En la última década se ha reducido el número de países donde la falta de yodo constituye un problema de salud pública, sin embargo todavía hay más de 50 naciones que siguen teniendo carencias, según el informe «Estado Mundial del Yodo» de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS constata en este trabajo que la estrategia de yodación universal de la sal ha tenido éxito; así, ahora son 54 los países que continúan teniendo carencias -40 de carácter leve y 14, moderada o grave-, frente a los 110 del año 1993.
Según los datos que dispone la OMS de 126 países, la ingesta actual de yodo es suficiente en 43 de ellos y ligeramente superior a lo necesario o, incluso excesiva, en otros 29. En este sentido, la organización sanitaria advierte de que la ingesta de yodo superior al nivel de seguridad diario puede producir disfunción tiroidea inducida en personas susceptibles.
La agencia de la ONU recuerda que el fomento de la sal yodada no debe conducir a un consumo excesivo, que podría derivar en hipertensión, ya que la yodación puede llevarse a cabo con un nivel de consumo compatible con las recomendaciones de hasta cinco g al día.
La carencia de yodo es una «importante amenaza para la salud y el desarrollo de la población mundial, especialmente para los niños en edad preescolar y las embarazadas», afirmó en un comunicado el director general de la OMS, Jong-Wook Lee, quien cree que el informe demuestra que la «eliminación mundial de la carencia de yodo está a nuestro alcance».
La falta de yodo en los alimentos que ingerimos puede provocar en los niños alteraciones mentales y neurológicas que reducen el rendimiento escolar, la capacidad intelectual y la capacidad de trabajo de los mismos.
La estrategia que lleva a cabo la OMS para eliminar la deficiencia de yodo ha permitido que en la mayoría de los países donde la carencia de esta sustancia era un problema de salud pública, actualmente dos de cada tres hogares tengan acceso a la sal yodada.