Las posibilidades de que una persona sufra un infarto se multiplican por dos o incluso por tres en el caso de que sea fumadora. Es una de las consecuencias de la estrecha relación entre enfermedad cardiovascular y tabaquismo. Y es que el consumo de cigarrillos es la segunda causa de enfermedades cardiovasculares, solo por detrás de la hipertensión, advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por esa razón, abandonar el tabaco trae consigo una larga lista de beneficios de los que la salud cardiaca se aprovecha de manera especial. Este artículo los comenta.
Imagen: ra2studio
El tabaco tiene más de 4.000 sustancias tóxicas, algunas de ellas carcinógenos, lo que significa que son potencialmente inductoras de cáncer. Pero también contiene níquel, plomo, tolueno, monóxido de carbono -muy relacionado con el daño cardiovascular-, etc. La lista es muy larga y, por supuesto, incluye la nicotina, que es la principal sustancia adictiva y que, aunque no sea la más tóxica, resulta muy peligrosa porque es la que genera la adicción. «El tabaco es una sustancia tóxica en cualquier momento que se consuma, sea una recaída, sea un consumo crónico o sea un consumo esporádico. No hay un umbral seguro de exposición», explica la doctora Regina Dalmau, presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) y cardióloga del Hospital Universitario La Paz de Madrid. «Por eso el beneficio al abandonar el tabaco es muy contundente, y además bastante rápido en términos de salud cardiovascular», asegura.
Entre esos beneficios, Dalmau destaca que, además de los que resultan más evidentes para el exfumador, como la mejora del olfato y el gusto o una mejor capacidad funcional con más capacidad de esfuerzo, disminuye de forma considerable el riesgo de infarto e ictus. «En algunos fumadores sigue existiendo un riesgo residual, porque han fumado muchos años o ya tenían un daño establecido cuando lo dejaron, pero aún así, ese riesgo se reduce. Y eso sin contar con que la función pulmonar también tiene un margen de mejoría, al igual que se reduce el riesgo de cáncer de pulmón aunque no se borre por completo», señala la doctora Dalmau.
Cómo se beneficia el corazón
Si marcáramos los beneficios por espacios de tiempo, veríamos que el abandono del tabaco repercute casi de inmediato en nuestra salud. En poco tiempo mejora la frecuencia cardiaca y el control de la tensión, además de que disminuye el riesgo de arritmias. Y al cabo de solo un año, si una persona que ha pasado por un infarto deja el tabaco, su riesgo de sufrir un segundo infarto se reduce a la mitad. Ya a largo plazo las consecuencias de haberlo abandonado son aún más positivas: pasados cinco años, el riesgo de enfermedad cardiovascular disminuye tanto que podría asemejarse al de una persona que nunca ha fumado.
«Según los estudios, si dejas de fumar antes de los 40 años, tu perspectiva de vida y de salud puede igualarse a la de alguien que nunca ha fumado. Es decir, que quienes no han tenido enfermedad cardiovascular, si lo dejan a edades medianamente jóvenes, tras cinco años tendrían un riesgo cardiovascular similar al de una persona de su edad que no haya fumado. A medida que vas retrasando el cese el riesgo no se igualará al de un no fumador, pero aún así hay un margen importante de mejoría de tu salud. Cuanto antes mejor, pero nunca es tarde», asegura la presidenta del CNPT.
Dalmau recuerda que el principal daño que el tabaco provoca en la salud cardiovascular es que acelera la ateroesclerosis, que es la enfermedad de las arterias. «Es un proceso normal de degeneración de las arterias con el paso del tiempo, pero su aparición se ve acelerada y adelantada por los factores de riesgo cardiovascular, y uno muy importante, que además es evitable, es el tabaco. La mitad de los fumadores morirán por una causa relacionada con el tabaquismo», adelanta.
La consecuencia más grave del consumo de tabaco en relación con la salud cardiaca es que fumar puede producir trombos que, a su vez, pueden provocar infartos, bien sea en el territorio cerebral o en el miocardio.
A pesar de que la mayoría de los exfumadores han conseguido dejar de fumar sin ayuda, existen varias herramientas que pueden echar una mano a quienes estén intentando abandonar el hábito. Hay evidencia de que tanto el consejo o la ayuda no farmacológica como algunos fármacos (sustitutos de la nicotina como parches o chicles y otros fármacos como bupropion y vareniclina) son efectivos, aunque lo que ofrece mejores resultados es apoyarse en las dos cosas al mismo tiempo.
En cuanto a las recaídas, los especialistas aseguran que son frecuentes y que no por ello se debe abandonar la idea de dejar de fumar. “Una recaída no significa que se haya fracasado por completo”, explica la doctora Dalmau. “Cuantas más veces lo intentes, más probabilidades tienes de conseguirlo, porque cada recaída te da un aprendizaje”, sostiene.