Un equipo multicéntrico coordinado y dirigido por investigadores de la Unidad de Inflamación y Cáncer del Instituto de Salud Carlos III ha descrito un nuevo papel del gen supresor de tumores ARF en la regulación del sistema inmune innato. En concreto, el estudio aporta información sobre el funcionamiento del sistema inmune en ausencia de este gen, y revela la importancia del mismo en la puesta en marcha de una respuesta inflamatoria adecuada. El Instituto de Salud Carlos III destacó que los resultados de este trabajo «permitirán entender mejor el papel del sistema inmune en el control de la respuesta tumoral y ayudarán a diseñar nuevas estrategias».
El sistema inmune constituye uno de los principales mecanismos de defensa utilizado por el organismo humano para protegerse de la invasión o infección por patógenos, así como para prevenir la progresión tumoral. Una de las células que desempeña un papel primordial en la respuesta inmunitaria es el macrófago que, en respuesta a citoquinas y productos microbianos, exhibe dos tipos de activación. La clásica, denominada M1, que libera gran cantidad de mediadores inflamatorios y citoquinas y que genera un fenotipo donde los macrófagos muestran actividad citotóxica contra los microorganismos y las células tumorales y otra denominada alernativa o M2, mucho menos conocida, en la que los macrófagos ejercen funciones protumorales, promueven la remodelación de la matriz y la reparación del daño, así como suprimen la respuesta inmune al disminuir las funciones medidas por los macrófagos M1. Si bien estas actividades son de extrema importancia durante la reparación de tejidos y la resolución de los procesos inflamatorios, en el contexto del crecimiento tumoral son enormemente perjudiciales.
El Instituto de Salud Carlos III señala que hasta hace poco, a los genes supresores de tumores se les confería un papel exclusivo en el contexto tumoral, sin embargo, «este concepto está cambiando y cada vez hay más evidencias de que presentan funciones más amplias como sensores frente a diferentes tipos de estrés». Este es el caso del ARF, un gen supresor de tumores que es una de las principales defensas antioncogénicas en mamíferos, habiéndose encontrado mutaciones en el mismo en casi un 50% de los tumores humanos.
El trabajo dirigido por los investigadores del Instituto de Salud Carlos III revela que ARF desempeña un papel importante en la regulación del sistema inmune innato, un hecho sobre el que, hasta el momento, no se tenían datos. «Los efectos más obvios estuvieron relacionados con una disminución en la producción de determinadas citoquinas inflamatorias y otros mediadores como el óxito nítrico o las prostaglandinas, todos ellos marcadores característicos de macrófagos M1. Esta disminución estaba relacionada con un déficit en la activación de importantes vías de señalización en inflamación», explica el Instituto. Los resultados de la investigación se publicaron a finales del pasado año en la revista «Journal of Immunology».