Abordar precozmente la diabetes oculta (el 50% de la cifra real de afectados) para prevenir el desarrollo de la enfermedad y de sus graves complicaciones se ha convertido en un gran reto científico-sanitario frente a esta nueva epidemia global que en sólo 25 años duplicará sus actuales 160 millones de casos. A los expertos no sólo les preocupa esta progresión geométrica, sino, sobre todo, la creciente mortalidad asociada (4,4 millones de fallecimientos en 2000, el 9% de todos los registrados), causada en un 57% de las ocasiones por infarto cardiaco o cerebral.
En ese escenario de alto riesgo cardiovascular, desde el ámbito científico llegan noticias esperanzadoras sobre el tratamiento precoz de la tolerancia reducida a la glucosa (TRG), una fase anterior a la diabetes tipo 2 que podría alcanzar a la décima parte de los españoles de más de 30 años. Según el estudio bautizado como STOP-NIDDM, la terapia preventiva con acarbosa, un antidiabético que se usa desde hace una década en 120 países, ha registrado resultados muy positivos. Por una parte, redujo en un 36% el riesgo de desarrollar la enfermedad. Por otra, incrementó en un 30% las posibilidades de revertir el proceso patológico.
Además, rebajó notablemente el peligro de complicaciones cardiovasculares: en un 49% en general, en un 34% para la hipertensión, en un 44% para el ictus o infarto cerebral, en un 55% para la angina de pecho y en un espectacular 91% para el infarto de corazón.
Al explicar estos datos en el XXI Seminario de Prensa Bayer Pharma, celebrado la semana pasada en Munich, el especialista canadiense Jean-Louis Chiasson calculó que se evitaría un caso de diabetes por cada ocho personas con TRG tratadas con acarbosa durante cinco años. Por cada 24 prediabéticos en esa misma terapia, añadió, se ahorraría una grave complicación cardiovascular. Sobre esa base, el investigador principal del estudio abogó por «intervenir cuanto antes» para frenar esta «plaga moderna» y recomendó «sumar los cambios en el estilo de vida con la medicación». A su juicio, «la dieta y el ejercicio físico solos no bastan» para evitar el desarrollo de la enfermedad, y sería más efectivo «cribar la población de alto riesgo para poder tratarla preventivamente».
También Dirk Müller-Wieland, presidente del Centro Diabético Alemán de la Universidad Heinrich-Heine de Dusseldorf, consideró «muy importante» intervenir médicamente antes de que la TRG dé lugar a la diabetes tipo 2.