Hígado graso: la nueva epidemia del siglo XXI
La esteatosis hepática metabólica (EHM), comúnmente llamada hígado graso no alcohólico, es una enfermedad muy común donde se acumula grasa en el hígado sin consumir alcohol en exceso. Los principales factores de riesgo para desarrollar esta patología son la obesidad, el sobrepeso, la diabetes tipo 2 y el colesterol alto. Entre el 10-20 % de los casos pueden progresar a fibrosis hepática y menos del 5 % a cirrosis.
El mayor desafío de esta enfermedad es su desconocimiento generalizado, tanto entre la población como entre los profesionales de la salud. Esto perpetúa los malos hábitos de vida que contribuyen al desarrollo del hígado graso, como una dieta poco saludable y la falta de ejercicio. Además, los pacientes suelen ser diagnosticados en etapas avanzadas de la enfermedad debido a la ausencia de síntomas, lo que dificulta su detección temprana y la derivación al especialista.
Enfermedades hepáticas minoritarias: las grandes desconocidas
Las enfermedades hepáticas minoritarias afectan a una pequeña parte de la población (menos de 50 casos por cada 100.000 habitantes), pero pueden causar daño progresivo al hígado, desencadenando en fibrosis y, en casos más severos, en cirrosis.
En 2017 se estableció la «European Reference Networks Rare – Liver», categorizando estas enfermedades en tres grupos principales:
🔹 Enfermedades autoinmunes
- Hepatitis autoinmune
- Colangitis esclerosante primaria
- Colangitis biliar primaria
🔹 Enfermedades tóxico-metabólicas
- Enfermedad de Wilson
- Hemocromatosis hereditaria
- Daño hepático tóxico inducido por fármacos (DILI)
🔹 Enfermedades vasculares hepáticas
- Síndrome Budd-Chiari
- Enfermedad porto-sinusoidal
- Trombosis portal no cirrótica
Los expertos de la Asociación Española para el Estudio del Hígado advierten sobre la escasez de conocimiento entre los médicos acerca de estas enfermedades. Esto dificulta el asesoramiento genético adecuado y las derivaciones a los especialistas. Además, resaltan la necesidad de que la industria farmacéutica demuestre un mayor interés en estas patologías, ya que esto afecta la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos.
Enfermedad hepática relacionada con el alcohol: una amenaza creciente
La enfermedad hepática relacionada con el alcohol (EHA) se produce debido al consumo excesivo de alcohol. Se manifiesta en tres formas principales:
- acumulación de grasa en el hígado (esteatosis hepática alcohólica)
- inflamación del hígado (hepatitis alcohólica)
- daño hepático crónico con cicatrización (cirrosis etílica).
Por lo general, esta patología no presenta síntomas y puede pasar desapercibida en un análisis de sangre. Sin embargo, si la persona continúa consumiendo alcohol, puede desarrollar hepatitis alcohólica e, incluso, cirrosis.
Ya que la EHA no se presenta de una sola forma, la Asociación Española para el Estudio del Hígado puntualiza lo siguiente:
- No existe un nivel seguro de consumo de alcohol, pero se considera de alto riesgo si supera los 40 g/día en hombres y los 20 g/día en mujeres.
- Se estima que se necesitan, al menos, cinco años de consumo excesivo de alcohol para dañar el hígado.
- Pero no todas las personas que tienen este hábito desarrollan enfermedad hepática, lo que sugiere un componente de susceptibilidad individual no identificado.
- Hay estudios que indican que el consumo excesivo de alcohol afecta más a las mujeres que a los hombres.
Hepatitis viral: un desafío no resuelto
La hepatitis viral es una infección muy frecuente en los seres humanos que causa inflamación y daño en el hígado. Hay varios tipos de virus que pueden provocar esta patología, incluyendo los de la hepatitis A, B, C, D y E. Los virus A y E suelen causar infecciones agudas, mientras que los virus B, C y D pueden cursar también infecciones crónicas.
La hepatitis es una enfermedad transmisible y, por lo tanto, potencialmente prevenible.
- Las hepatitis A y E se transmiten a través de agua y alimentos contaminados con las heces de una persona infectada.
- El virus de la hepatitis E también tiene capacidad de infectar al consumir carne poco cocida de cerdo, ciervo o marisco.
- Las hepatitis B, C y D se transmiten principalmente por contacto con la sangre.
- Las hepatitis B y D también pueden contagiarse a través de otros fluidos corporales, como la saliva, secreciones vaginales, semen, orina, entre otros.
En infecciones agudas, el cuerpo puede combatir y eliminar la enfermedad, pero esto no proporciona inmunidad permanente. Esto significa que, si no se toman medidas preventivas, una persona puede contraer diferentes tipos de hepatitis virales. En algunos casos, si el cuerpo no puede acabar con el virus y persiste, puede desarrollarse una enfermedad crónica, especialmente con los virus de las hepatitis B, C y D. La hepatitis crónica puede llevar a complicaciones graves como cirrosis, fallo hepático y cáncer de hígado.
Cáncer de hígado primario: un problema actual y futuro
El cáncer de hígado ocurre cuando las células hepáticas comienzan a crecer de manera descontrolada, interfiriendo con la función normal de este órgano. Se considera primario si se origina en el hígado, pero si se propaga desde otro lugar, se cataloga como secundario o metastásico; este es más común que el primario.
En 2020, el cáncer de hígado fue el octavo tipo más diagnosticado en hombres y el decimoquinto en mujeres en España. El carcinoma hepatocelular (CHC) constituye el tipo más habitual y se diagnostica en etapas avanzadas debido a la enfermedad hepática crónica subyacente.
El estilo de vida sedentario, una dieta poco saludable y el consumo excesivo de alcohol aumentan el riesgo de enfermedades hepáticas y, por ende, de cáncer de hígado.
Plan Nacional de Salud Hepática
Para revertir esta situación, el ‘Plan Nacional de Salud Hepática: Reto 2032’, desarrollado por la Asociación Española para el Estudio del Hígado, ha contado con la colaboración de más de 60 especialistas y la participación de pacientes. Establece objetivos en cinco áreas estratégicas: investigación, educación, salud pública, modelos asistenciales y digitalización. Cada área se divide en tres grandes áreas de actuación: prevención, diagnóstico y tratamiento y seguimiento.
🔹 Investigación
- Promover la investigación de biomarcadores y vacunas, así como mejorar las intervenciones médicas para prevenir enfermedades hepáticas y apoyar proyectos de investigación.
- Diagnosticar hepatopatías con pruebas específicas.
- Explorar terapias farmacológicas innovadoras para reducir enfermedades hepáticas.
🔹 Educación
- Difundir información sobre enfermedades hepáticas entre la población.
- Enfatizar la importancia de un diagnóstico temprano.
- Involucrar a los pacientes en su tratamiento y seguimiento.
🔹 Salud pública
- Abordaje de las conductas de riesgo asociadas a las enfermedades hepáticas.
- Inclusión de otros agentes del sistema sanitario y social para la identificación de pacientes que queden fuera del circuito asistencial.
- Garantía de acceso a fármacos innovadores.
🔹 Modelos asistenciales
- Mejora de la coordinación para fortalecer la atención primaria.
- Provisión de información y recursos para realizar y comprender las pruebas diagnósticas.
- Asegurar la equidad y la eficiencia en la atención sanitaria de los pacientes hepáticos en el sistema público de salud.
🔹 Digitalización
- Implementación de herramientas digitales para identificar nuevos pacientes y aquellos con factores de riesgo.
- Integración de tecnologías digitales innovadoras, como inteligencia artificial, big data y realidad virtual, para mejorar el diagnóstico.
- Desarrollo de aplicaciones específicas para mejorar la adherencia al tratamiento y el seguimiento de los pacientes.