Un miembro de la hasta entonces pareja incita a su hijo para que rechace a su excónyuge. Para ello no duda en infundirle temor y utilizar insultos y hasta denuncias falsas de abusos sexuales. Este comportamiento es denominado por los defensores de su existencia como síndrome de alienación parental (SAP). Sin embargo, las más importantes sociedades científicas en salud mental lo rechazan como entidad clínica. En este artículo se explica qué se entiende por síndrome de alienación parental y por qué se le considera un término controvertido e, incluso, un falso síndrome. También se apuntan cuáles son los efectos de las separaciones conflictivas en los más pequeños.
En una pareja en trámites de separación, los conflictos generados por la custodia de los hijos puede provocar situaciones muy complicadas. Puede darse el caso de que uno de los progenitores instigue temor, animadversión y resentimiento contra el otro, hasta que el niño lo rechace, sin que medie maltrato físico ni abuso. Esta circunstancia puede desarrollarse cuando uno de los miembros es muy sobreprotector, a menudo, con sentimientos de rabia, celos o enfado mal gestionado.
La razón primera no está en que una pareja quiera finalizar su vida en común, sino porque hacen cómplices a sus vástagos de los conflictos que genera la propia separación: uno de los miembros se siente víctima e intenta hacer creer a los hijos que el otro tiene toda la culpa. Esto podría enmarcarse dentro de una forma grave de ayuda terapéutica.
SAP: una entidad controvertida
El SAP nunca ha sido incluido en ninguna edición del DSM de la Asociación Americana de Psiquiatría ni tampoco en la CIE de la OMS
Descrito por el profesor de psiquiatría Richard Gardner en 1985 para referirse a lo que él puntualizaba como un desorden psicopatológico, el síndrome de alienación parental (SAP) nunca ha tenido el apoyo de la comunidad científica, que siempre ha esgrimido la falta de datos y de los criterios metodológicos científicos necesarios. Incluso desde la misma Asociación Americana de Psicología (APA), en su momento, expresó su preocupación por el uso de este término.
De hecho, el SAP, como entidad clínica, ha sido rechazado por distintas sociedades científicas de todo el mundo, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la APA. No ha sido incluido en ninguna edición del ‘Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales’ (cuya última edición es la quinta, el DSM-V) de la Asociación Americana de Psiquiatría, ni tampoco en la ‘Clasificación internacional de enfermedades’ (CIE) de la OMS, ya que los expertos siguen considerando que necesita más investigación.
¿Un síndrome falso?
Las continuas desavenencias y peleas por la custodia pueden provocar en los más pequeños problemas de distinta índole
En el artículo ‘La lógica del Síndrome de Alienación Parental de Gardner (SAP): Terapia de la amenaza’, de Antonio Escudero (psiquiatra), Lola Aguilar (pediatra) y Julia de la Cruz (cirujana genera), publicado hace unos años en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, señalan que, a pesar de que esta entidad se ha introducido en los juzgados con el argumento de tratarse de un nuevo trastorno clínico, consideran que no lo es, que no es una entidad médica ni clínica, y solo puede entenderse como modelo teórico de una disfunción familiar dentro de un contexto legal.
Los autores reconocen que tiene repercusiones dentro del sistema legal español, aunque no ha mostrado ninguna capacidad discriminatoria entre los abusos y malos tratos verdaderos y los falsos; el riesgo de cambio de custodia ante una sospecha de un posible SAP (sobre todo en mujeres víctimas de violencia de género) incrementa la desprotección de los hijos; la vigilancia estrecha de los niños y del posible individuo alienador rompe el vínculo fraternal; y la confianza de los pequeños hacia los adultos como figura protectora se ve menoscabada, entre otros.
De hecho, estos mismos autores advierten de la contradicción que puede darse ante un diagnóstico de SAP y cambio de custodia: puede ayudar a crear condiciones favorables para que se desarrolle un segundo SAP, solo que inverso contra el progenitor diagnosticado como alienador y sobre el niño, pero esta vez legalizado y tutelado por un especialista. En realidad, son muchas las voces que reclaman que hasta que la comunidad científica no lo reconozca como entidad clínica, el SAP no tendría que ser utilizado en los juzgados.
Es evidente que los conflictos generados por una separación causan gran dolor emocional a los hijos. Las continuas desavenencias y peleas por la custodia pueden provocar en los más pequeños problemas de comunicación, depresión, dolor de cabeza, alteraciones gastrointestinales y tics nerviosos, entre otras. Incluso, muchos niños pueden llegar a acarrear un profundo sentimiento de culpabilidad, cuando se dan cuenta que han ayudado a uno de los progenitores a perjudicar al otro, sin quererlo.