Hoy, viernes 16 de noviembre, se celebra la primera Jornada Mundial por la Prevención de las Úlceras por Presión. En España, cerca de 100.000 personas padecen los efectos de las úlceras por presión, un efecto adverso prevenible de la atención sanitaria al que apenas se presta atención y que constituye un importante problema de salud pública que aumenta la estancia hospitalaria, disminuye la calidad de vida de los afectados e incrementa el gasto sanitario. En este artículo se explica por qué es tan importante la prevención en las úlceras por presión y cómo, con los recursos adecuados, se puede reducir al mínimo su incidencia.
El impacto epidemiológico de las úlceras por presión es muy llamativo. En España hay alrededor de 100.000 afectados por, al menos, una úlcera por presión y el 85% de ellos tienen más de 65 años, aunque también pueden desarrollarse en personas jóvenes y niños, según datos del Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas, Gneaupp, una agrupación interdisciplinar fundado en 1994, que dirige José Javier Soldevilla.
El EPINE 2011 (Estudio de Prevalencia de las Infecciones Nosocomiales en los Hospitales Españoles), con cifras de 287 hospitales de toda España y un total de 61.222 pacientes estudiados, concluía que el 6,2% de las personas ingresadas sufren úlceras y que estas, además, están infectadas un 3,08%. Por este motivo, todos avances en su abordaje son de especial importancia. Tanto que incluso, desde octubre de 2011, la Declaración de Río de Janeiro establece la prevención de las úlceras por presión como un derecho universal.
Este año, gracias a los esfuerzos de muchos profesionales y promovida por Sociedad Iberolatinoamericana de Úlceras y Heridas se celebra, por primera vez, la Jornada Mundial por la Prevención de las Úlceras por Presión.
Prevención de úlceras en tiempos de crisis
En opinión de Joan-Enric Torra i Bou, clinical, education & prevention manager de Smith&Nephew Iberia, «es en tiempo de crisis cuando más importantes son las inversiones y las actuaciones en prevención. Sin lugar a dudas, los contextos orientados a la prevención de las úlceras por presión son claves en la reducción del impacto humano y del coste económico de este importante y, a la vez, desconocido problema de salud».
Desde octubre de 2011, la Declaración de Río de Janeiro establece la prevención de las ulceras por presión como un derecho universal
Hoy en día, se disponen de conocimientos y recursos que permitirían prevenir la mayoría de estas heridas crónicas. «Si hay úlceras es porque alguien lo permite, y no por casualidad. Guste o no guste, no prevenirlas cuesta dinero, frustraciones, sufrimiento y, en algunos casos, incluso la vida de los pacientes. Es absurdo no gastar dinero en problemas que se pueden prevenir, cuando los ahorros generados por los mismos se podrían destinar, por poner un ejemplo, a cuidar mejor a los pacientes con heridas y hacer sostenible el Sistema de Salud», insiste el especialista, quien apunta que «es la sutil diferencia entre trabajar con objetivos a corto, a medio y a largo plazo».
De hecho, estudios realizados con anterioridad señalan que uno de cada diez pacientes ingresados en cualquiera de los distintos niveles asistenciales sufre una lesión de este tipo debido a la poca cultura de prevención.
Un hospital libre de úlceras
En este contexto, el Hospital General Universitario de Elche (Alicante) puso en marcha en 2005 una línea específica y pionera de trabajo basada en la prevención y tratamiento de heridas complejas, tanto desde la atención primaria como en el área hospitalaria. Las cifras de ese año fueron del 9,3% de prevalencia y una población de riesgo del 32,6%, lo que significaba que, cada día, solo en este hospital estaban ingresados 30 pacientes con estas lesiones y 135 personas en riesgo de sufrirlas.
El proyecto, según explica Pablo López Casanova, coordinador de la Unidad Integral de Heridas Crónicas del Departamento de Salud Elche-Hospital General (Agencia Valenciana de Salud), se basa en tres pilares: «El trabajo constante de los profesionales en el cuidado de estas heridas; la actualización de guías y protocolos de actuación en este ámbito, a través de la Unidad Integral de Heridas Crónicas, con el objetivo de unificar criterios e implementar prácticas basadas en la evidencia y procedimientos eficaces de prevención; y una importante inversión para adquirir el material de prevención y cura necesario para este tipo de heridas. El gasto aproximado que se destina a ello, cada año, es de 100.000 euros». En cambio, las heridas crónicas suponen al Sistema Nacional de Salud, un coste de más de 1.687 millones de euros anuales.
El resultado de esta estrategia de prevención ha sido significativo: el último informe muestra una incidencia de 1,5 úlceras por presión por cada cien pacientes, lo que supone un 85% menos que cuando se puso en marcha. Según López, «estos resultados comportan una mejora en la calidad de la atención prestada y una apuesta por la seguridad de pacientes».
La prevención de úlceras por presión está incluida dentro de los objetivos del Plan Nacional de Salud y de todos los planes de salud de las comunidades autónomas como herramienta para la excelencia en la atención sanitaria. El hospital de Elche ha sido el único centro que ha conseguido, durante seis años, incluso disminuir la incidencia de úlceras por presión. «Siempre podemos mejorar pero, sobre todo, hay que concienciar a la sociedad y a los profesionales, y mantener estos programas preventivos activos para eliminar esta lacra», insiste el experto. El hospital de Elche continuará con su programa preventivo y con la colaboración, dedicación y formación de todos sus profesionales para la consecución de un «hospital libre de úlceras».
El dicho popular “mejor prevenir que curar” es incuestionable en las úlceras por presión. Para ello, los investigadores aúnan esfuerzos en diseñar nuevos materiales para tal fin. En fechas recientes, especialistas de la Universidad de Calgary, en Alberta (Canadá), han desarrollado un calzón que emite cargas eléctricas en la piel de las nalgas, con el objetivo de prevenir las úlceras por presión. Los resultados se presentaron en el ciclo de conferencias Neurociencia 2012.
Los científicos colocaron unas almohadillas con electrodos que emitían descargas eléctricas de diez segundos de estimulación, cada diez minutos, durante 12 horas al día, simulando los pequeños cambios de posición que se hacen cuando uno está sentado. De los 37 voluntarios, pacientes con lesiones medulares, ninguno desarrolló úlceras después de un mes de prueba.
Los especialistas insisten, por un lado, que necesitan estudios con una muestra mayor para probar su efectividad y que, aún así, nada sustituye las otras medidas de prevención, como los cambios posturales y el cuidado específico de la piel.