En la playa, la montaña, el campo o la ciudad, la piel queda expuesta a los rayos de sol en cualquier época de año, y no solo en las estaciones de buen tiempo. De sobra son conocidas las medidas que habría que utilizar para protegerla. Sin embargo, a menudo, no se aplican tanto en el entorno urbano. A continuación se describe la importancia de protegerse siempre del sol y se aportan algunos consejos para tenerlo en cuenta también en la ciudad.
Con la llegada del buen tiempo y el aumento de las temperaturas apetece disfrutar del aire libre y del sol. Sin embargo, no hay que olvidarse de la protección solar. Pese a que asociaciones como la Skin Cancer Foundation, recomiendan utilizar fotoprotectores solares todo año, no es una práctica que tenga muchos seguidores, pues muy pocas personas los usan durante el invierno. Los especialistas insisten año tras año en la importancia de emplearlos al recibir los primeros rayos de sol, sea en la playa, en el monte y, por supuesto, también en la ciudad. Pero para protegerse, no solo están las cremas fotoprotectoras; hay otras medidas.
Protegerse del sol en la ciudad: buscar la sombra
Aunque muchas personas solo piensan en protegerse cuando están en la playa o la piscina, el ir y venir por las calles de la ciudad puede hacer que la piel se exponga más de lo que sería recomendable a los rayos ultravioleta (UV), que son los responsables del cáncer de piel.
Una de las maneras más sencillas para protegerse del sol es mantenerse a la sombraEntre las medidas má sencillas que sugiere la American Cancer Society para limitar la exposición solar una es mantenerse a la sombra, sobre todo entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde, periodo en el que el nivel de radiaciones UV es mayor, más agresivo y cancerígeno.
Hay una forma fácil de conocer la intensidad de los rayos: cuanto más intensos son, menor es la sombra que proyectan debajo de uno. Pero también hay que tener en cuenta que los rayos alcanzan la piel los días nublados, en los que hay poco sol o cuando las temperaturas todavía no son excesivas, como sucede en primavera.
Asimismo, hay que considerar que los rayos ultravioletas también pueden traspasar los cristales de ventanas de las casas, oficinas y automóviles, pues, aunque limitan el paso de los rayos UVB, no sucede lo mismo con los UVA. Por ello, no se debe estar mucho tiempo cerca de una ventana expuesta directamente a la luz solar.
Contra los rayos del sol, ropa protectora
En el exterior, una buena medida para frenar la exposición del sol es cubrir la piel con ropa y usar gorras, viseras, sombreros, pañuelos, gafas de sol y camisetas. Las camisas de manga larga y los pantalones y faldas largas cubren la mayor parte de la piel aportando protección. Cuanto más oscuras y más tupidas sean, mejor.
Hace unos años se desarrollaron textiles -sobre todo dirigidos al ámbito deportivo- como alternativa o complemento del protector solar, que están hechos con un tejido de mínimo grosor pero con un recubrimiento especial que ayuda a absorber los UV. Llevan una etiqueta que indica el valor del factor de protección a la radiación ultravioleta (UPF) y el nivel de protección en una escala del 15 al 50+. La mayor capacidad de protección la aporta el UPF 50+; esto significa que la prenda protege la piel que cubre hasta el 97% contra los UVA y los UVB. El único inconveniente que podrían tener estas ropas es que hay que tener unos cuidados especiales: aclararlas tras su uso, lavarlas a mano con detergentes suaves, no enrollarlas, secarlas a la sombra y no plancharlas.
Gafas de sol, imprescindibles
En la última década han aumentado los daños oculares debidos a los rayos ultravioleta (cerca del 30%) sobre todo en verano. Las consecuencias de estar más al aire libre y tomar el sol de manera indiscriminada provocan quemaduras en el ojo y deterioro del cristalino. Y de la misma manera que la piel acumula los daños sufridos por la exposición solar, lo mismo sucede con el tejido ocular.
Por este motivo, es importante no olvidarse de los ojos y utilizar protección mediante gafas homologadas para evitar males mayores. Reconocerlas es fácil: basta con asegurarse de que lleva la marca CE (Conformidad Europea), que certifica que son apropiadas para proteger los ojos del sol y que cumple con las directivas europeas. También deben señalizar qué categoría de filtro llevan (la categoría 4 es la de protección más alta).
Cuando falla la prevención primaria del cáncer de piel, queda la segunda oportunidad, que es detectarlo de la manera más precoz posible. De hecho, es uno de los cánceres más fáciles de curar, siempre que se diagnostique y se trate a tiempo. El melanoma es el cáncer de piel menos frecuente, al contrario que el carcinoma basocelular y el carcinoma epidermoide, pero es el más agresivo y mortal.
Pero, ¿en qué hay que fijarse? La campaña Euromelanoma, de la Academia Española de Dermatología y Venereología recomienda revisar la piel en busca de manchas que hayan cambiado de color, tamaño o forma; que sean diferentes del resto, asimétricas, con bordes irregulares, con tacto áspero o escamoso; que produzcan picor o presenten sangrado, con una superficie brillante; que tengan un tamaño superior a seis milímetros; y/o con el aspecto de una herida que no cicatriza.