En los países desarrollados de administra la vacuna contra el sarampión desde hace cuatro décadas, un tiempo más que suficiente para que la noticia fuera que se ha eliminado la enfermedad. Sin embargo, se habla de reforzar las pautas de intervención para evitar que repunte. “No deja de ser lastimoso”, recuerda Amós José García-Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV). No es para menos, si se tiene en cuenta que el virus del sarampión es muy contagioso. Aunque España, con 224 casos que se registraron el año pasado, disfruta de una situación privilegiada, los especialistas y la Administración insisten en la necesidad de estar protegidos frente al virus, como ha hecho recientemente el Ministerio de Sanidad.
¿Por qué deben vacunarse del sarampión, si no lo están ya, todos los nacidos desde 1970?
La recomendación afecta a un porcentaje de la población muy pequeño: solo tienen que vacunarse quienes no lo hicieron en su día. El virus del sarampión, que es extraordinariamente contagioso, antes circulaba libremente porque no había una vacuna para controlarlo y prácticamente todas las personas contraían la enfermedad. Estas personas ya están inmunizadas, y también lo están las que se han vacunado. Se ha fijado este año porque puede haber algunas personas que no estén en estas dos situaciones. Hay que tener en cuenta que hasta que la cobertura de la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) fue amplia transcurrieron unos años, la cobertura creció poco a poco hasta que a partir de 1985 ya era muy buena.
¿Qué debería hacer una persona que no está segura de si es o no inmune al sarampión?
Si tiene dudas, debe vacunarse. En esto no ha habido ningún cambio, es lo que recomendamos los especialistas desde hace años. Lo que ha hecho el Ministerio de Sanidad es recordarlo. No obstante, si una persona nació después de 1985 lo más probable es que esté vacunado, porque entonces la inmunización ya era prácticamente general, y si nació entre los años 70 y los 80 es casi seguro que habrá pasado la enfermedad.
¿La vacuna es eficaz?
No ponerse la vacuna sí que tiene un efecto adverso: quedar expuesto a un virus que puede ocasionar graves daños en la salud
Es una de las mejores vacunas disponibles, altamente eficaz. Consigue una seroconversión (aparición de anticuerpos contra la enfermedad) tras la primera dosis de cerca del 93 % y, tras la dosis de recuerdo, por encima del 95 %. Para luchar contra ese pequeño porcentaje en el que no se ha producido una seroconversión total, y dado que ahora está circulando mucho el virus, a lo mejor en el futuro puede plantearse una tercera dosis en la infancia; pero eso todavía está lejano.
¿La inmunización tiene efectos adversos?
El riesgo cero no existe. Estamos hablando de un producto biológico y, en ocasiones muy raras, puede tener alguno usualmente muy leve (fiebre, sarpullido o hinchazón en el lugar de la inyección y, sobre todo, en adolescentes y adultos, dolor y rigidez pasajeros en las articulaciones). No ponerse la vacuna sí que tiene un efecto adverso: quedar expuesto a un virus que puede ocasionar graves daños en la salud.
Si un adulto recibió solo una dosis de vacuna cuando era niño, ¿necesita ahora una segunda?
Sí, sobre todo, si nació en la década de los 70 y hasta mediados de los 80. Las personas que no se vacunaran tienen que ponerse dos dosis con un intervalo de administración de cuatro semanas entre una y otra. Este es el periodo temporal adecuado para garantizar un aumento en la respuesta de seroconversión.
¿Podría contraer el sarampión una persona que esté correctamente vacunada?
La vacuna no es 100 % eficaz y, por tanto, hay un pequeño porcentaje de la población que podría contraerla. No obstante, en estos casos la intensidad de los síntomas es mucho menor.
¿Qué debe hacer una persona que ha estado expuesta a alguien con sarampión?
Hay que permanecer vigilantes y alerta para que esa cobertura vacunal no baje como ha pasado en otros países
Si está vacunado o ya lo ha pasado, tranquilizarse, no pasa nada. Yo estoy en contacto con los enfermos y no corro ningún riesgo. El sarampión, que lo tuve hace años, se pasa una vez en la vida. Si la persona no está vacunada, debe hacerlo lo más rápido posible, como máximo tres días después de haber estado en contacto con el caso, porque la vacuna ejerce un cierto factor de profilaxis. Si una persona piensa que ya tiene el sarampión, lo mejor es que no lo piense y vaya al médico para que determine si lo tiene o no.
Los brotes en algunos países occidentales han generado cierta psicosis. ¿Qué gravedad tiene la enfermedad?
No es una enfermedad dramática pero sí puede dar lugar a complicaciones severas como encefalopatías, neumonías e incluso, en casos excepcionales, llevar a una persona a la muerte.
Con los niveles de cobertura que hay en España, ¿hay motivo para estar preocupados?
La cobertura es amplísima y la incidencia de la enfermedad no ha variado, es la esperable. Con el nivel de vacunación que tenemos es casi imposible que tengamos los casos que se han registrado en Italia o en el Reino Unido. No hay ningún motivo para volvernos locos, pero sí para reforzar la idea de que hay que permanecer vigilantes y alerta para que esa cobertura vacunal no baje como ha pasado en otros países.
¿Cómo ha evolucionado la situación y por qué en algunos países se ha retrocedido en el control del sarampión?
Recientemente España ha vuelto a recibir la declaración de estado libre de sarampión, lo que, traducido, supone que es un país que ha conseguido reducir los casos a la mínima expresión. Sin embargo, un país tan avanzado como Reino Unido ha perdido esta condición, y en eso han influido factores muy diversos.
¿Qué papel han jugado en este retroceso los movimientos antivacunas?
Han tenido un papel importante, pero no decisivo. Lo determinante en la difusión del sarampión siempre es la pobreza, los conflictos bélicos como el ocurrido en Ucrania y la inequidad en el acceso a las vacunas, fruto de la crisis económica, que ha generado que poblaciones marginales queden expuestas al virus.
¿Cómo pueden influir en España estos movimientos?
A mi me gusta referirme a ellos como movimientos reticentes a la vacunación porque no hablamos de un grupo homogéneo. Por un lado están algunos padres que tienen dudas y no terminan de entender por qué tienen que administrar un producto biológico a su hijo para prevenir una enfermedad que no ven nunca. Con esos padres hay que empatizar y hacerles ver que lo que no vemos hoy no quiere decir que no podamos verlo mañana, sobre todo, en un contexto globalizado. Con una enfermedad transmisible como el sarampión nunca se puede bajar la guardia.
Hay personas que argumentan que lo natural es pasar la enfermedad y no vacunarse.
Sí, lo dicen los antivacunas convencidos, que en España es un porcentaje muy bajo, menos del 1 % de la población. Lo natural no es tener una enfermedad del siglo pasado cuando puede evitarse, o ver sufrir innecesariamente a tu hijo. Tampoco lo es beber agua sin potabilizar o leche cruda, lo natural es aplicar el sentido común, que en medicina tiene un nombre: evidencia científica. Eso es lo que nos ha permitido avanzar a la Humanidad.