El sistema sanitario universal, sumado a la dieta y a los hábitos alimenticios de buena parte de la población, son dos de los principales factores que hacen de España el país más saludable del mundo para vivir. En el último índice anual de Bloomberg Healthiest Country, nuestro país encabeza este ranking y arrebata la primera posición a Italia. Pero ¿es salud todo lo que parece? ¿Cómo encajan las actuales cifras de obesidad o de contaminación ambiental en este escenario prometedor? En el siguiente reportaje, hacemos un chequeo al país más saludable del mundo.
Imagen: AntonioGuillemF
El índice otorga a España una puntuación global de 92,8 sobre 100, y su ascenso en los dos últimos años ha sido vertiginoso. En 2017, nuestro país ocupaba la sexta posición de esta tabla. Hoy ya encabeza la lista, por delante de naciones como Islandia, Japón y Suiza. La clasificación de Bloomberg evalúa 169 economías de todo el mundo, a partir de factores que contribuyen a la salud en general como la actividad física, el sistema sanitario, la alimentación, la esperanza de vida o el acceso a agua potable. La obesidad, el tabaquismo o el consumo de alcohol son aspectos que también se tienen en cuenta al elaborar el estudio, y que restan puntos.
El informe destaca dos aspectos clave en los que España roza la excelencia. Por un lado, una Atención Primaria que es «esencialmente proporcionada por proveedores públicos, médicos de familia especializados y personal de enfermería, que brindan servicios preventivos a niños, mujeres y ancianos, y atención aguda y crónica». Y, por otro, la «dieta mediterránea, complementada con aceite de oliva virgen extra o nueces», que favorece la salud cardiovascular. Es evidente que estos datos son buenos, pero ¿hay margen de mejora? Creemos que sí.
El país más sano… con una de las mayores tasas de obesidad
España es el segundo país de la Unión Europea (UE) con mayor tasa de obesidad entre su población adulta, solo por detrás de Reino Unido. La previsión de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es que, en 2030, más del 20 % de los españoles (uno de cada cinco) tendrán obesidad, frente al actual 16,5 %. El problema adquiere especial gravedad con los menores. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de un 40 % de los niños y niñas ya sufren sobrepeso u obesidad. «La tendencia del aumento de la obesidad es global. Si resultas ser uno de los países en los que crece de forma menos rápida, puedes convertirte en el tuerto en el país de los ciegos», advierte el dietista-nutricionista Eduard Baladia. No hay que olvidar, además, el sobrecoste de casi 2.000 millones de euros que supone para el Sistema Nacional de Salud atender a las personas que sufren esta enfermedad, según un estudio reciente del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM).
Un Sistema Nacional de Salud con largas listas de espera y pocas camas
Un total de 584.018 pacientes estaban en lista de espera para operarse en el Sistema Nacional de Salud (SNS) durante el primer semestre de 2018, según el último informe de listas de espera publicado por el Ministerio de Sanidad. De ellos, el 12,2 % llevaba más de seis meses para pasar por el quirófano. En España, el tiempo medio de espera para una operación no urgente en la sanidad pública es de 93 días. Esta es una de las principales quejas de los pacientes que acuden a los hospitales públicos españoles, pero no es la única. Según los últimos datos publicados por Eurostat en 2017, nuestro país contaba con 297,9 camas por cada 100.000 habitantes al final de 2015. La cifra está lejos de las 514,54 camas de media en Europa. Entre 2000 y 2014, el número de camas de hospital per cápita descendió de forma constante un 20 %.
La dieta mediterránea, a la baja
Hace ya tiempo que los expertos confirman un cambio en nuestras costumbres alimentarias. «Los cambios sociales y económicos de las últimas décadas y la implantación de nuevos estilos de vida han modificado los hábitos alimentarios de la población española, produciendo un descenso notable del consumo en los hogares de los productos incluidos en la dieta mediterránea», reconoce el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Para el dietista-nutricionista Eduard Baladia, la clave pasa por convertir a España «en un país en que las opciones de alimentación saludable sean las más accesibles». Para conseguirlo, opina este experto, se debe «dejar de pensar en responsabilidad individual a la hora de alimentarse, y centrarse en la responsabilidad comunitaria: hay que actuar para que la comunidad tenga como única vía la alimentación saludable».
Entonces, ¿somos los que más años duramos o los que mejor duramos?
España tiene la mayor esperanza de vida de toda la UE, con una media de 82,9 años. Y las previsiones apuntan a que, en 2040, la cifra puede alcanzar los 85,8 años, superando incluso a Japón, el país más longevo del mundo. Baladia argumenta que en esta ecuación, y teniendo en cuenta una definición amplia de salud, entra también la soledad. «Hay que trabajar mucho sobre la prevención de enfermedades, pero también la soledad de los ancianos y en alargarles la vida percibida como útil a sus ojos, porque la mayoría cree que no sirve ya. Sí o sí hay que hablar de cambios en todos los sistemas para que eso se produzca», sostiene.
A mayor esperanza de vida, más número de enfermedades crónicas
La esperanza de vida aumenta y nuestros mayores afrontan la vejez en mejores condiciones de salud que décadas atrás. «Pero al tener una baja natalidad, la pirámide poblacional se está invirtiendo, hay más personas mayores que jóvenes. Y esto afecta directamente a una mayor prevalencia de enfermedades crónicas, más aún si están relacionadas con la edad», avanza Eduard Baladia.
El último Informe Cronos señala que estas enfermedades afectan a más de 19 millones de personas (casi 11 millones son mujeres), sobre todo a partir de los 55 años, y causan más de 300.000 muertes al año. Algunos problemas de salud crónica han aumentado de forma considerable: en las últimas dos décadas la hipertensión pasó de afectar al 11,2 % de la población adulta al 18,5 %; la diabetes, del 4,1 % al 7 %; y el colesterol alto, del 8,2 % al 16,4 %. En la infancia, las enfermedades crónicas prevalentes son la alergia (10,0 %) y el asma (5,2 %). Además, estas dolencias «repercuten en un aumento del gasto de los servicios sanitarios y las familias: vivimos más años y convivimos con una enfermedad que requiere cuidados y tratamientos farmacológicos», recuerda el informe.
¿Y qué consecuencias tiene la contaminación en las grandes ciudades?
Hasta 93.000 personas han muerto en la última década en España a causa de la contaminación atmosférica, según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística y el Ministerio de Medio Ambiente. O lo que es lo mismo, el 3 % de la mortalidad anual en nuestro país se debe a esta cuestión. Además, un 35 % de la población española respira aire contaminado y ciudades como Madrid registraron más de 20 episodios de alta contaminación en 2017. De hecho, Bruselas tiene abierto un expediente contra España por el incumplimiento crónico de los niveles de dióxido de nitrógeno, sobre todo en Madrid y Barcelona. También mata la contaminación acústica: el ruido provoca 1.700 nacimientos con bajo peso, y un 17 % de los niños nacen prematuros debido a este problema.
La escasez de médicos de Atención Primaria preocupa a pacientes y profesionales. La Confederación Estatal de Sindicatos Médicos advierte de que faltan más de 2.700 médicos de familia y pediatras. Y el propio Ministerio admite que la sanidad pública necesita 4.000 especialistas, un déficit que aumentará hasta triplicarse en 2025.
Además, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) denuncia que, desde 2008, la sanidad en España se ha deteriorado enormemente, lo que “pone en riesgo la Atención Primaria”. Entre los años 2010 y 2014, “la inversión sanitaria pública total se ha recortado un 10,7% […]. La falta de incentivos y la nula contratación de médicos en Atención Primaria ha ocasionado que al número de pacientes que de forma habitual tiene asignado un médico se le añadan los de un compañero cercano, ya sea por su ausencia motivada por las vacaciones, una enfermedad o estar realizando una jornada formativa. Esta sobrecarga que estoicamente se ha ido asumiendo por los médicos con la mejor disposición posible está quebrando el sistema tras 10 años”, apunta el documento.