Un estudio de la Universidad McMaster de Canadá demuestra por primera vez que respirar aire contaminado provoca daños genéticos que podrían transmitirse a futuras generaciones. La última edición de la revista «Proceedings» de la Academia Norteamericana de Ciencias, que publica este trabajo, revela que investigaciones previas en la zona de los Grandes Lagos canadienses ya habían encontrado daños genéticos en gaviotas que vivían cerca de las fábricas de acero.
Los científicos que llevaron a cabo este nuevo trabajo criaron a dos grupos de ratones en dos entornos ambientales diferentes. Uno se instaló a un kilómetro de dos industrias de acero, próximas al lago Ontario, y el otro cerca de un pueblo rural, situado a 30 kilómetros de las fábricas. Los resultados indicaron que los roedores expuestos a la contaminación de las industrias siderúrgicas tuvieron descendientes con un mayor número de mutaciones genéticas que los ratones rurales.
Aunque de momento se desconocen los efectos potenciales que pueden tener en la salud, el estudio indica que alguno de los componentes químicos posee el potencial de causar un daño genético que podría afectar negativamente a las generaciones venideras. Por este motivo, los investigadores canadienses sugieren que es necesario investigar las posibles consecuencias genéticas que tiene respirar aire contaminado, bien sea industrial o urbano. Además, urgen a identificar los agentes químicos que tienen capacidad para provocar mutaciones y restringir, así, su utilización en la industria.
Otros estudios previos habían comprobado daños genéticos en poblaciones donde se habían producido accidentes radiactivos, como Chernobyl. Pero los expertos canadienses han demostrado las consecuencias de un problema más habitual, que afecta a miles de personas en todo el mundo, destaca «Proceedings».