Durante las vacaciones de verano, las parejas comparten mucho más tiempo que durante el resto del año. No hay que ir a trabajar, se reducen las obligaciones domésticas, aumentan las horas de cuidado de los hijos… Una época que debería ser sinónimo de felicidad, pero que no siempre se vive en armonía. Este artículo explica por qué pasar más tiempo en pareja durante las vacaciones puede convertirse en el escenario idóneo para que afloren los conflictos y las disputas.
La convivencia durante las vacaciones: una prueba de fuego
Durante el periodo de trabajo, muchas parejas viven prácticamente separadas. Son largas jornadas laborales que se complementan con numerosas obligaciones domésticas, multiplicadas en el caso de quienes tienen niños. La mayoría comparte los momentos del día en que más cansados están: cuando han finalizado la jornada laboral y doméstica y se sientan para cenar. En este contexto, no sorprende que numerosas relaciones se deterioren de manera progresiva sin que, incluso, se tenga conciencia de ello. Hasta que llega el verano y, con él, las posibles discusiones y las crisis.
Como señala Helena Trujillo, psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero de Málaga, al compartir más tiempo durante la época estival, lejos de la rutina de horarios y compromisos laborales y escolares, «es cuando se convive de verdad. Surgen los problemas porque cada uno se muestra tal cual es».
Muchas parejas pasan el año tan centradas en resolver asuntos cotidianos, que se olvidan de cuidar su relaciónHay que señalar, por otro lado, que en muchas ocasiones las crisis que se originan durante el verano no son tales. «En numerosos casos, denotan una problemática individual de uno de los miembros de la pareja», explica la especialista. Si una persona sufre depresión, un trastorno de ansiedad o cualquier otro problema psicológico, es muy probable que la convivencia se vea afectada. «Por este motivo, es tan importante contar con la ayuda de profesionales para poder solventar estos trastornos», insiste la especialista.
Pareja: consensuar el descanso y las actividades
Para que las vacaciones sean, en la medida de lo posible, un remanso de paz libre de altercados, es necesario empezar a prepararlas mucho antes de que llegue el verano. ¿Cómo? «En primer lugar, no hay que esperar a estos días para hablar los temas espinosos de la relación. Cuanto antes se aborden mejor, así se evita que se enquisten», señala Trujillo. Hablar de los temas más conflictivos y cuidar las bases de la relación (el cariño, la conversación, el sexo) es la mejor manera de garantizar unas buenas vacaciones juntos.
Durante estas, hay que tener en cuenta una serie de consejos que pueden facilitarlas mucho. Es necesario consensuar dónde y cómo se quieren pasar. Si a uno no le gusta la playa, no tiene mucho sentido pasar tres semanas en un hotel en la costa con la promesa por parte del otro de que el año siguiente elegirá el destino que le apetezca. Se pueden combinar unos días en la playa y el resto, en otro lugar.
Además, «hay que aprender a ser tolerantes y respetuosos, no agobiar a la pareja con nuestras cosas ni querer pasar las 24 horas juntos», añade la experta. No tiene sentido pasar todo el día juntos para compensar que durante el resto del año apenas se ven. Para disfrutar de estos días, también es necesario que cada miembro de la unión disponga de su parte de tiempo libre para cultivar sus aficiones. Es la mejor manera de evitar enfrentamientos, ya que se eluden tensiones innecesarias.
Estas fechas son para recrearse, no para realizar tantas actividades que provoquen agotamiento mental y físico. Muchas personas exprimen tanto este periodo, que lo viven con estrés y esto crispa la relación y provoca numerosas discusiones. La situación idónea es una mezcla de descanso y actividades estimulantes, sobre todo consensuadas.
Una buena comunicación de pareja
Como es lógico, lo mejor es evitar que las disputas estallen o que sean muy tensas. Para ello, es aconsejable comunicar lo que no gusta o molesta antes de que sea demasiado tarde. «El otro componente de la pareja no es adivino, así que debemos ayudarle a que nos entienda», explica Trujillo. En el caso de que el altercado sea inevitable, hay que exponer los propios argumentos de la forma más sosegada y clara posible.
El otro miembro debe sentir siempre que se le escucha y que sus razones, aunque no se compartan, se entienden. «Si se habla de buena manera, será más fácil que el resultado sea bueno. No se trata de competir con el otro, sino de convivir», puntualiza la experta.
Las vacaciones nunca serán la terapia que solucione de forma mágica los conflictos. Ni en el caso de que se contrate un hotel de lujo en la isla más paradisíaca y tranquila que se pueda imaginar. Para una pareja en crisis, quizá sea mejor no salir del contexto habitual, para evitar tensiones.
En el caso de que las parejas se aventuren en un viaje, es recomendable no alejarse demasiado de casa (por si hay que regresar) y evitar situaciones potencialmente conflictivas, como viajes largos en coche o en grupo (si la crisis está causada por una infidelidad, lo recomendable es evitar celos). Lo idóneo es empezar una terapia de pareja cuanto antes para aliviar la tensión y ayudar a que los días de vacaciones sean más llevaderos.