Con la edad nuestras arterias envejecen y aumenta el riesgo de padecer un infarto o un accidente vascular cerebral. No podemos parar el reloj pero podemos intentar corregir todas aquellas causas que aceleran el deterioro. A las ya conocidas como el tabaco o el colesterol, el tener una barriga prominente ha demostrado ser uno de los factores que más aumentan nuestro riesgo cardiovascular. Recientemente han aparecido datos que revolucionan el concepto que hasta ahora se tenía. Más importante aún que el hecho de tener un peso por encima de lo normal es la acumulación de grasa en ciertas partes del cuerpo.
A estas alturas todos sabemos que los kilos de más son perjudiciales para la salud pero en estos últimos años se ha definido un nuevo concepto muy importante del que no se había hablado antes: el de la grasa visceral.
La grasa visceral es la que se deposita en el abdomen, alrededor de los órganos. Esta acumulación de tejido adiposo provoca una serie de trastornos que van más allá de un simple problema estético: altera el colesterol (sube el malo y baja el bueno) aumentan los triglicéridos, sube la tensión arterial y se ponen en marcha fenómenos que incrementan la coagulación y producen inflamación de los vasos sanguíneos.
El metabolismo de la glucosa también se altera ya que las células grasas segregan una hormona, la adinopectina, que facilita la acción de la insulina. Cuando se da acumulación de grasa visceral disminuye la producción de esta hormona, lo que podría explicar la tendencia al desarrollo de diabetes en las personas obesas.
De la cintura al corazón
Existe una fuerte relación entre el perímetro de la cintura y las enfermedades cardiovasculares independientemente del peso
A los que todavía no están convencidos de que esos michelines que tan poco gustan frente al espejo son también poco saludables, les interesará conocer los resultados de varios estudios que demuestran que la grasa acumulada dentro del abdomen es peligrosa, en especial para el corazón.
Entre los distintos trabajos presentados en la última reunión anual del Colegio Americano de Cardiología destaca por su importancia el estudio IDEA en el que participaron 63 países con un total de 168.159 pacientes. Los resultados corroboran que existe una fuerte relación entre el perímetro de la cintura y las enfermedades cardiovasculares, independientemente del peso.
Los cardiólogos son conscientes del tema y se han puesto manos a la obra: la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón han llevado a cabo campañas de divulgación con eslóganes como «Meter el corazón en cintura» o «De la cintura al corazón». Estas campañas intentan concienciar también a los propios médicos, ya que muchos controlan el peso y la tensión arterial de sus pacientes pero todavía pocos miden la cintura.
El espejo y la cinta de medir
Una cintura por encima de los valores normales aumenta de dos a cuatro veces el riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular. El límite de la normalidad se sitúa en 102 centímetros en el caso de los hombres y en 88 centímetros para las mujeres de acuerdo con los índices de altura y de masa corporal estándares.
Pero si tenemos en cuenta que el problema no es solo tener mas grasa de la debida sino también el lugar en donde se deposita, es importante mirarse al espejo para saber como se distribuye. Dependiendo de las zonas donde se acumula el tejido adiposo, la figura puede adquirir la forma de una pera o de una manzana. La figura es de pera cuando la grasa se encuentra en caderas, glúteos y muslos; en cambio, parecerá una manzana si se acumula sobretodo en el área del abdomen.
La figura de manzana es la que comporta un mayor riesgo. Es más propia del hombre aunque las mujeres también la padecen. La obesidad en forma de pera, típica de la mujer, conlleva un menor riesgo aunque, en ningún caso debe descuidarse.
El perímetro de la cintura está aumentando en los últimos años. En concreto, en España, el 30% de los varones y el 37% de las mujeres tienen una cintura mayor de lo recomendable. Si tenemos en cuenta que el 14% de la población tiene sobrepeso, significa que hay muchos individuos que no están gordos pero que en cambio tienen barriga y, por lo tanto, mayor riesgo cardiovascular.
El riesgo cardiovascular es la probabilidad de padecer en el futuro una enfermedad del aparato circulatorio que puede acabar desembocando en infarto de miocardio o en accidente vascular cerebral en sus dos manifestaciones más extremas. Cada individuo tiene un riesgo concreto que depende de varios factores que cuando se suman, hacen que la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares y metabólicas se multiplique de forma exponencial.
La edad es lo primero a tener en cuenta, ya que conforme envejecemos por fuera también lo hacen nuestras arterias. Por cada 16 años que pasan se triplica la posibilidad de padecer algún tipo de problema. Por su parte, el sexo también juega un papel: hombres y mujeres presentan riesgos somos distintos debido a que las hormonas femeninas tienen un efecto protector. Esta ventaja, no obstante, desaparece al llegar la menopausia.
Otros factores a tener en cuenta son el tabaco (los fumadores tienen mayor riesgo), la hipertensión y los niveles de colesterol. Y, por supuesto, la obesidad. A esta lista debe añadirse desde ahora el volumen de grasa visceral o, lo que es lo mismo, el exceso de barriga.