Los suplementos vitamínicos no son buenos para un organismo sano y bien nutrido, sino todo lo contrario. Pueden dañarlo, provocar enfermedades graves, como el cáncer, y aumentar el riesgo de mortalidad total por diferentes causas. Hay importantes estudios epidemiológicos que lo demuestran, pero este conocimiento apenas se ha trasladado a la población general. Recientes estudios relacionan el consumo de estos suplementos con un tipo de cáncer concreto, el de próstata, y el riesgo aumentado de mortalidad hace necesario recordarlo. La consigna de los expertos en nutrición es: “Coma sano y evite los suplementos vitamínicos”.
En la población general está muy extendida la idea de que las vitaminas son saludables, «cuando en las investigaciones epidemiológicas del cáncer hay una abrumadora evidencia que demuestra todo lo contrario, que los suplementos vitamínicos, más que un beneficio, pueden causar un daño», explica Carlos Alberto González Svatetz, responsable de la Unidad de Investigación en Nutrición, Ambiente y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología (ICO).
Una de las investigaciones más importantes en este ámbito fue la elaborada por el equipo de Goran Beljcovik, de Serbia, publicada en el «Journal of American Medical Association» (JAMA) en 2005. En ella se analizaron los datos de más de 232.000 participantes en 68 ensayos clínicos y 385 publicaciones. Esa amplia investigación concluyó que los suplementos de betacaroteno, vitamina A y E aumentan la mortalidad. En cambio, no se detectó ninguna alteración con la vitamina C ni con el selenio.
A la población bien nutrida no se le recomiendan suplementos vitamínicos por sus consecuencias negativas para el organismo
Uno de los primeros estudios que revisó la influencia de las vitaminas sobre el cáncer fue el «ATBC Study» (acrónimo de Alfa Tocoferol, Betacaroteno), realizado en Finlandia en 1994 y que analizó a una población de casi 30.000 hombres fumadores. La investigación concluyó que consumir alimentos ricos en vitamina E (alfa tocoferol) y betacaroteno (sustancia que le da su color anaranjado a la zanahoria) se asocia a un aumento del 20% de la tasa de mortalidad en varones fumadores. «Hoy sabemos que, paradójicamente, el consumo de betacaroteno en los alimentos resulta beneficioso para la salud, pero en suplementos es perjudicial», comenta González Svatetz.
¡Cuidado con las multivitaminas!
Nuevos estudios apuntalan aún más los hallazgos de los estudios de Beljcovik y ATBC. Uno de ellos es el realizado por el equipo de Jaako Mursu, de la Universidad del Este, de Finlandia, publicado en la revista «Archives of Internal Medicine» y realizado en una población de más de 38.000 mujeres con edades comprendidas entre los 55 y los 69 años (reclutadas del Estudio de Salud de las Mujeres de Iowa). Según este trabajo, el consumo de multivitaminas, que incluye las vitaminas B6 y ácido fólico, además de minerales como el zinc, el magnesio, el hierro y el cobre, se ha asociado a un mayor riesgo total de mortalidad por diferentes causas.
En el caso concreto del cáncer, los resultados de otro estudio, denominado SELECT, publicados en JAMA este año 2011 y referentes a más de 35.000 hombres de EE.UU., Canadá y Puerto Rico, que han participado en 427 estudios, también han revelado que la vitamina E incrementa el riesgo de cáncer de próstata. Los autores destacan que, de manera errónea, cuando una sustancia es antioxidante, a menudo se piensa que es beneficiosa para el organismo. Sin embargo, al comprobarlo con métodos científicos, se detecta lo contrario. En este caso, la vitamina E no sirve para prevenir ni el cáncer de próstata ni ningún otro cáncer y, además, puede resultar dañina, concluyen los investigadores.
¿Por qué son malos los suplementos?
En personas que siguen una dieta saludable, agregar suplementos vitamínicos no aporta ningún beneficio. «En el organismo humano hay procesos metabólicos que se llaman de balance, es decir, se requiere solo aquello de lo que se tiene un déficit. Si el nivel de vitaminas es normal y se aumenta su consumo, estas en lugar de comportarse como tales, empiezan a comportarse como oxidantes», añade González Svatetz.
Por todo, «se recomienda a las personas que siguen una dieta sana y equilibrada que no tomen vitaminas. No tienen necesidad de consumir suplementos vitamínicos y, en general, de ningún tipo», afirma este especialista. Es más, acudir al médico para solicitarle un análisis de sangre y comprobar cuáles son los niveles de los compuestos que hay en el plasma sanguíneo tampoco es útil, porque los análisis de sangre solo muestran los niveles recientes, pero no aportan información de si estos niveles han sido deficitarios o excesivos durante todo un año.
“Los suplementos pueden ser útiles en poblaciones desnutridas, como en algunas zonas de África, con déficits de vitaminas y minerales de forma crónica, pero no en la población general española”, destaca Carlos Alberto González Svatetz. Goran Beljcovik, uno de los investigadores que se ha dedicado en mayor profundidad a estos estudios sobre los efectos de los suplementos vitamínicos en la salud humana, subraya en el editorial que acompaña a una de sus investigaciones que estos no se pueden recomendar como medida de prevención en una población bien nutrida, porque pueden tener consecuencias negativas para el organismo, y que no reemplazan el consumo de frutas ni de verduras.
No obstante, el experto del ICO admite que hay subgrupos que pueden requerir suplementos vitamínicos por circunstancias especiales. Es el caso de las embarazadas, que precisan ácido fólico, para asegurar la correcta formación del tubo neural del feto, o hierro, si padecen anemia. Otro subgrupo que puede necesitar estos suplementos es el de los deportistas de élite, por el alto rendimiento físico que se espera de ellos en las competiciones.
En relación a la población anciana, tendente a consumir todo tipo de suplementos vitamínicos y a la automedicación, González Svatetz advierte lo siguiente: “No hay ninguna evidencia de que en personas ancianas que siguen una dieta sana los suplementos vitamínicos sean necesarios”. La mayoría de los antioxidantes, como la vitamina E, ya se encuentran en el aceite de oliva, que es una de sus principales fuentes, y tanto la vitamina E como la A se hallan en las hojas de vegetales como la lechuga, las zanahorias, la calabaza o las legumbres. Además, con el consumo de carne y pescado, pueden conseguir hierro, junto con otros micronutrientes precisos para el organismo, informa este experto.