El papel del donante de heces
“La disponibilidad de tratamientos preparados para el trasplante de heces depende del acceso a donantes sanos”, explica Andrea Aira, investigadora en el Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER). En un principio se tendía a utilizar las heces de algún familiar del paciente, pero cada vez más se emplean las de donantes universales, que se procesan y almacenan en un banco de heces a disposición de hospitales y centros de salud.
Con el fin de garantizar la seguridad del receptor, el cribado es exhaustivo. “Las pruebas son muy estrictas. No insistimos en la dieta, pero sí en tóxicos. Se examina rigurosamente cualquier infección que se pueda contagiar. Tener el colesterol un poco alto ya te excluye”, cuenta Rosa del Campo, investigadora del Hospital Universitario Ramón y Cajal.
Esto se traduce en que menos de un 2 % de los candidatos terminan siendo aceptados. “Hacer hincapié en la importancia de la microbiota intestinal y de su uso como tratamiento de tantas patologías puede hacer reflexionar a la población y conseguir que más personas se hagan donantes de heces”, finaliza Andrea Aira. Para hacerse donante, hay que preguntar en los diferentes centros que realizan estos tratamientos o ensayos clínicos.
Cuáles son las limitaciones del trasplante fecal
El estudio del trasplante fecal acaba de dar sus primeros pasos y todavía necesita mucha investigación. “No hay problemas en cuanto a la compatibilidad entre donante y receptor, hemos hecho muchas pruebas y nuestro intestino está preparado para recibir muchísimas bacterias”, explica la doctora Rosa Del Campo. “Para tratar la Clostridioides difficile funciona siempre, pero en el resto de patologías hace falta aumentar el conocimiento para saber no solo qué microorganismos están implicados, sino otros muchos factores que interactúan y modulan la enfermedad”, añade.
Otro aspecto limitante es, en palabras de la doctora Aira, “la escasez de donantes sanos. A diferencia de la donación de sangre o médula ósea, hay un tabú con la donación de heces. Nos da vergüenza”.
En cuanto al futuro de este trasplante, Rosa Del Campo apunta que lo ideal, “sería seleccionar las bacterias. Por el momento, trasplantamos la microbiota entera, todos los microorganismos, pero, por muchos controles que hagamos, no sabemos realmente lo que trasplantamos y desconocemos si hemos jugado con fuego. Habrá que intentar ser más específicos”, asegura. Algo todavía difícil. “El trasplante fecal es enormemente complejo, hay bacterias, virus, metabolitos que actúan como antiinflamatorios… No sabemos qué es lo que funciona”, concluye Andrea Aira.