Investigadores de la Fundación para el Estudio de las Hepatitis Virales, dirigidos por el doctor Vicente Carreño, han demostrado por primera vez que el virus C de la hepatitis puede estar en la piel y en las glándulas sudoríparas y ser emitido al exterior mediante el sudor. Este trabajo, elaborado en colaboración con el Servicio de Dermatología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid que dirige el doctor Pablo Lázaro, se publicó ayer en la revista médica «Journal Investigative Dermatology».
El virus C de la hepatitis se aisló por primera vez en 1989. Desde entonces se han desarrollado diversas técnicas diagnósticas y actualmente se sabe que 300 millones de personas están infectadas con el virus C de la hepatitis en el mundo, y de ellas un millón se localizan en España.
Este virus produce una inflamación crónica del hígado y el 20% de las personas afectadas pueden desarrollar cirrosis hepática al cabo de veinte años de evolución de la enfermedad. También, el 3% de los pacientes con cirrosis hepática por virus C pueden padecer cáncer de hígado.
La hepatitis C se contagia por transfusiones, jeringuillas, transmisión vertical de madre a hijo, por vía sexual (raras veces), etc., pero en un 30% de los pacientes se desconoce la vía de contagio.
En los estudios elaborados ahora por el equipo del doctor Carreño se ha comprobado que el virus C de la hepatitis está presente en la piel del 69% de los afectados por esta enfermedad. Además, se ha constatado que en las células de la piel el virus se multiplica y está activo.
Glándulas sudoriparas
Los investigadores españoles han estudiado también glándulas sudoríparas en pacientes con piel sana y han comprobado que el cien por cien de ellos presentan el virus C en las células de estas glándulas así como en el sudor, en una concentración considerable, aunque unas diez veces menor a la hallada en la sangre. El porcentaje de células infectadas por el virus C es más alto en las células del sudor que en las de la piel (10% frente a 6%).
Respecto a la posible transmisión de la enfermedad a través del sudor, el doctor Carreño considera que, en condiciones normales de comunicación y relaciones de cualquier tipo, siempre que la piel esté íntegra, no hay riesgo de contagio.
«En circunstancias extremadamente raras, por ejemplo, si se produce una herida muy importante y alguien entrara en contacto con la misma dándose la circunstancia de que existiera una situación de hipersudoración, podría producirse un contacto con el virus C del sudor y la sangre», añadió Vicente Carreño.
«Sin embargo», apuntó el hepatólogo, «y pese a ello, las posibilidades de infección serían bajas y no se ha demostrado que el virus C del sudor sea capaz de infectar», por lo que se puede concluir que el sudor no parece jugar un papel relevante en la transmisión del virus frente a las vías ya conocidas.
50% de hepatitis C son curables
Aproximadamente el 50% de las hepatitis crónicas por virus C se pueden curar con tratamiento antiviral (interferón pegilado y ribavirina), pero en el resto de los pacientes la enfermedad puede avanzar y es necesario desarrollar nuevos tratamientos. En este sentido, el descubrimiento de la presencia de virus C en la piel realizado por los investigadores españoles podría ser de utilidad.
El doctor Vicente Carreño indicó que el equipo de investigadores que dirige tratará, a partir de ahora, de desarrollar en el laboratorio un sistema de cultivo del virus en células de piel, dado que actualmente no se conocen buenos sistemas.
Además, según el hepatólogo, existen líneas comerciales de células de piel humanas (queratinocitos) que se pueden cultivar de forma masiva en laboratorio, lo que podría facilitar la elaboración de estudios para conocer mejor aspectos de la biología del virus C hasta ahora desconocidos (mecanismo de replicación, forma de lesionar, etc.).
Según el doctor Carreño, en estos cultivos se podrían estudiar tratamientos antivirales basados en la terapia génica (ribozimas y sondas anti-sentido) o en otros fármacos, así como trasplantar los queranocitos infectados por el virus C a modelos de ratón inmudeficientes (incapaces de rechazar las células trasplantadas) que servirían para probar en vivo las distintas terapias antivirales.