El trabajo a turnos supone entrar a trabajar cuando la mayoría de las personas se va a acostar; comer a la una o las tres dependiendo de si el turno es de mañana o de tarde, y cenar a las nueve o a las once si se está de noche o de tarde.
Los médicos advierten de que estos cambios constantes de horario producen alteraciones fisiológicas. Entre las más comunes, destacan los desajustes alimentarios y los que se relacionan con el sueño. «Existe una dificultad para conciliar el sueño -sobre todo cuando se está en el turno de noche- que conlleva que la recuperación física no sea total. Sin embargo, los problemas más importantes que se generan quizás sean de tipo social, ya que las actividades de la vida cotidiana están organizadas pensando en las personas que trabajan en horario diurno estable», comenta el vocal de la Sociedad Vasca de Medicina del Trabajo, Javier Cortadi.
Esta situación, si es vivida por el trabajador como un conflicto que disminuye su calidad de vida al dificultar sus relaciones con las personas más cercanas (mujer, hijos, padres, amigos, etcétera), puede desencadenar a largo plazo en estados depresivos y de ansiedad.
Sin embargo, los médicos laborales recalcan que cada caso es distinto. «Cada trabajador es un mundo. Una cosa es la teoría y otra la práctica. En este tipo de cuestiones, las aspiraciones económicas, sociales y la edad de cada persona también tienen su importancia. Al final, el empleado sopesa los «pros» y los «contras» del trabajo rotatorio, y si el saldo subjetivo es favorable, entonces asume los relevos como algo no traumático», señala Pedro Orbegozo, doctor de Salud Laboral del Hospital Donostia.
El factor personal
Según un estudio elaborado a principios del presente año por el sindicato Comisiones Obreras (CC.OO.) tras consultar a un millar de empleados, los trabajadores a turnos y nocturnos padecen alteraciones del sueño, son más vulnerables a la acción de los tóxicos, sufren más alteraciones gástricas y se divorcian tres veces más que los trabajadores con turno de día.
El informe, realizado entre el personal de vuelo, ferroviarios, siderúrgicos y trabajadores del ámbito sanitario de toda España, pone de manifiesto que las personas inmersas en turnos rotatorios duermen entre 5 y 8 horas menos a la semana que el resto de trabajadores.
Jesús Uzkudun, secretario de Salud Laboral de Comisiones Obreras en el País Vasco, cree que hablar de los turnos de una forma homogénea para todos no es posible, «ya que el horario nocturno puede facilitar a un trabajador estudiar de día, a una persona separada atender a los hijos o simplemente obtener un mayor salario para poder afrontar las necesidades socio-económicas particulares».
Sin embargo, y en términos generales, Uzkudun apunta que desde el sindicato consideran que se deberían prohibir las horas extraordinarias, se tendría que apartar de los turnos rotatorios a las personas de más de 45 años o con más de veinte años de trabajo nocturno -«tal como recomienda la Organización Internacional del Trabajo (OIT)», apostilla- y apartar de los relevos a aquellas personas que acrediten médicamente inadaptaciones fisiológicas y psicológicas, fundamentalmente.
Envejecimiento prematuro
Según recoge un estudio de la OIT, por cada quince años de trabajo nocturno se produce un envejecimiento prematuro de unos cinco años. Ante la contundencia del dato, Jesús Uzkudun defiende que un trabajador nocturno no debería ganar más que un empleado a jornada partida, sino que debería trabajar menos jornadas. «Es decir, reconvertir esos pluses salariales en pluses de reducción de jornada. Nosotros planteamos 32 horas semanales para la gente inmersa en turnos rotatorios, con lo cual el daño a la salud sería mucho menor», razona.
Las personas consultadas en el estudio de CC.OO. coinciden en señalar que son una pluralidad de factores los que entran en juego a la hora de calibrar el impacto que el trabajo a turnos tiene sobre las personas. «La influencia de la alternancia de los horarios depende en buena parte de la edad del empleado en cuestión, de su forma física, del estado familiar, de la personalidad y de las ambiciones individuales», recalcan, si bien también estiman que su prolongación en el tiempo, y en los casos más extremos de trastornos continuos del sueño, puede desembocar en estados depresivos y crisis de ansiedad.
Úlceras y trastornos gástricos
En el apartado alimentario, los estómagos son los primeros que notan el cambio de turno, ya que reciben la comida en función del nuevo horario de trabajo. Esta alteración constante en el ritmo de comidas a muchas personas les ocasiona serios problemas gastro-intestinales. Según el informe de Comisiones, el 35% de los trabajadores a turnos padece alteraciones gástricas, sobre todo úlceras, debido a la rotación de horarios laborales. Como término comparativo, esta última enfermedad sólo afecta al 6,6% de los empleados con un turno fijo.
En opinión de Uzkudun, las empresas deben dar facilidades y habilitar comedores para que los trabajadores a turnos «puedan comer de forma equilibrada, ingerir alimentos calientes y disponer de tiempo suficiente para realizar las comidas».
En un sentido más amplio, los médicos de Salud Laboral recomiendan que durante las horas propias de trabajo los alimentos que se tomen sean ligeros y hay que evitar ingerir muchas grasas, así como procurar comer con toda la familia cuando el horario lo permita.
A su vez, los expertos también recalcan la necesidad de que los empleados a turnos eviten al máximo tomar estimulantes (cafeína, alcohol, medicamentos, etcétera) para mantener la vigilia en el puesto de trabajo, así como por cuestiones para preservar la propia salud. A la hora de dormir, para conciliar mejor el sueño recomiendan, sobre todo de día, intentar conseguir en la casa espacios oscuros y silenciosos, utilizando tapones para los oídos si fuera preciso por el ruido exterior reinante. También aconsejan respetar las horas de sueño, sea cual sea el turno, y evitar las comidas pesadas antes de acostarse.