La plaga del coronavirus ha generado un contexto insólito de aislamiento que ha impedido acompañar a los enfermos terminales y velar a los difuntos de forma presencial. Elaborar un duelo sano tras una muerte cercana por covid-19 es más difícil que hacerlo en circunstancias normales, pero no imposible. En las siguientes líneas te contamos cómo estamos viviendo estas despedidas y qué hacer (y qué no) para poder superarlas y ayudar a superarlas.
Si enfrentarse a la muerte de un ser querido es un trance de por sí duro, tener que hacerlo en circunstancias de emergencia sanitaria y con?namiento le añade di?cultad y dolor. La pandemia de la covid-19 no solo ha acabado con la vida de decenas de miles de personas en nuestro país. También ha generado un nuevo escenario de aislamiento que ha impedido acompañar a los enfermos terminales, velar a los fallecidos y celebrar rituales fúnebres como se venía haciendo hasta la irrupción del coronavirus. Quienes han perdido a un amigo o familiar deben encarar un duelo particularmente complicado, que el Ministerio de Sanidad cali?ca “de riesgo” por “la naturaleza traumática de todo lo que ha acompañado a la muerte” y los “dé?cits de apoyo social”.
El duelo en el confinamiento: sin contacto, ni ritos
El pasado 30 de marzo, velatorios y ceremonias fúnebres se prohibieron para evitar la expansión del virus. El estado de alarma estableció que tan solo tres allegados pudieran asistir a los entierros e incineraciones para despedir el cuerpo que, en caso de la covid-19, debía meterse además dentro de una bolsa estanca y ataúd cerrado.
Los dolientes que ha dejado la pandemia tampoco han podido estar cerca de sus seres queridos en sus últimas horas ni tener contacto físico con ellos, lo que les ha generado dolor añadido por la imposibilidad de decir adiós, acompañar, cuidar, aclarar asuntos pendientes, agradecer o preguntar. Al haber sido vetada su presencia en el hospital, tampoco saben cómo fue el ?nal del difunto, lo que les ha generado incertidumbre sobre qué pasó, cómo fue atendido y qué sintió en realidad durante sus últimas horas, además de pensamientos catastro?stas y mucha culpa.
A todo ello se suma el reto de asumir y gestionar los tiempos de la covid-19, mucho más cortos que los de otras enfermedades mortales. También la di?cultad de haber vivido el proceso de la muerte desde una soledad extra, sin el apoyo presencial de allegados, reconocimiento social ni ritos funerarios, que en el fondo son maneras de expresar el amor por el fallecido, enfatizan los profesionales.
¿Fases del duelo? Más que etapas, emociones
“Estamos viendo duelos con un añadido de trauma muy importante, y también múltiples”, asegura Valeria Moricono, responsable de la organización del servicio de Ayuda al Duelo del Colegio O?cial de Psicología de Madrid. Sus más de 70 especialistas voluntarios, con los que se puede contactar a través del correo electrónico, por teléfono o videoconferencia, realizan una media de cinco sesiones con cada paciente. En su primer mes de existencia, este servicio de emergencia asistió a unas 350 familias, entre las que se cuentan “muchísimos hijos de fallecidos por covid-19, pero también parejas, nietos y cuidadores de personas ancianas”, relata.
Imagen: pasja1000
En este contexto, la situación se agrava debido al choque emocional que ha generado la pandemia en el conjunto de la población. La red social de apoyo que debe sostener a quien ha perdido a un ser querido también está tocada, inmersa a su vez en un escenario traumático y de agobio.
Antiguamente se hablaba de las fases del duelo, basadas en el famoso modelo que estableció la psiquiatra suiza Elizabeth Kübler-Ross en 1969: negación, ira, negociación, tristeza y aceptación. Lo peligroso es quedarse atrapado en una de ellas. “Si la negación persiste, por ejemplo, puede ser problemático, ya que crece el sentimiento de irrealidad y complica el trabajo emocional”, a?rma Moricono, también coautora de la ‘Guía de acompañamiento al duelo Covid-19’ del colegio profesional.
Según ella, actualmente muchos psicólogos pre?eren hablar más de emociones que de fases y, además, evitar croni?carlas. “En consulta he comprobado que estas etapas resultan persecutorias para los dolientes: piensan que son consecutivas y que tienen que pasar por todas ellas, pero no funciona así. El duelo no es lineal, sino ?uido. Pueden experimentar primero un sentimiento, luego otro y, después de un tiempo, regresar al primero”, aclara. Por otro lado, cada una de esas emociones es normal y presenta multitud de matices, a los que también debe prestarse atención. “Existen muchos tipos de culpa: por no haber estado presente, por pensar que se podía haber evitado, por algo que se hizo, por reengancharse a la vida… También de ira: contra uno mismo, contra los demás, contra los médicos…”.
Consejos para no caer en un duelo patológico
Cada persona reacciona de manera distinta ante un hecho traumático y necesita sus tiempos para elaborar el dolor. Por eso resulta arriesgado de?nir en qué consiste exactamente un duelo complicado o patológico. Aunque un proceso sano no tiene características ni duración exactas, la última edición del ‘Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales’ de la Asociación Americana de Psiquiatría estima que puede haber motivo de preocupación si un doliente no consigue hacer vida normal pasados los 12 meses.
Para que esto no suceda, los psicólogos recomiendan aceptar todas las emociones, tal y como lleguen. Aconsejan que los dolientes expresen todo lo que sientan, ya sea tristeza, miedo, rabia o enfado. También que lo compartan con amigos y familiares y, llegado el caso, con profesionales.
Si por circunstancias de aislamiento o cuarentena no pudiera hacerse en persona, resulta importante no aislarse. Puede utilizarse cualquier medio del que se disponga para hacerse acompañar y sentir calor, como el teléfono, las videoconferencias o las aplicaciones de mensajería. No es el momento de exigirse demasiado a uno mismo, pero parte de la responsabilidad del doliente consiste en seguir cuidándose –comer sano, asearse, descansar– y, al mismo tiempo, concederse permiso y espacio para llorar y conectar con el dolor.
En cuanto a las personas que quieran acompañar y mostrar su cariño a las personas en duelo, los profesionales recomiendan hacer saber que se puede contar con ellos y ofrecerse para ayudar, pero sin resultar invasivos. Se aconseja evitar frases como “sé fuerte”, “anímate”, “hazlo por tus hijos”, “es ley de vida” o “ahora ya no sufre”. A cambio, recomiendan optar por algo similar a “me gustaría mucho poder decir algo que aliviara tu dolor, pero no encuentro las palabras. Quiero que sepas que estoy aquí y que pienso en ti a menudo”.