La obsesión por la limpieza de la sociedad actual ha contribuido a que nuestro sistema inmunológico se vuelva perezoso y a que reaccione ante sustancias que hace treinta años eran completamente inocuas para el hombre. La causa de estos trastornos, que aparecen en sociedades desarrolladas, radica en que la eliminación de ciertas bacterias favorece la aparición de otros agentes patógenos mucho más resistentes a las defensas.
Aumento de alergias
El exceso de higiene puede ser perjudicial para la salud. Una afirmación de tal contundencia procede de los científicos de importantes laboratorios y centros de investigación, profesionales que han seguido desde hace más de veinte años la progresiva evolución de enfermedades relacionadas con la piel, las alergias y el asma. Los casos de dermatitis entre bebés se multiplican, quien más quien menos padece alergia, y el asma bronquial aumenta en los países industrializados.
Dentífrico antibacteriano para los dientes, productos con idénticas propiedades para el aseo diario, detergentes para lavar la ropa y la casa que matan hasta al mínimo microorganismo infeccioso, e incluso suelos libres de todo rastro de origen animal. ¿Limpios y libres de la amenaza de las bacterias, como pregona la publicidad televisiva? Sí. Pero toda cara tiene su cruz, y la pulcritud excesiva puede convertirse en un enemigo aún peor que los agentes bacterianos para la salud ya que el uso de productos para la higiene con fórmulas de eliminación bacteriana puede provocar la aparición de nuevos y más resistentes organismos infecciosos.
El uso de productos para la higiene con fórmulas de eliminación bacteriana provoca la aparición de nuevos y más resistentes organismos infecciosos
La mayor parte de los expertos coincide con el alergólogo en señalar que la «práctica esterilización» en que se vive en los países desarrollados es más un perjuicio que un beneficio para la salud. Así, un reciente estudio italiano recalca la importancia de estar en contacto con bacterias desde la infancia, ya que es básico para el desarrollo del sistema inmunológico de los niños. ¿Por qué? Carlos Colás indica que la respuesta es sencilla: estas sustancias que muchos creen nocivas son en realidad imprescindibles para generar los anticuerpos que se necesitarán a lo largo de la vida para combatir las enfermedades. Y advierte también de que si entre los adultos el exceso de higiene puede provocar problemas, en el caso de los pequeños la situación es más grave, ya que puede llegar a distorsionar la respuesta inmunológica de los niños. Prueba de ello es el aumento de casos de alergia y asma entre pequeños que no superan los diez años.
Exceso de sustancias artificiales
La sufran niños o adultos, lo cierto es que las alergias se han convertido en una de las enfermedades más frecuentes en el mundo y es posible asegurar que son excepcionales las personas que nunca las han padecido. Esta generalización de las alergias, así como el aumento de casos de asma en la última década no deja indiferentes a los científicos, que aseguran que la progresiva disminución de la convivencia con sustancias naturales es dañina para el hombre. Entre los estudios más recientes relacionados con este tema se encuentra un informe finlandés publicado en el Journal of Alergy and Clinical Inmmunology, cuyo autor destaca la relación existente entre el consumo de asfalto y el aumento del asma bronquial entre la población.
La progresiva disminución de la convivencia con sustancias naturales afecta la respuesta del sistema inmunitario
Según asegura el estudio, la continua desaparición de suelos de origen animal (como los suelos de tierra), en favor de pavimentos que tienen menor contenido bacteriano (como el asfalto) da lugar a que el sistema inmunitario revierta sus defensas ante otros problemas, como la lucha ante diversas partículas que se encuentran en el ambiente. La consecuencia es que se produce una reacción inmunológica, en este caso patológica porque supone una enfermedad, el asma bronquial. «Este estudio no hace más que constatar que el hecho de vivir en medios tan asépticos», asegura el alergólogo del hospital Lozano Blesa, «debilita las defensas y bloquea la lucha del sistema inmunológico contra los agentes patógenos foráneos».
Consecuencias en la piel
Si el sistema inmunológico se ve resentido, la piel es la otra gran dañada por el exceso de limpieza. Como en el caso de las alergias, las consecuencias de una higiene excesiva sobre la epidermis tienen también una incidencia especial en el mundo desarrollado, donde según asegura José Luis Díaz Pérez, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venerología, y Jefe del Servicio de Dermatología del Hospital de Cruces de Baracaldo, se considera la higiene como un símbolo de categoría social.
De este modo, «el hecho de que la mayoría de la población del llamado Primer Mundo pertenezca a la clase media ha llevado aparejado un aumento de higiene, un exceso que en la actualidad ha tomado proporciones exageradas», asegura el dermatólogo, «y que puede provocar diversas afecciones que suelen desarrollarse más durante los meses de invierno».Esta costumbre de lavarse en exceso afecta a todos los individuos aunque no de igual modo, ya que en gran parte las consecuencias dependen del tipo de piel, además de la edad y la predisposición genética, según indica Díaz Pérez.
Los niños son más propensos a sufrir problemas en la piel. Los baños demasiado largos o continuos en bebés favorecen la aparición de dermatitis entre los más pequeños. En la actualidad, el exceso de celo de los padres por limpiar a sus pequeños favorece la aparición de eccemas, que los pediatras asocian al uso de jabones y esponjas. El baño del bebé durante su primer año de vida no precisa del uso de jabón, y en todo caso los expertos recomiendan utilizar la mínima cantidad de jabón suave, exento de detergente.
Las pieles secas y sensibles tienen más predisposición a padecer dermatitis por exceso de aseo, ya que tienen menos grasa que las proteja. Un exceso de sequedad puede provocar la aparición de fisuras o grietas (eccema craquelé), que pueden llegar a infectarse.
Limpios a conciencia
Los usos de la sociedad actual, lejos de la época en que no se conocía el baño diario, favorecen la irritación de la capa cutánea, así como la caída o excesiva sequedad del cabello. La práctica de ejercicio con asiduidad, y la consiguiente sudoración, provoca un aumento de lavados que terminan por deshidratar la piel de quienes se asean dos e incluso tres veces a diario. La solución de estos problemas no está reñida con la limpieza. Muy al contrario, es necesario aprender a asearse de manera racional, para lo que los expertos en el cuidado de la piel, recomiendan tener en cuenta:
- Ducha diaria. Lavarse una vez al día es suficiente para estar limpio. Es mejor ducharse que bañarse para no resecar la piel. El aseo diario debe incluir el lavado a conciencia de las zonas que más olor y suciedad generan, en las que se debe usar jabón sin excederse. Para limpiar el resto del cuerpo, el agua es suficiente.
- No abusar del jabón. Los efectos del agua y el jabón, que contiene pH alcalino, incrementan el riesgo de un deterioro aún mayor. El pH ácido de la piel (4,5-5,5), que forma un manto ácido que impide el crecimiento de bacterias nocivas, se ve alterado. El jabón y otros agentes limpiadores están compuestos, además, por elementos tensoactivos (naturales o sintéticos), que son los encargados de retirar la suciedad o residuos de la piel. Sin embargo, también retiran la capa de lípidos normal del cuerpo, disminuyendo la capacidad de la epidermis para actuar como barrera protectora. Se recomienda el uso de agua tibia y agentes limpiadores suaves para mantener el manto ácido. Los agentes limpiadores sin detergente (o con detergente sintético) son más suaves que el jabón detergente, porque contienen tensoactivos sintéticos (los no iónicos tienen una toxicidad menor) que disminuyen las complicaciones asociadas al jabón.
- La humedad ablanda la piel y debilita su integridad, facilitando su deterioro. Un control eficaz de la humedad es esencial para evitar problemas cutáneos relacionados con la humedad, como la maceración. La humedad aumenta la permeabilidad de la piel ante agentes irritantes y se vuelve más susceptible a los microorganismos, reduce la resistencia de la piel y puede acarrear la denudación de la piel, maceración o incluso infección por hongos. Además, los microorganismos se reproducen en un ambiente húmedo y tibio. Por ello, las infecciones fúngicas son frecuentes alrededor del perineo y en zonas como la parte inferior de la mama y los pliegues inguinales, sobretodo en personas obesas. También el uso de antibióticos, que alteran la flora normal de la piel, puede predisponer al paciente a infecciones fúngicas.
- Y por último, es importante prevenir la sequedad e hidratar la piel seca, para mantener su integridad. El establecimiento de una rutina de hidratación de la piel, especialmente en ancianos, se puede considerar una intervención de prevención muy importante. Las cremas hidratantes hay que aplicarlas procurando su total absorción. Disminuir el uso de algún tipo de alcohol en la piel, como son colonias, artesanales o no.