Imagen: Thomas HafenethCon la llegada de la menopausia, el perfil de riesgo cardiovascular de la mujer se ve alterado, aumentando en muchos casos los niveles de colesterol, el peso, la glucosa y la tendencia a padecer hipertensión. La razón es que en la fase fértil ellas cuentan con la protección de unas hormonas femeninas, los estrógenos. Pero al perder esa defensa con la menopausia, las posibilidades de que la enfermedad cardiaca aparezca se incrementan. Y esta realidad no se debe pasar por alto, si tenemos en cuenta que la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte entre las mujeres. De ahí que, como se aborda en este artículo, sean importantes los controles médicos, sus recomendaciones preventivas y conocer los síntomas y los factores de riesgo cardiovascular en la menopausia.
El colectivo médico insiste en que los controles de salud de la mujer a partir de la menopausia sean más constantes. De esa forma se podrán vigilar los factores de riesgo que propician el desencadenamiento de la enfermedad cardiaca. «Lo que se ha observado es que la edad de aparición de los problemas cardiovasculares en la mujer es algo más tardía en comparación con los hombres, pero comienza a igualarse a partir de los 50 años debido a los cambios que se producen con la menopausia«, explica Nieves Tarín, cardióloga, directora médica del Hospital Universitario de Móstoles (Madrid) y miembro del Consejo de Expertos de la Fundación Española del Corazón.
Los cambios a los que hace referencia podrían ser detectados con una sencilla analítica y una toma de presión arterial, por lo que Tarín recomienda visitas periódicas al centro de salud. «Es importante que la mujer tenga acceso a su médico y enfermera del centro de salud de atención primaria correspondiente, porque son ellos los primeros que tienen que valorar si ha aparecido un aumento de la tensión arterial, los niveles de colesterol son altos o los niveles de glucosa están por encima de lo recomendado. Si ellos detectan alguna anomalía, derivarán al endocrinólogo, cardiólogo o el especialista que consideren oportuno dependiendo de cuál sea el problema», puntualiza la cardióloga, quien asegura que, controlando esos factores de riesgo que ahora deben contar con más vigilancia, podemos ayudar a evitar la aparición de la enfermedad cardiovascular.
El consejo para una mujer que, además de haber llegado a la menopausia, cuente con una alta carga de otro tipo de factores de riesgo, como antecedentes familiares, enfermedades que propician la aparición de la patología cardiovascular, medicamentos especiales o alguna otra alteración que incremente el riesgo cardiovascular, es que comente su situación con su médico de cabecera para que consulte directamente con el cardiólogo.
En ambos casos, aparte del control médico, es importante seguir las recomendaciones preventivas relacionadas con una alimentación sana y equilibrada y la práctica de ejercicio, además de evitar el tabaco. «Se ha detectado que en hábitos como prácticas de ejercicio físico estamos por detrás de los hombres, al igual que la incorporación al hábito tabáquico está aumentando entre las mujeres; por eso nuestros mensajes de salud deben ser más insistentes y dirigirse también a la mujer», afirma Tarín.
Atención a los síntomas
A pesar de que en la actualidad mueren más mujeres que hombres de enfermedades cardiovasculares, la percepción de que el infarto es una patología masculina sigue estando presente en la mayoría de la sociedad. Es una de las razones por las que ellas acuden más tarde al hospital o al centro de salud cuando sufren un infarto.
También influye el hecho de que los síntomas de problemas cardiovasculares en la mujer pueden ser diferentes a los que asociamos tradicionalmente a la enfermedad cardiovascular. «La mujer puede sentir sensaciones de falta de aire, mareos no justificados o un malestar que incluya incluso vómitos. Cualquiera de estos síntomas no explicado por una razón debería tenerse en cuenta y consultarse cuanto antes», apunta la doctora Tarín.
De igual modo es necesario prestar especial atención a la menopausia prematura, ya sea natural o secundaria a una cirugía o a tratamientos de quimioterapia en procesos de cáncer que hacen que los niveles de estrógenos sean muy bajos, lo que provoca que se adelante todo este proceso.
Desde la década de los 70 hasta hace unos años, se pensaba que los estrógenos administrados por vía oral podían prevenir o mejorar el perfil de riesgo cardiovascular de la mujer, además de contribuir a una menopausia más confortable, sin sofocos y previniendo la osteoporosis. Sin embargo, los estudios hechos tanto con estrógenos suplementados como con moduladores estrogénicos no han dado resultados favorables. Por eso, a día de hoy no está indicado el tratamiento estrogénico, salvo en casos excepcionales.