Las personas que no presentan problemas psiquiátricos pero sufren grados elevados de pesimismo en un examen de personalidad corren un riesgo más alto de desarrollar demencia, informó ayer un equipo de expertos de Estados Unidos.
El riesgo, un 30% más alto que entre otras personas menos pesimistas, también se da en la misma proporción entre quienes tienen puntuación alta en un examen sobre depresión. Y aumenta a un 40% entre los individuos que tienen grados altos en ambas pruebas, la de depresión y la de pesimismo. «Aparentemente hay una pauta de dosis-respuesta, esto es que cuanto más altas son las puntuaciones en las pruebas mayor es el riesgo de demencia», dijo Yonas Geda, un neuropsiquiatra de la Clínica Mayo en Rochester (EE.UU.), que encabezó el estudio.
La demencia es un trastorno neurológico que afecta a la capacidad para pensar, hablar, razonar, recordar y moverse, y entre sus formas más comunes se mencionan el mal de Alzheimer y la debida a daños cerebrales ocasionada por accidentes vasculares. Aunque son comunes cambios de personalidad como el pesimismo, la depresión, la agitación o la introversión una vez que una persona desarrolla demencia, los investigadores de la Clínica Mayo creen que el pesimismo y la depresión son, probablemente, factores de riesgo más que manifestaciones tempranas del trastorno.
El equipo de Geda, que ha presentado sus conclusiones en la reunión de la Academia de Neurología de EEUU en Miami, estudió esta hipótesis debido a la diferencia significativa de tiempo entre las pruebas de personalidad (en los años 1960) y la aparición de demencia o problemas cognitivos (entre 1960 y 2004).
Las personas que se habían sometido a las pruebas tenían edades de entre 10 y 69 años en la década de 1960. «Hay que ser cauteloso en la interpretación de un estudio como éste», dijo Geda. «No se puede saltar de los datos a nivel de grupo a conclusiones individuales. Y ciertamente el mensaje que no se quiere trasmitir es el de decir: ‘Bueno, soy pesimista así que desarrollaré demencia en 20 ó 30 años’, porque eso podría terminar convirtiéndose en una profecía que busca cumplirse», agregó.
Los investigadores no recomiendan ninguna intervención específica, declaró Geda, pero «siempre es una buena idea que se promueva la salud y se minimice la enfermedad tomando las medidas apropiadas». «Damos a conocer nuestras conclusiones en una era en la cual hay intervenciones validadas empíricamente para modificar la personalidad hacia la salud emocional», añadió.
Según Geda, «los estudios contemporáneos indican que la personalidad es un estilo cognitivo, emocional y de conducta modificable». «Por ejemplo, una persona pesimista puede adquirir las destrezas y hábitos que la lleven a mirar la situación en un contexto más amplio, es decir que tome en cuenta lo positivo, lo negativo y lo neutral, en lugar de que habitualmente deseche lo positivo y lo neutral y magnifique lo negativo», destacó.