Los psicólogos aseguran que el papel que los docentes desempeñan en la socialización de los más jóvenes es determinante. Su actividad diaria es de especial importancia porque comparten, junto con los progenitores, la educación de las nuevas generaciones. Sin embargo, el profesorado encuentra trabas muy importantes en la realización de su trabajo, hasta el punto de sufrir constantes crisis psicológicas. Y es que parece que su labor soporta cada vez mayor presión dentro de una sociedad muy competitiva. Las causas y las consecuencias afectan de manera directa a los estudiantes.
Sufren el doble de bajas laborales
En los últimos tiempos el rol de los profesores ha cambiado. Antaño ocupaban una posición de autoridad y de reconocimiento mientras que hoy día varias circunstancias han alterado aquel papel. Tanto es así que cada vez es más significativo el número de docentes que muestran su malestar por la situación que viven, bien por sus condiciones laborales, bien por la presión a la que se ven sometidos desde frentes diversos -alumnado, padres o Administración, entre otros-. Todo ello deriva en la aparición creciente de patologías de carácter psicológico, hasta tal punto que la atención de la comunidad educativa se fija, cada vez con mayor atención, en un problema que incide en la calidad educativa y en la salud del profesorado.
A juicio de Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía, además de profesor en la Universidad Complutense de Madrid, en la sociedad actual se atisba cierta preocupación por el estado psicológico del profesorado. Así lo explica en su carta ‘La salud del profesorado’. En ella, indica que la educación ha sido, es y debería ser, principalmente, “relación humana”. Ello significa que la acción educativa debería comportar en el profesor compromisos emocionales y personales. En definitiva: debería suponer la implicación del docente en el desarrollo cívico y educativo de sus alumnos. Al respecto, Martínez-Otero avanza que “el trato con el educador puede reportar un sinfín de alegrías, pero también frustraciones y decepciones y, por ende, ansiedad”.
Problemas psicológicos
El ámbito de la enseñanza no es ajeno a los episodios de estrés, ansiedad y depresión que caracterizan el mundo laboral. Lo preocupante es que la incidencia de las bajas laborales por motivos psicológicos afecta especialmente a los profesionales de la docencia. De hecho, según denuncia STEs, Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza, este tipo de episodios provoca el 11% de las bajas que afectan a los profesores, cuando entre otros profesionales sólo genera el 5%. En este punto, Alfredo Fierro, que fue director del Gabinete del secretario de Estado de Educación, aclara que “estos trastornos no son exclusivos de los profesores. La competitividad y los cambios vertiginosos amenazan el equilibrio de muchos trabajadores”.
Estas cifras se completan con el estudio sobre ‘Bajas laborales y riesgos psico-sociales en la enseñanza’, elaborado por Manuel García Calleja, que refleja que quienes más bajas solicitan son los profesores. Entre las conclusiones destaca que son las profesoras, concretamente, las que copan casi el 75% de las bajas por cuestiones psicológicas. Además, los educadores de entre 30 y 39 años, y los de entre 50 y 59, son los más proclives a caer enfermos por episodios de estrés y similares, alcanzando el 64% de los casos.
Los profesores de secundaria, los más afectados
Estos docentes representan el 61% de las bajas laborales por estrés, depresión o ansiedad, por lo que en el estudio anteriormente citado deducen que los profesores de secundaria están bajo mayor presión que sus compañeros de primaria. Según Martínez-Otero, la razón podría residir en las características del alumnado a su cargo. “Los estudiantes de instituto atraviesan edades complicadas, con la llegada de la pubertad. Además, están a un paso de tener que decidir su futuro académico o profesional y padecen con mayor virulencia el fracaso escolar. Por eso, y por otras circunstancias, los docentes encargados de ellos se ven sometidos a mayor presión”, explica.
“Más allá de los motivos se puede establecer que las bajas laborales por cuestiones psicológicas entre el profesorado duran una media de 35 días”, según García Calleja. En ese periodo se tratan enfermedades como la depresión, que alcanza el 74% de este tipo de incidencias patológicas en los docentes.
Aunque como en cualquier profesión los profesores no constituyen un colectivo homogéneo, Martínez-Otero reitera que la docencia destaca principalmente por el trato directo con personas. Este profesor universitario señala que la relación con el alumnado “es una de las partes más gratificantes de la actividad educativa”. Sin embargo, también explica que cada vez es mayor el número de los casos en los que la relación profesor-alumno está regida por la tensión, “ya sea por la indisciplina de los escolares o porque el educador carece de habilidades sociales”.
Aparición del burnout
El profesor Marínez Otero incinde en que no es inusual que el profesor se mantenga muy vigilante durante varias horas al día y que asuma funciones policiales y parentales, que le llevan al agotamiento profesional. “Dicha sobrecarga, junto a las insatisfacciones y a la falta de entendimiento con otros miembros de la comunidad educativa -colegas, padres y alumnos- puede derivar en la aparición entre el profesorado de alteraciones como la fatiga, disminución de la concentración y del rendimiento, ansiedad, insomnio o trastornos digestivos, entre otros”, concreta. Martínez-Otero asegura que, en ocasiones, la presión del trabajo afecta de tal manera al profesor que éste sufre un desequilibrio en su organismo. Esta alteración forma parte de los síntomas que se dan cuando se manifiesta el síndrome del agotamiento profesional o burnout, que se manifiesta en el cansancio psicofísico y en el abatimiento. “Los profesores que sufren este problema suelen presentar dificultades para mantener la atención, así como la idea de ser atacados por compañeros o alumnos, irritabilidad y tristeza o abandono del trabajo o abuso del consumo de sustancias tóxicas”, explica.
Razones principales del malestar docente
A juicio de Alfredo Fierro, las principales causas de insatisfacción en el profesorado son las siguientes:
- Las incertidumbres por los continuos cambios legislativos que surgen en materia educativa. En los últimos años, el marco que rige la Educación se ha modificado con cierta profusión. Ello podría generar desasosiego en buena parte del profesorado, ya que genera un constante esfuerzo de adaptación a las nuevas circunstancias y estrategias.
- Merma del prestigio social. Al mismo tiempo que la sociedad se ha transformado, la imagen del profesor se ha degradado. Los expertos consultados avalan que se ha debilitado la relación entre padres y educadores. Quizás, en ocasiones, se ha acusado a los profesores de ser los únicos responsables del fracaso escolar, cuando la familia también se debe involucrar en la educación de sus hijos.
- Conductas antisociales de algunos alumnos. En ciertos casos, la situación se vuelve insostenible. Hay casos en que los profesores son objeto de amenazas y agresiones. Incluso temen acudir al centro educativo.
- Remuneración. Como en todas las profesiones, hay profesores que no están conformes con su salario. Además, se dan casos de educadores que ejercen su profesión con contratos precarios o que carecen de estabilidad laboral.
- Formación psicopedagógica insuficiente. Los profesionales reconocen que su formación debe ir más allá de la mera formación académica. A su juicio, deben de abandonar la idea de profesor para asumir las funciones de humanizador.
Rodríguez señala también que los educadores más propensos a padecer trastornos psíquicos son quienes presentan “inclinación a competir, alto nivel de aspiraciones, inseguridad, sentimientos de culpa y baja autoestima”.
Cómo se puede prevenir
La satisfacción laboral es necesaria para que los trabajadores se impliquen en sus tareas. Obviamente, en el caso de la educación, el bienestar del profesorado se proyecta sobre sus alumnos. De la buena disposición del docente germina el interés entre los alumnos. Estas podrían ser algunas pautas preventivas para evitar el malestar docente, a juicio de Alfredo Fierro.
- Disponer de un proyecto educativo que haga crecer como personas y profesionales.
- Difundir el sentimiento de comunidad, ya que éste arropa la personalidad del docente.
- Disfrutar de los pequeños logros.
- Intercambiar experiencias con otros colegas.
- Tratar de ser creativos
- El centro educativo. La institución debe aportar los componentes de confianza, seguridad y respeto.