una sensación agradable e instantánea de frescor, provoca también la puesta en marcha de determinados sistemas de regulación para mantener la temperatura interna de 37 grados (la idónea para el correcto funcionamiento del organismo), lo que implica un alto gasto de energía que, después, deriva en una mayor sensación de calor. Es decir, que por efecto rebote el agua fría hace que se sienta más rápido el calor tras la ducha que si se hace con agua templada.
Beneficios de utilizar agua fría
Las duchas de agua fría ayudan a disminuir la sensación de pesadez o dolor de las extremidades inferiores
Pero, el agua fría, más allá de la empleada en la ducha matutina para activar el cuerpo y la mente, aporta otros beneficios. Es muy recomendable para disminuir la sensación de pesadez o dolor de las extremidades inferiores, sobre todo en quienes sufren mala circulación, varices o retención de líquidos. Una ducha de agua fría, empezando por los pies e ir ascendiendo hasta la mitad de muslo, activa tanto la circulación sanguínea como la linfática. En esta misma línea, un estudio realizado en jugadores de fútbol profesional del Real Racing Club de Santander durante la pretemporada puso de manifiesto que la inmersión de miembros inferiores en agua helada en periodos de 30 segundos alternados con pausas de un minuto y medio mostraron una disminución significativa del porcentaje de sensaciones de incomodidad relacionadas con la fatiga muscular (dolor y contracturas musculares).
El pasado 22 de marzo, coincidiendo con el Día Mundial del Agua, expertos de la AEDV lanzaron una serie de consejos relacionados con el agua y la piel. Cuando se trata de la aplicación externa, sea directa o mediante compresas, el agua fría ayuda a calmar con rapidez el picor y a disminuir la inflamación de la piel ante urticarias, picaduras de insecto o eccemas. Incluso la Dra. Eulàlia Baselga, dermatóloga pediátrica y directora médica de la clínica dermatológica Dermik de Barcelona, explicó que, vía tópica, favorece la penetración de sustancias hidrosolubles, aumenta la elasticidad, mejora el aspecto de la piel y evita el incremento de su temperatura. Este es un aspecto importante ante la canícula estival: la aplicación externa de agua sobre la piel evita que se produzca un golpe de calor.
Agua fría: cuidado con el cambio brusco de temperatura
El síncope de hidrocución está provocado por la bajada brusca de la temperatura corporal al meterse en el agua fríaUna de las recomendaciones más escuchadas durante la época veraniega es que no hay que bañarse hasta pasadas dos horas después de comer. Con el aviso de peligro del corte de digestión, muchos son los que después de comer han visto cómo pasaban de lentas las horas hasta poder reanudar la diversión en el agua. Sin embargo, el corte de digestión no existe, como entidad clínica reconocida. En realidad, este término es inadecuado, ya que no consiste en una alteración del proceso digestivo, sino en un conjunto de síntomas digestivos que se relacionan con el síncope de hidrocución, que está provocado por la bajada brusca de la temperatura corporal.
Además de en el aparato digestivo, la hidrocución tiene efectos sobre el sistema cardiocirculatorio que produce una disminución de la frecuencia cardiaca y del flujo sanguíneo cerebral. Este cuadro genera diversos síntomas como son las náuseas y vómitos, visión borrosa, zumbido en los oídos, cefalea, síncope -pérdida transitoria de conciencia, debida a la hipoperfusión cerebral, con recuperación espontánea y sin secuelas- e, incluso, parada cardiorrespiratoria. Si esto sucede en el agua, la víctima puede sufrir un ahogamiento.
¿Cuándo hay más riesgo de sufrir una hidrocución? Cuando la temperatura del agua es muy baja (inferior a 27 °C) o la del organismo muy alta, o cuando existen al menos 5 °C de diferencia entre la temperatura del cuerpo y la del agua. Entonces, si uno se sumerge de golpe, puede bajar la temperatura corporal de casi 40 ºC a poco más de 25 ºC en pocos segundos. Esto es fácil que suceda en determinadas situaciones, como después de estar mucho rato tomando el sol, de realizar ejercicio intenso o de hacer una comida copiosa. Pero también algunas enfermedades, como las cardiovasculares, la fiebre, tratamientos farmacológicos, el consumo de alcohol y otras drogas pueden provocar una temperatura corporal elevada.
Por este motivo, ante alguna situación de riesgo, lo mejor es evitar este contraste y meterse poco a poco en el agua, para que el organismo tenga tiempo de acostumbrarse de forma paulatina a la temperatura más baja. Si, a pesar de la precaución, se manifiesta alguno de estos síntomas, lo mejor es salir del agua y tumbarse en la sombra con las piernas en alto. Si el cuadro no mejora, lo prudencial sería avisar al 112.
A pesar de las bondades del agua fría, sería conveniente que las personas con enfermedad cardiaca se abstuvieran de ducharse con este agua, así como quienes tienen la tensión arterial baja o sufren alteraciones en la glándula tiroides, que contribuyen a tener la sensación de frío constante.