Un equipo de investigadores del Servicio Navarro de Salud-Osansubidea ha llevado a cabo una evaluación con cuidadores informales de personas que han sufrido un infarto cerebral (ictus). Esta patología es altamente invalidante y precisa diferentes grados de atención durante un tiempo prolongado. En el estudio se excluyeron los pacientes institucionalizados y los que padecieron ataques isquémicos transitorios (TIA, en sus siglas inglesas), que no acarrean situaciones de dependencia.
El 40% de los 90 afectados que formaron parte de la muestra precisó cuidado informal para las tareas de su vida diaria. Estas actividades están relacionadas con labores del hogar, compra y preparación de las comidas, caminar, administración de los fármacos prescritos, actividades relacionadas con el cuidado personal como el aseo diario o el baño e, incluso, con los ejercicios de rehabilitación. El cuidador informal suele ser mujer, mayoritariamente la hija, de unos 55 años de edad.
Los pacientes del estudio cuentan con un total de 81 cuidadores, ya sean principales, es decir, los que llevan toda la carga del cuidado, o secundarios, que son los que dan soporte al principal. Suelen pasar aproximadamente cinco horas y media al día entregados a la atención del enfermo (4,2 horas los cuidadores principales y 1,1 los secundarios). La dedicación aumenta directamente con el grado de dependencia del enfermo.
Traducido en cifras, el estudio señala que el coste medio anual es de 21.500 euros, entre los 6.500 de los más autónomos a los 31.500 de los que requieren más ayuda. El coste total del cuidado informal representa el 77% del total de los costes del ictus, incluyendo atención médica inmediata, ingreso hospitalario, rehabilitación profesional, entre otros.