Un equipo médico del Hospital del Mar de Barcelona ha realizado con éxito por primera vez en Cataluña la primera ablación de una arritmia auricular mediante un balón sometido a una temperatura de 40 grados bajo cero. Esta técnica, que se ha utilizado para otras patologías, supone una novedad respecto al tratamiento clásico empleado para solucionar este problema, puesto que utiliza frío -crioablación- y no calor -radiofrecuencia- para evitar algunas complicaciones.
Este nuevo método ofrece más seguridad, mejores resultados, menos posibilidades de lesiones secundarias, reversibilidad durante la realización de la técnica y, por último, menos tiempo quirúrgico y menor exposición a la radiación que se utiliza para ver los catéteres en tiempo real. La novedosa técnica consiste en introducir un catéter hasta la aurícula izquierda, hinchar un balón y colocarlo hasta tapar perfectamente la entrada a una de las cuatro venas pulmonares, explicó el responsable de la Sección de Arritmias del Hospital y de la aplicación del nuevo procedimiento, Julio Martí.
«Cuando se comprueba que no hay ninguna fuga del contraste inyectado dentro de la vena hacia la aurícula, y por tanto el cardiólogo asegura que el balón sella perfectamente la desembocadura de la vena, se llena de nitrógeno líquido a 40 grados bajo cero y se mantiene durante cinco minutos», añadió. El balón se engancha por efecto del propio frío a las paredes de la vena, lo que asegura que toda la superficie de contacto reciba la crioablación. Ello garantiza que no queda ningún poro por donde escapar del impulso eléctrico anormal generado en esta área de la aurícula. Pasados cinco minutos, la temperatura se normaliza y se reposiciona el balón a otra vena. La operación se repite por las cuatro venas pulmonares y los resultados son óptimos, aseguró Martí.
Las arritmias cardíacas se deben a una conducción eléctrica anormal en el corazón, lo que se traduce en que el corazón palpita demasiado rápido o demasiado lento, de forma irregular o a saltos. Algunas arritmias son benignas, leves o incluso esporádicas, pero otras pueden ser potencialmente mortales, ya que pueden acabar en un paro cardíaco y en una muerte súbita. La técnica clásica quema los circuitos que emiten actividad eléctrica que no impide los latidos, pero comporta complicaciones y no es eficaz para entre el 15% y el 30% de casos.