No es un servicio incluido dentro del régimen general de la Seguridad Social, a diferencia de otros países de la Unión Europea, aunque sí recomendado por los especialistas en casos de lesiones musculares, de ligamentos y ciertos problemas en partes blandas. Unidos a la práctica deportiva, a la rehabilitación y a la relajación, los masajes amplían su público en una sociedad cada vez más aquejada de males de espalda -el 90% de la demanda está relacionada con ellos- y males psíquicos ligados al ritmo de vida. Fisioterapeutas, masajistas y esteticistas se reparten un mercado cada vez más interesado en recibir y en aprender a dar masajes.
La inicial disyuntiva entre escuelas orientales -búsqueda de puntos reflejos- y occidentales -búsqueda de tejidos blandos- empieza a desdibujarse porque la mayoría de los profesionales optan por usar todas las técnicas a su alcance según el caso que se presente. La mayor aportación española, firmada por Vicente Lino Ferrándiz, es el quiromasaje, fruto de esa mezcla. El Centro Vallisoletano de Masaje, que ve cómo crece el número de alumnos año tras año desde su apertura en 1994, usa el manual del Dr. Segarra Ferrándiz, descendiente del fundador del quiromasaje. «Las patologías más tratadas son lumbalgias, tendinitis, esguinces y tortícolis», explica Juan Carlos García Suárez, responsable del centro. «Quizá si se pudiera practicar el masaje preventivo muchas bajas no llegarían a serlo, pero aún no se contempla la inclusión del servicio en la Seguridad Social y no forma parte de nuestra cultura».
Sobre el posible intrusismo profesional ente masajistas y fisioterapeutas, García Sánchez aclara que «los masajistas sólo trabajamos con las manos, mientras que ellos pueden usar aparatos. Los fisioterapeutas estudian dentro de su carrera el masaje de forma menos específica. Hasta ahora nuestros estudios están reconocidos por el Ministerio de Educación pero dentro de las enseñanzas no regladas».
En la actualidad está creciendo el número de gente que se acerca a las escuelas por interés personal, para curar en su entorno, a su familia. Crece también el número de escuelas. Nacida en León pero ya con nueve centros repartidos por Galicia, Asturias, Castilla y León y Madrid, la Escuela Superior de Técnicas Parasanitarias mueve quinientos alumnos por curso. Este centro enseña todas las técnicas pero están especialmente ligados a la escuela china, país al que viajan con los alumnos desde hace once años. «Choca con nuestra mentalidad porque estamos acostumbrados a solucionarlo todo con una pastilla, en cambio allí sí hay medicina preventiva. Pero nos resulta menos latoso tomarnos algo en casa que ir a un centro cada día a recibir un masaje. Si lleva funcionando 5.000 años, merece al menos un poco de atención. Es una medicina más rápida y más económica», explica Cristina Blanco, una profesora de este equipo de treinta profesionales ligados a la medicina y la Educación Física.
Sin una patología concreta, el masaje está indicado como favorecedor de la circulación, incrementa la frecuencia cardíaca y elimina toxinas. Promueve el mejor funcionamiento del sistema linfático, su drenaje, mejora el sistema inmunológico, tonifica los músculos, previene la flacidez y la artrosis. Y en cuanto a sus efectos directos sobre la piel, aumenta la excreción de las sustancias de desecho, mejora el intercambio exterior de gases y en general, enriquece la piel. Además de un bienestar general.
Aparte del quiromasaje, existen otro tipo de técnicas que resultan realmente efectivas para tratar los dolores musculares. Una de ellas es la reflexología, que tiene su origen en China. Esta técnica está basada en la teoría de que hay partes del cuerpo -iris, planta del pie, oreja, manos- que representan a todo el cuerpo. La reflexología favorece la actuación a distancia sobre un órgano y es muy recomendable en procesos agudos en los que la acción directa en la lesión provoca dolor.
Luego también está el Shiatsu. Este masaje proviene de Japón y se basa en la digitopresión, como el chino, pero de diferente evolución. Se practica sobre el suelo.
Por último, el drenaje linfático. Esta técnica occidental se fundamenta en movilizar los líquidos. Se trata de un masaje suave usado para eliminar líquidos retenidos, pero como terapia se limita a ser complemento de otras, por ejemplo en los tratamientos de obesidad, de celulitis o tras operaciones estéticas. El drenaje linfático favorece además el sistema inmunitario.