La prevalencia de las enfermedades alérgicas ha aumentado en los últimos años. Los estudios en la materia tratan de esclarecer qué factores pueden ser los responsables de este incremento y de qué forma se puede intervenir precozmente, con el fin de prevenir sensibilizaciones. Este hecho adquiere una gran importancia en la edad pediátrica, en la que las sensibilizaciones tempranas a alimentos, o posteriormente a alérgenos inhalantes, como puedan ser el ácaro del polvo, los epitelios de animales domésticos, etcétera…, son responsables de los síntomas. La intervención precoz y detección de niños de riesgo atópico (alérgico) permitirían iniciar un tratamiento etiológico o causal, que evitaría la cronificación de la enfermedad.
Entre las enfermedades alérgicas más frecuentes en la edad pediátrica, y teniendo en cuenta el órgano de choque (piel, mucosa nasal, conjuntival o respiratoria), destacan la dermatitis atópica, la rinitis alérgica, la conjuntivitis y el asma bronquial.
Otras patologías menos frecuentes son: urticaria, angioedema, gastritis eosinofílica y la máxima expresión de la reacción alérgica, como es el shock anafiláctico. Si tenemos en cuenta el alérgeno, es decir, la sustancia a la que el niño es alérgico, tendremos una alergia alimentaria, medicamentosa o a inhalantes. Cualquier tipo de sensibilización puede desencadenar una u otra patología, y el mismo paciente puede estar sensibilizado a uno o más alérgenos.
Dermatitis atópica
Es ésta una de las manifestaciones más tempranas de enfermedad alérgica y puede aparecer en los primeros meses de vida. El 60% de los pacientes la inician en el primer año y, de éstos, el 75% en los primeros seis meses de vida. La prevalencia actual está entre un 8%-12%.
Se caracteriza por la presencia de lesiones cutáneas con intenso picor y de fácil sobreinfección por el rascado. Se sabe que en el 80% de los casos hay antecedentes familiares de enfermedad alérgica y en el 85% de los niños se puede encontrar aumento de la inmunoglobulina E (característica del paciente alérgico), así como pruebas alérgicas positivas frente a alérgenos. Además de este mecanismo inmunológico, desempeñan un papel importante otros factores, como las infecciones o los ácidos grasos insaturados.
Entre los alérgenos más frecuentes en lactantes se encuentran los alimentos, correspondiendo al 40% de los niños con dermatitis atópica; los más habituales son la leche, el huevo y el pescado. En niños mayorcitos y adolescentes, se puede encontrar sensibilización a otros alérgenos, como ocurre con el ácaro del polvo, que puede sensibilizar bien por contacto o por inhalación. El 50% de los niños con dermatitis atópica van a desarrollar otra enfermedad alérgica respiratoria como el asma bronquial o la rinitis, y su diagnóstico precoz nos permite intervenir con medidas de prevención.
Existe la creencia de que los estudios alérgicos no se pueden realizar hasta pasados los tres años. Es un error, porque el especialista cuenta con técnicas suficientes como para diagnosticar la sensibilización a cualquier edad. No obstante, hay que ser cauto en la interpretación de los resultados.
Asma infantil
El asma bronquial es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia; su prevalencia es de un 10% y, en el 50% de los casos, se inicia antes de los tres años. El problema fundamental radica en el diagnóstico, ya que en los primeros años de vida hay cuadros como las infecciones virales respiratorias que cursan con síntomas muy parecidos al asma bronquial (hiperreactividad bronquial).
En estos casos hay que hacer el diagnóstico teniendo en cuenta si estamos ante un niño de riesgo atópico o no, ya que de nosotros dependerá el futuro de la enfermedad de ese niño. Se sabe, no obstante, que la sensibilización alérgica es la causa más común de asma en la infancia.
El asma es una inflamación crónica de las vías aéreas, que se caracteriza por una obstrucción bronquial reversible. Otra característica es la respuesta exagerada de la vía aérea, conocida como hiperreactividad bronquial, frente a estímulos específicos (alérgenos) o inespecíficos (ejercicio, infecciones o irritantes). El diagnóstico de asma se realiza en primer lugar con la historia clínica, que nos pone de manifiesto los síntomas de la hiperreactividad bronquial, así como de los posibles desencadenantes.
Rinitis alérgica. Conjuntivitis
La rinitis alérgica, al igual que el asma, es una enfermedad infantil frecuente y su prevalencia va en aumento. En la infancia, durante meses o años, puede preceder a la aparición del asma; incluso los síntomas pueden preceder a la aparición de una crisis de asma.
Los más comunes son picor de nariz, obstrucción nasal, varios estornudos seguidos y secreción nasal acuosa. Si se acompaña de conjuntivitis, tendremos picor de ojos, enrojecimiento y lagrimeo. Como la patología más frecuente en los procesos obstructivos nasales es la alergológica, el diagnóstico debe cumplir tres fines: comprobar la existencia de rinitis, demostrar si el cuadro clínico tiene un carácter alérgico y, en tercer lugar, estudiar cuál es el alérgeno que lo causa.