Los problemas de fertilidad de los progenitores pueden influir en el desarrollo neurológico de los bebés, según un estudio realizado por investigadores holandeses. No obstante, la técnica de la fecundación «in vitro» no incrementa el riesgo de trastornos en los niños, en contra de lo que hasta ahora se pensaba, añade la investigación, dirigida por la doctora Karin Middelburg, del Centro Médico Universitario Groningen (Holanda).
El trabajo es el resultado de varios años de análisis de la calidad de los movimientos generales de bebés nacidos de embarazos de fecundación «in vitro» y por concepción natural en parejas con problemas de fertilidad. El estudio se ha centrado en la evaluación de los movimientos espontáneos de los pequeños durante su primera infancia, ya que la calidad de estas acciones refleja la integridad del joven cerebro y está relacionada con enfermedades como la parálisis cerebral, disfunciones neurológicas menores o problemas de comportamiento una vez alcanzada la edad escolar.
Las observaciones demuestran que los niños nacidos tras una reproducción asistida no presentan un mayor riesgo de movimientos generales anormales y, por tanto, no tienen más posibilidades de sufrir parálisis cerebral u otros trastornos del desarrollo neurológico que los niños nacidos por concepción natural en parejas con problemas de fertilidad, apuntó Middelburg. «No obstante, nos intrigó observar que los problemas de fertilidad parecían estar relacionados con un estado neurológico inferior al óptimo en la primera infancia», precisó la embrióloga holandesa.
Los movimientos generales anormales son más frecuentes en los bebés nacidos de padres con problemas reproductivos que en la población general, lo cual sugiere que lo que aquí entra en juego son factores relacionados con las dificultades de reproducción, más que con los procedimientos «in vitro», explicó la experta. «Creemos que muchos factores asociados a los problemas de fertilidad pueden estar implicados en el estado neurológico de los niños. Es una observación intrigante que merece seguir siendo investigada», apuntó.
Los más de 500 menores objeto del estudio se seguirán evaluando hasta cumplir los cuatro años, ya que algunos trastornos del desarrollo, como los problemas cognitivos y del comportamiento, sólo se pueden detectar plenamente cuando los niños son algo más mayores.