Las posibilidades de que detrás del dolor de cabeza que padecen los niños y adolescentes halla algo grave, como un tumor o un aneurisma, son mínimas, pero no por ello hay que descuidar esa cefalea. La clave está en que los pequeños, sus padres y hasta su entorno escolar sepan actuar ante esta dolencia y aprendan a controlar sus síntomas. El diagnóstico precoz de una migraña o una cefalea tensional resulta decisivo ya que, aunque estas molestias no sean al final nada grave, sí que son muy incapacitantes y llegan a afectar a la actividad y la calidad de vida del pequeño. A continuación, detallamos las causas de esta dolencia, cómo se diagnostica y qué tratamientos son los más frecuentes.
“Mamá, me duele mucho la cabeza”. Probablemente esta sea una de las frases que más angustia y nerviosismo despierta en la familia, sobre todo cuando el niño la pronuncia de manera relativamente habitual. Los especialistas son conscientes de la ansiedad que esta molestia causa en los progenitores, pero confirman que no hay motivo para alarmarse. Las posibilidades de que se trate de algo grave, como un aneurisma, un tumor o meningitis, son mínimas y esos pensamientos solo generan una ansiedad innecesaria que se termina transmitiendo al niño, que ya tiene bastante con lidiar con el dolor.
Según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap):
- el 80 % de las cefaleas infantiles son primarias, es decir, que no hay un trastorno o enfermedad que las cause. Las más comunes son las cefaleas tensionales y las migrañas.
- y un 20 % son secundarias, cuando sí se puede identificar la patología que las produce. Aquí estarían las cefaleas que no revisten gravedad y que son las que más atienden los médicos en consulta –por ejemplo, las que provienen por la fiebre de infecciones típicas de la infancia, como una faringitis, una otitis, sinusitis– y, por otro, menos frecuentes, las que sí que presentan gravedad.
Así se busca el origen del dolor de cabeza
El cerebro no tiene receptores del dolor; por lo tanto, no duele. Lo que hace es interpretar los estímulos dolorosos, pero no los siente por sí mismo. Lo que nos duele son esas estructuras adyacentes que lo rodean, tanto intracraneales (arterias cerebrales, nervios craneales y cervicales…) como extracraneales (cuero cabelludo, oído, músculos de la cara…). De ahí que haya que descartar enfermedades graves que lo puedan estar causando. “Aunque la gran mayoría de cefaleas que vemos en consulta no tienen una causa orgánica, es importante eliminar la posibilidad de que ese dolor sea provocado por algo grave y que necesite ser derivado urgentemente al hospital”, explica Rebeca Palomo, pediatra de Atención Primaria.
En el centro de salud se realiza una exploración física (se toma la temperatura, la tensión arterial y se observa si hay signos de infección) y un examen neurológico, en el que se comprueba el nivel de consciencia del niño, los reflejos, la fuerza, si pueden ver bien… “Normalmente esto ya nos sirve para distinguir si se trata de una cefalea primaria o secundaria y descartar una enfermedad grave”, añade Palomo. El siguiente paso es trabajar junto al menor y sus progenitores en las características de su cefalea y encontrar el tratamiento adecuado.
Imagen: Yan Krukov
El diagnóstico precoz de una migraña o una cefalea tensional resultará decisivo, ya que, aunque estas molestias no sean finalmente nada grave, sí que son muy incapacitantes y llegan a afectar a la actividad y la calidad de vida del pequeño, teniendo que faltar a clase o impidiéndole participar en actividades deportivas. Como señala Pablo Irimia, neurólogo y coordinador del grupo de estudio de cefaleas de la Sociedad Española de Neurología, “aunque la migraña no se cura, su tratamiento debe comenzar cuanto antes. Se sabe que los pacientes que son diagnosticados y tratados de forma precoz tienen una mejor evolución clínica y menor riesgo de que se vuelva crónica, ya que con el tratamiento se consiguen controlar los episodios y reducir la frecuencia de las crisis”.
Cómo facilitar el diagnóstico de la cefalea infantil
Cuando estamos ante cefaleas frecuentes se recomienda a los padres y familiares que vayan anotando en casa las características del dolor y las circunstancias y horarios en los que aparece.
¿Qué hay que anotar?
- Fecha y hora del día en la que empieza el dolor.
- Si es un inicio brusco o va aumentando progresivamente.
- La zona de la cabeza en la que se siente el dolor.
- Si cree que hay algo que lo ha desencadenado.
- Si es un dolor que impide hacer la vida normal.
- Si durante el dolor molesta la luz o los ruidos.
- Si hay mareos, náuseas o vómitos.
- Qué lo mejora (el silencio, dormir…).
- Cuánto dura el episodio.
- Si la medicación alivia (y la dosis que ha tomado).
Estas anotaciones, junto con la siguiente serie de preguntas que tanto el niño como sus familiares tendrán que ir respondiendo en consulta, servirán de gran ayuda al especialista a la hora de dar con el diagnóstico.
Preguntas clave para diagnosticar el tipo de dolor de cabeza en el niño
¿Con qué frecuencia le duele la cabeza?
Esta pregunta es importante porque la cefalea puede durar unas horas y desaparecer (aguda) o ser crónica, es decir, que dura varios días seguidos. También puede aparecer de repente, pero ya ni siquiera se recuerda cuándo sucedió el episodio anterior (episódica), o ser un dolor reiterado, con episodios de dolor que suceden de forma recurrente, separados entre sí por periodos totalmente libres de síntomas.
La gran mayoría de las cefaleas agudas recurrentes en niños y adolescentes se corresponden con la migraña y la cefalea de tipo tensional episódica, mientras que las cefaleas agudas que aparecen en un momento determinado en los niños normalmente están relacionadas con el desarrollo de otra enfermedad, un proceso gripal, infección…
¿Qué intensidad tiene el dolor?
La fuerza con la que se manifiesta ese dolor da muchas pistas. Puede ser leve, es decir, que puede seguir yendo al colegio y realizar sus actividades normales, o tan intenso que tenga que meterse en la cama. Las cefaleas tensionales son un dolor moderado que permiten continuar con la vida normal, pero algunos episodios de migrañas pueden dejar al niño en la cama y sin ganas de hacer nada.
También puede ser que este dolor sea siempre de la misma intensidad (como las tensionales), es decir, una molestia más o menos siempre estable, o puede que ese dolor vaya a más y que cada vez que tenemos un episodio es más fuerte que el anterior. “Pero una cefalea que despierte por la noche o que vaya subiendo en intensidad y cada vez sea más fuerte y que el niño lo describa como el peor dolor de su vida, necesita ser derivado a urgencias, ya que a lo mejor puede tratarse de algo más serio, como una enfermedad neurológica grave”, comenta Palomo.
¿A qué hora le suele doler?
La cefalea tensional, aunque generalmente es un dolor constante, se incrementa al final del día, cuando el niño está cansado. Igual ocurre con las cefaleas causadas por un problema ocular, que suelen ser vespertinas tras haber pasado el día forzando la vista. Los dolores causados por alguna enfermedad grave suelen comenzar por la mañana o despertar durante el sueño, mientras que una migraña puede presentarse a cualquier hora.
¿Cuánto dura?
La cefalea tensional se puede prolongar durante días; la migraña, durante unas horas o máximo uno o dos días.
¿Dónde se localiza el dolor?
El dolor en toda la cabeza (holocraneal) es típico de la cefalea tensional, mientras que el de la migraña es en un lado, aunque en los niños es a menudo bilateral. Un dolor localizado en la boca o en la mandíbula da pistas de que puede venir por una patología o infección bucodental. Normalmente si lo que subyace es un problema de la vista, el dolor suele aparecer alrededor de los ojos, aunque también un dolor frontal puede venir tras un esfuerzo visual prologado, tras pasar mucho tiempo frente a las pantallas.
¿Hay antecedentes familiares?
Imagen: Andrea Piacquadio
La migraña es hereditaria, por ello es una pregunta importante. “La migraña es una enfermedad poligénica, es decir, influyen varios genes para determinar la aparición de la enfermedad. Si uno de los progenitores padece migrañas, la probabilidad de que uno de sus hijos también la tenga es de un 50 %. Cuando son los dos padres los que la padecen, la probabilidad de que sus hijos también la sufran es de aproximadamente un 75 %”, señala el neurólogo Pablo Irimia.
¿Puede haber algo que haya desencadenado la cefalea?
Las infecciones y la fiebre generan cefaleas agudas. Las malas posturas, la ansiedad, el estrés, la sobrecarga de tareas o la depresión son desencadenantes frecuentes de la cefalea tensional. Si el pediatra cree que pueda deberse a algo emocional, se derivará al niño al psicólogo.
¿Crees que algo que ha comido o hecho la ha podido desencadenar?
Ya no se da tan por sentado que comer ciertos alimentos, como chocolate, frutos secos, carnes condimentadas o queso, pueda desencadenar un episodio de migraña. Según indica la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), lo que la ciencia ahora mismo se cuestiona es si comer chocolate o picante, por ejemplo, produce migraña o el que apetezcan ciertos alimentos es un síntoma premonitorio del episodio o crisis de migraña. Por ello se recomienda no obsesionarse con lo que se come ni retirar los alimentos sistemáticamente, pero sí observar si existe una clara relación con la aparición del episodio y con un empeoramiento del dolor.
¿Se acompaña de otros síntomas?
“La mayoría de las veces las cefaleas agudas que aparecen por primera vez en los niños se deben a infecciones de las vías respiratorias altas, como faringoamigdalitis, que cursan con fiebre, y es este aumento de la temperatura lo que conlleva una vasodilatación que desencadena el dolor de cabeza. También la sinusitis puede ocasionar estas cefaleas agudas, pero esto es algo que se detecta rápidamente porque el dolor llega cargado de mucha mucosidad”, aclara la pediatra Rebeca Palomo.
La cefalea tensional se acompaña muchas veces de ansiedad, irritabilidad, trastornos del sueño, rechazo escolar y mareos inespecíficos. La migraña, por su parte, de fonofobia o fotofobia (no soportar el ruido ni la luz), náuseas y vómitos.
Además, una cefalea secundaria causada por un trastorno o enfermedad neurológica suele darse también con visión doble, falta de control muscular y coordinación de los movimientos (ataxia). Una cefalea aguda que venga acompañada de un dolor intenso en el oído probablemente sea a causa de una otitis; si hay caries, posiblemente sea por una infección bucodental, si el niño se queja de un dolor focalizado en la mandíbula puede ser a causa del bruxismo o de una mala mordida y si ronca puede indicar que sea la apnea del sueño la que lo haya desencadenado.
¿Qué remedios o medicamentos mejoran la cefalea?
Las tensionales y las migrañas se alivian con el silencio y el sueño. Los analgésicos mejoran las cefaleas agudas producidas por la fiebre y los procesos infecciosos, pero no sirven demasiado en el caso de las cefaleas tensionales.
Tratamiento para el dolor de cabeza en los niños
A la hora de prevenir la cefalea en niños y adolescentes o reducir su frecuencia, las medidas no farmacológicas se convierten en la opción idónea, sobre todo porque comenzar a depender de los analgésicos desde una edad tan temprana al final puede tener un efecto rebote y terminar sufriendo migraña por abuso de medicación.
“Por ello, con la intención de aprender a manejarlas, se intenta transmitir a todos los niños con cefaleas el valor de un estilo de vida saludable. Para la migraña es especialmente útil tener horarios regulares, dormir las horas de sueño correspondientes, estar siempre bien hidratados y evitar el retraso o saltarse las comidas (tres al día y a las mismas horas)”, cuenta Irimia.
La principal medida preventiva contra la cefalea tensional es evitar la exposición a situaciones que el niño y su familia ya saben que suelen desencadenarla, como el estrés excesivo o el abuso de tareas y deberes. Otras acciones son intentar mejorar la postura y realizar ejercicios de estiramiento y relajación.
Cuando llega la crisis y se necesita un fármaco para calmar el dolor, la mayoría de los que se utilizan en adultos pueden usarse también en niños. “Para las crisis agudas de migraña se recomienda la utilización de antiinflamatorios (ibuprofeno) y, si no hay respuesta, el médico prescribirá fármacos específicos para ese tipo de dolor. En el caso de las cefaleas tensionales, el tratamiento puede incluir antiinflamatorios (como ibuprofeno) y analgésicos (como paracetamol)”, concluye el neurólogo.