Gran parte de las enfermedades cardiovasculares no se manifestan clínicamente hasta que no entramos en la treintena, pero el proceso que da lugar a la mayoría de esas patologías comienza mucho antes. La enfermedad aterosclerótica, que consiste en el depósito e infiltración de grasas en las paredes de las arterias y provoca la enfermedad cardiaca, empieza a gestarse desde el inicio de la vida, si no seguimos unos hábitos cardiosaludables que lo impidan. Por esa razón, los cardiólogos insisten tanto en la importancia de la prevención desde la infancia, con la que podemos evitar que en la edad adulta aparezcan problemas cardiacos. Por el inminente Día Mundial del Corazón resumimos los tres hábitos que deberíamos poner en práctica.
La madurez también es un buen momento para poner en marcha prácticas cardiosaludables si no lo hemos hecho antes, ya que ayudarán a que la patología no progrese. En el Día Mundial del Corazón, que se celebra el próximo 29 de septiembre, los cardiólogos aprovechan para recordar que introduciendo una serie de cambios en el estilo de vida podemos lograr no solo alargar nuestra expectativa de futuro, sino también que esos años añadidos sean años con buena calidad de vida.
Por el contrario, si mantenemos rutinas como el sedentarismo, el tabaquismo o una alimentación rica en grasas saturadas, la enfermedad cardiovascular continuará representando la primera causa de muerte en el mundo desarrollado. En España ya es responsable del 29,6 % de los fallecimientos, por delante del cáncer o de enfermedades broncopulmonares, mientras que en Europa representa el 35 %. Para reducir esas cifras y disfrutar de mayor calidad de vida, es clave poner en práctica estos tres hábitos:
1. Alimentación equilibrada, basada en la dieta mediterránea
La alimentación es una de las principales herramientas en las que podemos apoyarnos para prevenir la enfermedad cardiovascular. «En cierto modo, somos lo que comemos: si comemos muchas grasas e hidratos de carbono nos convertiremos en obesos, hipercolesterolémicos, diabéticos, con síndrome metabólico… Por eso es fundamental cuidar la alimentación y, por suerte, vivimos en un país que tiene las posibilidades de alcanzar una dieta magnífica, como es la dieta mediterránea. Contamos con un litoral lleno de pescados que son fuente de proteínas y de ácidos omega 3, verduras y frutas magníficas, aceite de oliva, que es la grasa monoinsaturada más sana por excelencia… Confeccionar una dieta a base de esos productos mediterráneos es fundamental para evitar la enfermedad cardiaca», explica el doctor José Luis Palma Gámiz, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón (FEC), recordando que, según el estudio PREDIMED publicado en The New England Journal of Medicine, seguir la dieta mediterránea puede reducir hasta en un 30 % el riesgo de muerte cardiovascular.
2. Practicar deporte de forma regular
Se dice que quien mueve las piernas mueve el corazón, porque se ha demostrado que el ejercicio produce beneficios no solo psicológicos sino también físicos. «El paciente que practica deporte se encuentra mejor desde un punto de vista ósteomuscular y, además, se queman calorías. Ese gasto energético se traduce sobre todo en una disminución de los valores de glucosa, de colesterol y de otros parámetros que perjudican la salud cardiovascular», asegura el doctor Palma Gámiz. Y pone un ejemplo: un diabético que sale a caminar con 170 miligramos de glucosa por decilitro, cuando regresa después de haber dado varias caminatas de 10.000 pasos, que es lo que se recomienda al día, puede tener perfectamente normalizada la glucemia. «Además, se ha demostrado que una combinación de dieta sana y ejercicio físico aeróbico y moderado, adaptado a las posibilidades físicas de cada uno, es tan eficaz para una hipertensión ligera como podría serlo un antihipertensivo tipo diurético, betabloqueante o calcioantagonista», añade.
3. Abandonar el tabaco
Mientras que la dieta y el ejercicio reducen factores de riesgo como el colesterol, los triglicéridos y la glucosa elevados, hay otros hábitos que agudizan la posibilidad de que la enfermedad cardiaca aparezca. Uno de los más peligrosos es el tabaquismo: se calcula que la mitad de los fumadores morirán por una causa relacionada con el tabaco. Por esa razón, dejar de fumar y huir de los ambientes con humo es una de las principales recomendaciones de las sociedades científicas. Aunque lo idóneo es que nunca lleguemos a poner en práctica este hábito tan perjudicial para la salud. «El inicio del tabaquismo se produce entre los 12 y los 13 años, pero, a partir de los 26, la mayoría de quienes no han empezado fumar ya no lo harán, por lo que es muy eficaz que las campañas vayan dirigidas a la población joven para erradicar el tabaco», afirma el vicepresidente de la FEC.