Una persona puede contraer la COVID-19 por contacto con otra que esté infectada por el virus. Pero no es el único medio. Tal y como confirma la Organización Mundial de la Salud (OMS), “las gotículas procedentes de la nariz o la boca que salen despedidas cuando una persona infectada tose o exhala” pueden caer sobre objetos y superficies y contaminarlas. Si esto sucede, existe el riesgo de contagiarse al entrar en contacto con ellas. Por ello, es más importante extremar la higiene en artículos como la ropa y los zapatos donde, pese a que el riesgo es mínimo, el virus puede sobrevivir hasta más de 24 horas.
Unos simples gotículos procedentes de la nariz o la boca de una persona contagiada son suficientes para contaminar una superficie y aumentar el riesgo de que otra contraiga la COVID-19. El riesgo es mínimo, sí, pero si entramos en contacto con ellas y nos llevamos las manos a la nariz o la boca, la posibilidad de infectarse existe. El propio organismo internacional confirma que el virus es capaz de mantenerse activo fuera del cuerpo humano durante un tiempo determinado, pero dice “que no es posible saber con certeza cuánto”, ya que depende de los materiales, la temperatura y la humedad. Por ello, nuestra ropa y nuestros zapatos pueden jugarnos una mala pasada, especialmente si hemos estado en contacto directo con alguna persona contagiada.
Desde tres horas hasta siete días
Numerosos estudios han tratado de estudiar la supervivencia real del virus fuera de nuestro cuerpo. La OMS se limita a explicar que «los coronavirus pueden subsistir en una superficie desde unas pocas horas hasta varios días», pero algunas instituciones han ido más allá asegurando que la COVID-19 puede mantenerse activa entre tres horas y siete días. Su supervivencia la marcarán los materiales y diferentes condiciones pero, en cualquier caso, la carga viral será mínima. «Es cierto que el virus puede sobrevivir durante unos días, pero con una carga viral insignificante», sostiene el virólogo de la Universidad de Milán Fabrizio Pregliasco.
El plástico, presente en algunas de nuestras prendas de ropa y en la suela de muchos zapatos, es una de las superficies en las que más vive el virus: hasta siete días, apunta un estudio publicado en la revista científica The Lancet. Sin embargo, el New England Journal of Medicine redujo el tiempo a 72 horas, la misma duración que estimó un estudio del Ministerio de Sanidad español si las superficies se mantenían entre los 21 y 23 grados de temperatura y con una humedad de aproximadamente un 40 %.
Más difícil resulta determinar el tiempo que la COVID-19 sigue activo en nuestra ropa o en las telas de las sábanas. Los investigadores apuntan a que, si bien todavía se están realizando pruebas, es muy poco probable que el coronavirus sea capaz de sobrevivir en estos tejidos. Pero, eso sí, hay que tener especial vigilancia con las prendas que puedan contener metal o plástico. «Si hemos tocado con la ropa alguna superficie contaminada, al sentarnos en el metro o recargarnos en un poste, hay posibilidades de que podamos llevarlo a casa», aseguraba recientemente Angelique Corthals, investigadora biomédica y profesora de patología en el John Jay College, según recoge The New York Times.
No hay que dejar los zapatos fuera de casa
Los bulos sobre la COVID-19 también llegaron a nuestros zapatos y, en un primer momento, se difundió que era recomendable dejarlos fuera de casa. Y no, no es necesario. Así lo aseguró Fernando Simón, el director del Centro de Alertas Sanitarias, el pasado mes de marzo: «No es necesario dejar los zapatos fuera de casa, para nada». En Italia, Fabrizio Pregliasco trasladó además que el riesgo de contagiarse a través de los zapatos es muy bajo: «La suciedad, o el sustrato orgánico, de alguna manera puede facilitar la supervivencia del microorganismo, pero la proporción que puede estar en los zapatos es realmente insignificante«.
Lo que sí ha recomendado posteriormente el Ministerio de Sanidad es que nos quitemos los zapatos nada más entrar en el domicilio y los dejemos en la puerta para así evitar cualquier posibilidad de introducir el virus en el resto de la vivienda. Aún así, quien quiera quedarse más seguro, puede optar por desinfectarlos. En este caso, Juan José Badiola, director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza, explica que basta con sumergir la suela y utilizar la lejía como desinfectante.
No agites la ropa y lávala con agua caliente
Pese a que el riesgo de contagio es muy bajo, diferentes instituciones han optado por trasladar una serie de recomendaciones a la hora de lavar la ropa. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades?, dependientes del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, inciden en que no se agite la ropa sucia y que se utilice el modo más caliente para lavar tanto las prendas como las toallas o sábanas, así como secarlas también a altas temperaturas. Además, en caso de que convivamos con una persona contagiada, pide que se utilicen guantes desechables cuando manipulemos su ropa sucia y que no la lavemos con la del resto de los integrantes de la casa.
Por su parte, el Ministerio de Sanidad se ha limitado a recomendar el lavado con agua caliente. Además, ha transmitido que, en caso de haber estado en un ambiente cerrado de manera continuada, es aconsejable separar en una bolsa la ropa que se haya utilizado (sin sacudirla) y lavarse bien las manos antes y después de manipularla. Una vez lavada, insisten en la importancia de secar bien la ropa. Otras sugerencias útiles pueden ser lavar con exceso de agua, no cargar las lavadoras y utilizar más detergente del habitual.