Septiembre es la época del denominado síndrome postvacacional, malestar que provoca el hecho de tener que volver a la rutina y al trabajo. Ahora, en este momento en el que encontrar un empleo resulta muy complicado, el síndrome se ceba en los parados. Este artículo explica por qué los desempleados sufren los síntomas habituales del síndrome postvacacional, además de la sensación de angustia y de culpabilidad por el hecho de no trabajar. También se dan varios consejos para que los afectados puedan superar este periodo y recuperar la rutina habitual.
El síndrome postvacacional se duplica entre el colectivo de personas paradas. El motivo es que, a las causas habituales de este malestar, hay que sumar que la vuelta de vacaciones les agudiza el sentimiento de inutilidad y culpa al no trabajar, al ser conscientes de nuevo de la situación en la que se encuentran. La comparación social, asimismo, provoca sentimientos de soledad, apatía y ansiedad cuando los familiares retornan a su empleo.
Son datos confirmados en fechas recientes por la psicóloga Raquel Molero, profesora del Máster en Psicología Clínica y de la Salud del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP). «Pueden surgir sentimientos de soledad al ver como los demás vuelven a la rutina, sensaciones de desidia, apatía y ansiedad que pueden afectar a la vida familiar o de pareja«, afirma Molero.
Síndrome postvacacional: una tristeza diferente en los parados
Para un desempleado, la vuelta de vacaciones agudiza el sentimiento de inutilidad y culpa al no trabajar
Uno de los síntomas habituales del síndrome postvacacional en las personas que trabajan es la tristeza por el hecho de volver a la rutina y al puesto de trabajo. En el caso de los desempleados, este mismo sentimiento se produce por el efecto contrario, precisamente por no poder trabajar aunque se tenga el deseo de hacerlo. En este caso, el síndrome se agudiza porque, tras la tristeza, viene el pesimismo y la frustración.
Otros signos del síndrome que se comparten, aunque también por motivos diferentes, son dolor de cabeza, tensión nerviosa, ansiedad, insomnio y aparente estrés al regreso de un periodo estival. Los afectados pueden expresarlo en forma de irritabilidad o decaimiento.
Cuatro consejos para superar el síndrome postvacacional
Más del 46% de los españoles asegura que sufre ansiedad o depresión por volver al trabajoSegún los expertos, el síndrome es transitorio y suele alargarse unas dos semanas. Por este motivo, lo mejor es mantener una actitud positiva. La especialista de ISEP considera esencial aceptar el sentimiento negativo que genera la pérdida de lo vivido en la época vacacional y la comparación social con los que sí tienen un empleo. No obstante, es más fácil recuperar la rutina habitual si se tienen en cuenta los siguientes consejos:
- 1. Una buena planificación del tiempo: priorizar las tareas es esencial, puesto que no hay que intentar abarcar de golpe todos los quehaceres pendientes. Una agenda para organizarse puede ser de gran ayuda.
- 2. Combinar la búsqueda de empleo con una vida personal gratificante: tomar el sol, salir a pasear, quedar en casa de unos amigos, tomar un aperitivo, leer un libro… son pequeñas costumbres que permiten desconectar y retomar la tarea de buscar trabajo con mucho más empeño.
- 3. Seguir una dieta adecuada y practicar deporte: ambos hábitos están relacionados con la mejora del estado de ánimo.
- 4. Adoptar nuevos retos: analizar lo que no ha funcionado para buscar alternativas y nuevos objetivos alcanzables también puede ayudar a mejorar el ánimo. Plantearse la necesidad de formación como proceso de desarrollo y mejora es un buen ejemplo de ello.
La encuesta que cada año la consultora Randstad divulga por estas fechas pone de manifiesto que cerca del 53% de los españoles se incorpora a su puesto de empleo con normalidad y que más del 46% asegura que sufre ansiedad o depresión por volver a trabajar. Pero, en realidad, ¿existe el síndrome postvacacional? Hay dos teorías respecto a esta cuestión: una que afirma su presencia y otra que achaca estos síntomas a un mero desajuste temporal de los hábitos.
No obstante, defensores y detractores coinciden en afirmar que no es una enfermedad, ni mucho menos una depresión, sino uno más de los desajustes que se producen en el organismo cuando la realidad no se adapta a las expectativas: querer tener un empleo y ser consciente de que se sigue sin él o, por el contrario, tener que volver al trabajo cuando en realidad uno desea descansar más tiempo. Asimismo, durante las vacaciones, el cerebro tiende a eliminar las informaciones que generan la ansiedad, algo que cambia cuando, de nuevo, surge la rutina.
Para evitar o minimizar este malestar, los especialistas recomiendan mantener una actitud positiva, dedicar tiempo para el ocio diario, incorporarse a la rutina laboral de forma paulatina y, si es posible, dividir las vacaciones en dos.