Hasta un 20% de las personas de más de 80 años presenta apatía, el síntoma depresivo más frecuente, según un estudio presentado durante el último congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), celebrado en Zaragoza.
Este tipo de trastorno suele estar infradiagnosticado ya que «si el anciano vive solo en casa, en residencias o acompañado de la pareja de la misma edad, y tiene además varias enfermedades, es más fácil que la apatía conviva con él», destacó el doctor Miguel Ángel Martínez Adell, coordinador del Grupo de Atención al Mayor de semFYC. «Cuesta mucho diagnosticarla en las personas mayores», aseguró el doctor, ya que «no son conscientes de tener este trastorno, y lo primero que hay que hacer es pensar que lo pueden tener, y si es así, tratarlo, porque hay soluciones».
Otro estudio realizado en centros urbanos de salud en Cataluña, con una muestra de más de 600 personas, y presentado durante el congreso también ha mostrado que un 20,5% de los mayores había sufrido al menos una caída en los últimos seis meses. Los resultados señalan también que un 6,3% presentaba riesgo de malnutrición y un 22% de depresión. Consumían una media de 4,6 fármacos y el 30% tenía una mala autopercepción de su salud. La conclusión del estudio señala que un tercio de esta población presentó riesgo social, lo que les hace más vulnerables e incrementa el riesgo de aparición de desórdenes físicos y psíquicos, de ahí la necesidad de establecer estrategias de intervención social que contribuyan a mejorar la salud e integración social de la población anciana.
La dependencia en el anciano es «un problema más social que médico» para cuya atención no hay recursos homogéneos entre las comunidades, señaló el doctor Adell. Además lamentó que los pacientes con altas dependencias físicas y psíquicas «demandan muchos recursos que ahora no podemos ofrecerles. Es un problema sanitario, social y familiar, al que tendremos que contribuir todos», aseguró.
En este congreso también se presentó un trabajo que reveló que la mayoría de personas de más de 75 años consumía más de cinco medicamentos y, de ellos, el 42% presentaba alguna interacción entre los fármacos, sobre todo con los diuréticos. El problema de estas interacciones, como explicó Adell, es que provoca unos efectos secundarios «a los que el paciente mayor es más susceptible que el adulto». «Además, también puede descompensar otras enfermedades que tenga el paciente a la vez, por lo que debemos andar con mucho cuidado cuando prescribamos fármacos a estos pacientes», advirtió.