Como cada año desde 2003 y coincidiendo con el Día de San Valentín, el Día Europeo de la Salud Sexual pretende sensibilizar a la población europea de la importancia de informarse y de cuidar las prácticas sexuales para alcanzar una sexualidad saludable. Este año el lema escogido es “El amor es bueno para la salud“. Con él se busca concienciar a la población de la importancia de la sexualidad en el bienestar de la persona y el papel que juegan los dos miembros de la pareja ante una disfunción sexual. Este artículo analiza qué significa tener una buena salud sexual y las causas de un deseo sexual alterado en hombres y mujeres.
Este año, la Asociación Española para la Salud Sexual aborda el Día Europeo de la Salud Sexual bajo el lema «El amor es bueno para la salud» con dos objetivos: demostrar que una vida sexual activa mejora el bienestar de las personas e interpelar la comunicación en la pareja como una de las soluciones contra las disfunciones sexuales.
Pero, ¿qué significa tener una buena salud sexual?
Según datos de la Asociación Española para la Salud Sexual, cerca del 40% de las mujeres estarían afectadas por alguna disfunción sexual
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como «un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; no es solo la ausencia de enfermedad, disfunción o malestar». Añade que además es necesario que haya una aproximación «positiva y respetuosa hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de obtener placer y experiencias sexuales seguras, libres de coerción, discriminación y violencia».
La ginecóloga María Cinta Ripoll Llopart precisa que la sexualidad es una esfera importante en la persona, sea cual sea su edad y su condición física y psicológica, y contribuye a su bienestar, y más que un estado, es un proceso que lleva a la satisfacción física y emocional. De la misma manera, no tener esta área cubierta, sufrir insatisfacción sexual va haciendo mella en el individuo y en su relación de pareja, si la tuviera, lo que provoca efectos negativos en la salud de la persona y en su calidad de vida.
Deseo sexual alterado
La falta de deseo sexual afecta a hombres y mujeres por igual. Un estudio realizado por la Sociedad Portuguesa de Sexología Clínica, publicado en Journal of Sexual Medicine, señalaba que el cansancio, el estrés laboral y los problemas de pareja pasaban factura a la libido de los hombres, sobre todo en la franja de los 30 a los 40 años, los más afectados por cargas familiares y responsabilidad laboral, entre otros factores estresantes. A estos les siguen los de 40 a 60 años. En esta investigación, las conclusiones apuntaban que el grupo con menos afectados eran los menores de 30 años y los mayores de 60.
De la misma manera, las mujeres pueden tener dificultades en esta esfera. Según datos de la Asociación Española para la Salud Sexual, cerca del 40% de las mujeres podrían estar afectadas por algún tipo de disfunción sexual. La falta de deseo, incapacidad de alcanzar el orgasmo o sentir dolor durante las relaciones son algunas de las alteraciones que impiden que una mujer disfrute de las relaciones. Y, como sucede en el caso de los hombres, la ansiedad y el estrés laboral también hacen mella.
No obstante, ante una disfunción sexual, es importante descartar alguna alteración orgánica, ya que puede esconder problemas de tiroides, cambios hormonales y depresión. Los especialistas en ginecología y andrología pueden abordar estos problemas desde la vertiente física. Sin embargo, cuando la causa primera está en un problema mental, muchas veces será el psicólogo o sexólogo quien dé las pautas adecuadas para solucionarlo.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio son ocho fines que los 191 Estados Miembros de las Naciones Unidas acordaron intentar conseguir para el año 2015. Dentro de ellos, se enmarcan estrategias para fortalecer políticas y programas de salud sexual y reproductiva.
El enfoque estratégico considera que los sistemas de salud deben velar por los derechos de la mujer, por su libertad y su dignidad. La desigualdad entre géneros, que incluye la falta de poder y de influencia de las mujeres, tanto en la vida comunitaria como en la esfera privada, provocan que sean ellas las principales víctimas de los problemas relacionados con la salud sexual y reproductiva.